Zahorí II. Revelaciones. Camila Valenzuela. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Camila Valenzuela
Издательство: Bookwire
Серия: Zahorí
Жанр произведения: Книги для детей: прочее
Год издания: 0
isbn: 9789563634037
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      A José, mi compañero

      Contenido

       Portadilla

       Dedicatoria

       Baisteadh

       Duelo

       Vínculos

       Ataque

       Dudas

       Nómade

       León

       Samhain

       Imprevisto

       Maldición

       Disfraz

       Reemplazante

       Imbolc

       Aliados

       Celebración

       Plan

       Rito

       Yule

       Propuesta

       Candado

       Reencuentro

       Revelación

       Identidad

       Blyth

       Fuego

       Epílogo

       Créditos

      Baisteadh

      Se cuentan historias tenebrosas, relatos oscuros que nacieron en la tierra, corrieron con el viento, se perdieron en el mar. En ellas se dice que el fuego devoró a sus hijas y arrastró sus cenizas a las tinieblas. Y hubo lágrimas, sangre y dolor. Hubo pérdidas, almas malditas que vagan errantes hasta el día de hoy.

      Se cuenta, se canta, se llora por ella, la traidora. La mujer de fuego que se dejó consumir por él. La mujer de fuego que usurpó los poderes de sus hermanas. La mujer de fuego que le quitó el fuego a su descendencia, que legó oscuridad. Solo oscuridad.

      Hay otra historia, no obstante; una que no se cuenta, no se dice ni se nombra. Esa historia oculta tiene su origen en el suroeste de Irlanda Celta, luego de las invasiones cambro-normandas. Y esa historia, comienza aquí.

      Baile na nGall,

      An Mhumhain

      Bahee vio a sus cuatro niñas, por primera vez, una noche de luna nueva. El invierno había transcurrido sin visiones ni sueños premonitorios y se preguntaba si los dioses le habrían quitado su don como consecuencia de algún acto que los hubiera decepcionado. Nieve, hielo y niebla se fundieron frente a ella, cegándola durante meses. Era la única druida de su clan, el oráculo en el cual todos confiaban. ¿Qué harían si ella fallaba? ¿Cómo podrían prever los ruines ataques de los hombres o las advertencias de los dioses? Kene le había asegurado que no era necesario preocuparse. “La naturaleza tiene un destino para nosotros, tú lo sabes”, le dijo un día. “Tu ceguera es parte de ese plan divino: si los dioses no quieren que lo veas, escúchalos”. Kene siempre encontraba las palabras precisas. Era el druida que su clan veneraba, quería y respetaba. Se había instruido desde pequeño, en secreto, al igual que todos los de su clase. Para ese entonces, era uno de los pocos que aún conservaba la tradición. Las invasiones no solo habían azotado tierra, mujeres y costumbres, sino también las creencias. Pero Kene provenía de un linaje moldeado por la mano de los Tuatha Dé Danann y jamás dejaría de creer. Ni él, ni ella, ni su descendencia. Eso pensaban ellos.

      Así pasó el invierno Bahee: sin ver ni prever. Kene se valió de su magia y hechizos para continuar con el oráculo, aunque nada se asemejaba a las visiones de ella. Solo quedaba esperar para entender por qué su don la había abandonado. Cuando llegó la primera luna nueva de la primavera de 1292, comprendió el silencio de los dioses. Esa noche, se acostó más temprano de lo habitual. Se había sentido inusualmente mareada a lo largo del día y la fatiga le exigió irse a la cama. El fogón ardía en el centro de la casa y el humo escapaba por el agujero del techo, aun así, dejó la puerta abierta para que el aire recorriera la estructura circular. Quizás así sus náuseas menguarían. Se quitó el cinturón de cobre y la bolsa de cuero donde llevaba las hierbas para sus pociones; luego, se sacó la capa, el vestido de lino blanco y los dejó sobre un caballete de madera. Se recostó y cerró los ojos. Y entonces, la clarividencia volvió a ella. Se vio unida al Crann Bethadh. Sus piernas formaban una urdimbre perfecta con las raíces del árbol de la vida, que se hundían en lo más profundo de la tierra; su torso se fundía con el tronco, que mediaba entre el mundo subterráneo y el celestial; sus manos se multiplicaban y convertían en ramas que alcanzaban el cielo. Pies-raíces, cabeza-copa, corazón de árbol. Sintió que la tierra la impulsaba hacia la superficie, haciendo que se desligara del Crann Bethadh hasta quedar frente a él. Observó su magnificencia, sintió los espíritus dentro de un solo espíritu. De él emergieron cuatro esferas: verde, cristalina, roja y azul, que se aunaron para formar, en su centro, un núcleo común. La Rueda del Ser avanzó y entró a su cuerpo, a la altura del vientre. Sintió crecer tierra, aire, fuego y agua dentro de ella, y justo cuando vio el rostro de cuatro niñas, el sueño acabó. Despertó bañada en sudor con Kene a su lado. Él le preguntó qué pasó, por qué gemía. “Ahora entiendo el silencio de los dioses”, le respondió. “Me estaban preparando para lo que vendrá”. Le contó que el árbol de la vida había aparecido en sus sueños y que, así, entendió el motivo de su existencia. Ella, Bahee, la vida; él, Kene, el poder. Vida y poder se unirían para traer a la tierra cuatro mujeres que serían una con la naturaleza. Sus hijas serían el legado druida encarnado. Kene tocó