Silencioso como una hoja
Una mañana a la hora del desayuno mi nieto de siete años me dijo: «Tienes que quedarte en silencio como una hoja». Hice caso a ese mensaje. Empecé morigerando mis opiniones en las redes sociales, dejé de dar entrevistas y conferencias. Se me ocurrió que ese silencio debería comprender, abarcar toda mi vida. Decidí no volver a publicar libros, ni siquiera un pequeño artículo. Dejé de hablar con amigos. Finalmente, ya no hablé con mis familiares. No volví a hablar nunca más con nadie. Ahora vivo totalmente silencioso como una hoja.
Devorado por la tristeza
En la universidad fue un hombre muy triste. Vestía siempre con un terno azul diplomático que hacía de su tristeza un rasgo aristocrático, aunque en realidad nunca supimos qué pensaba ni qué sentía porque nunca escuchamos el sonido de su voz. Muchos especulaban que era mudo; otros, muy en el espíritu revolucionario de la época, opinaban que se negaba a hablar en protesta por la sociedad mediocre que le había tocado en suerte como patria. Algunos decían que su silencio se debía a que no hablaba español. Alguien dijo que lo había escuchado cantando «Blue Moon» en inglés. Era la tristeza la que hablaba por él. Hace unas horas lo he vuelto a ver después de cuarenta años. Yo habría dicho que era el mismo terno azul diplomático que usaba cuando joven. Completamente canoso, pasó a mi lado sin mirarme. Pude notar que había aumentado mucho su tristeza. Volteé a verlo. Él se perdió entre la neblina, devorado por ella.
Personaje de novela
Ya no soy parte de la realidad sino de lo real. Parece que no hubiese diferencia y la hay. La realidad literaria es diferente a lo real. Soy el personaje de una novela raté, frustrada, pero no tengo la menor idea de lo que me espera. ¿Terminaré en la basura o un crítico iluminado en el futuro entenderá la grandeza de mi oscura profundidad?
Celulares
Ella era la atrevida, el desparpajo; yo, la aprensión y un tímido incurable. Ambos éramos esclavos de los celulares. Me llamó para decirme que me quería dar un regalo. Lo vas a apreciar mucho, dijo. ¿Un regalo? Nos citamos en un café del centro. Llegó puntual. El regalo era un celular de una gran sofisticación. El resto se lo pueden ustedes imaginar. Ya no volvimos a vernos más, no fue necesario. Todo lo hacíamos a través del celular.
Pavo real
Un famoso escritor despertó un día convertido en un pavo real. Se miró asombrado en el espejo. Le encantó su imagen. Desplegó la espléndida cola, y eso le gustó aún más. Todo el día estuvo mirándose fascinado. Cansado, se quedó dormido. Al despertar en la mañana comprobó que seguía siendo un pavo real. Una semana después una única pregunta martillaba en su cerebro: ¿Cómo hace un pavo real para suicidarse?
Él quiere verte
Alguien tocó. Uno de los B. abrió una puerta que nunca debió abrir. Todos murieron. Te preguntarás quién soy yo. Soy el que mató a los B. Vengo por ti. El diablo quiere verte.
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