Julito Cabello y los zombis enamorados. Esteban Cabezas. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Esteban Cabezas
Издательство: Bookwire
Серия: Julito Cabello
Жанр произведения: Книги для детей: прочее
Год издания: 0
isbn: 9789563635522
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hasta algunos alumnos muy largos y altos que andan con piercings en todas partes (pero bajo la ropa, porque están pro-hi-bi-dos).

      Además hay como mil salas y el patio es muy grande, pero nunca TAN grande.

      Hay una parte que los profesores llaman “el patio tranquilo”, donde no se puede hacer nada. Si aparece una pelota, el dueño de la pelota se va directo a inspectoría. Si alguien juega a los monitos, a inspectoría. Si alguien respira, inspectoría. Por eso el patio sigue bien tranquilo. Y bien vacío además.

      También hay una cancha, pero está prohibido jugar fútbol (para que no nos peleemos, dicen). La lata es que, en cambio, nos pasamos batallando con los profesores para poder jugar alguna vez. Al final, nos dejaron hacer tan solo DOS partidos a la semana. ¿Qué onda con ellos?

      Siguiendo con el recorrido, también están los baños, en los que nunca hay papel higiénico.

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      Además, se nota que los más chicos no tienen muy buena puntería y, no hay que olvidarlo, es donde los más grandes intentan fumar a escondidas. El problema es que es el ÚNICO escondite para fumar del colegio, por lo que el inspector, el señor Veloz (les juro que se llama así), siempre los pilla.

      Y si me siguen con el tour, verán que en San Expedito también hay balancines y resbalines, donde uno se encuentra con los subchicos (los del pre y pre-prekínder) que inventan juegos que tienen que ver con la tele. Siempre están repitiendo la última teleserie y la última película de dibujos animados. Son como una sinopsis.

      Finalmente, en la mitad del patio principal está el kiosco del Moncho. El Moncho es un señor súper serio, con cara de boxeador, que vende un montón de dulces y todo tipo de cochinadas, como papas fritas-ramitas-Doritos-Rayitas. O sea, los cuatro principales grupos alimenticios. Broma. Las Rayitas no son TAN importantes.

      El resto del colegio son las salas de clases (todas iguales y con chicles secos pegados debajo de los bancos), los camarines (siempre cochinos y con algún calcetín tóxico perdido), la oficina del señor Veloz (aterrorizante, porque si estás ahí, ya estás fregado) y la oficina de la directora, doña Lupe.

      ¿Y cómo es la oficina de doña Lupe? Los pocos que la conocen nunca lo han contado. ¿Por qué? Porque ya están en otros colegios, lejos de San Expedito.

      Brrrrr.

      ●5

      RECARGUEMOS

      ENTONCES, mi casa es mi refugio y mi colegio, un campo de batalla.

      ¿Por qué?

      Un ejemplo, para que entiendan.

      —Oye, Aarón.

      —¿Hummmmm?

      —¿Sigues siendo mi amigo?

      —Hum.

      —¿Mi mejor amigo?

      —Hum.

      —¿Mi súper mejor amigo?

      —Hum.

      —¿Te gusta la Marilú?

      —Oh, hummmmmmm. Julito, ¿no crees que después de ella se rompió el molde que la hizo tan perfecta, hum?

      —Uf.

      Ojalá que se haya roto el molde maldito ese, porque no podría soportar otra cosa rosada como Marilú.

      Ya ven. Perdí a mi compañero, EX amigo, ex Aarón hum; me siento solo, súper solo, mega solo. En los recreos doy vueltas, con mi espinilla en la nariz, y ya no tengo con quién hablar, porque el Aarón parece una sombra rosada de la Marilú.

      ¿Doy pena?

      Además, el tarado del Sepúlveda, ahora que el Aarón no está, me anda siguiendo para ver si me convierto en su nuevo mejor amigo. Pero Sepúlveda no me gusta, porque es muy arrastrado. Lo veo y siento que me sale un callo en el estómago.

      Por eso cada día me paro en la mitad del patio, súper abandonado.

      ¿Doy más pena aún?

      ¿Quieren pañuelitos?

      ●6

      MÁS PREGUNTAS A MÍ MISMO

      ¿QUÉ HACER? ¿Tendré que aplicar el método científico para entender qué ocurre?

      Mi profe de Ciencias Naturales me recomendaría, primero, describir el hábitat. Eso quiere decir que tengo que contar cómo es el colegio. Pero eso ya lo hice. Después, me diría que tengo que investigar las “relaciones” y las “cadenas”.

       What?

      No es tan complicado: esto tiene que ver con por qué un animal, o un vegetal, se junta con otro para sacar algún provecho.

      Entonces, tengo que averiguar por qué el idiota del Aarón (que anda como vegetal) se junta con la Marilú (que es medio animal).

      ¿Qué quiere?, ¿cuál es la idea?

      La verdad es que este asunto me tiene bien chato y no tengo ganas de andar estudiando qué pasa. Y la famosa espinilla también me tiene agotado, porque me duele. Y harto, porque todavía está roja, arde y palpita, como si fuera una ojiva nuclear.

      ●7

      EL HÁMSTER Y EL RENO

      OTRA MAÑANA más en el infierno de la soledad.

      Qué horror.

      Me desperté, me levanté, ni me miré al espejo y me fui a sentar a la cocina, cuando apareció el hámster-niño antes conocido como Beltrán.

      —¿Ulito? —me dijo, me miró detenidamente… Y se largó a reír.

      Lo último que me faltaba: que un hermano menor que se cree ratón se ría de mí.

      Arrrgh. Y siguió:

      —Ulito, yo hámster, tú Rudolph. ¡Ja, ja, ja!

      ¿Ya es Navidad? No. Me paré, fui a verme al espejo del baño y me vi: es verdad que ya parezco Rudolph, el reno, con la nariz como ampolleta.

      Me volví a la cama y me puse a pensar, total, mi mamá ya se encerró a escribir muy temprano y mi papá (ahora también mamá) está llenando las tazas de café.

      —Rosa, el desayuno está servido.

      ¿Mi papá diciéndole Rosa a mi mamá?

      Raro.

      Siempre le dice “mi bichito”, “mi gatito” o “mi pollito”, pero nunca usa su nombre de pila, tan de flor.

      Raro.

      Mi mamá salió del escritorio de mi papá, que es el único lugar tranquilo de la casa (patudo mi papá, que se lo apropió, y patuda mi mamá, que se lo quitó), y se sentó a tomar café a velocidad supersónica.

      Pero mi papá quería hablar.

      —Cof, mi amor (aproximación amigable), ¿sabes cuánto te vas a demorar en escribir el libro?

      —No, mi amor (respuesta amigable, pero evasiva), no sé.

      —Entonces, ¿tendré que hacerme cargo yo de la casa en estas semanas?

      —No seas bobo (¿bobo?). Puedes pedirle ayuda a la Clementina (descripción: nana jurásica, herbívora, amistosa y muy lenta).

      —Pero ella está en el sur.

      —Le mandas un mail y listo.

      —No sabe ni lo que es un computador.

      —Le mandas algo antiguo entonces, un telegrama.

      —Pero si vive en la mitad de la nada., y ya no existen los telegramas tampoco.

      —No