Los atributos de Dios. A. W. Pink. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: A. W. Pink
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Философия
Год издания: 0
isbn: 9781629462684
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siglos antes de que se encarnara, y esto fue así porque, en el propósito Divino, Él era el Cordero inmolado desde la fundación del mundo, de ahí que leamos que fue “entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios” (Hechos 2:23).

      Finalmente consideremos una aplicación. El conocimiento infinito de Dios debería llenarnos de asombro. ¡Cuán ilimitadamente superior al más sabio de los hombres es el Eterno! Ninguno de nosotros conoce lo que el día de mañana nos traerá; pero el futuro entero está abierto ante Su mirada omnisciente. El conocimiento infinito de Dios debería llenarnos de santo temor. Nada de lo que hacemos, decimos, o incluso pensamos, escapa a los ojos de Aquel a Quien tenemos que dar cuenta: “Los ojos de Jehová están en todo lugar, mirando a los malos y a los buenos” (Proverbios 15:3) ¡Qué freno significaría esto para nosotros si meditáramos más a menudo sobre ello! En lugar de actuar indiferentemente, diríamos con Agar: “Tú eres el Dios que me ve” (Génesis 16:13 RV95). La comprensión del infinito conocimiento de Dios debe llenar al cristiano de adoración; mi vida entera ha permanecido abierta a Su mirada desde el principio, Él vio con antelación todas mis caídas, mis pecados, mis reincidencias; sin embargo, a pesar de ello, fijó Su corazón en mí. ¡La comprensión de este hecho debe postrarme en admiración y adoración delante de Él!

      LA PRESCIENCIA DE DIOS

      Muchas controversias ha engendrado este tema en el pasado. Pero, ¿qué verdad hay en la Santa Escritura que no haya sido tomada como ocasión de batallas teológicas y eclesiásticas? La Deidad de Cristo, Su nacimiento virginal, Su muerte expiatoria, Su segunda venida; la justificación del creyente por la fe, su santificación, su seguridad; la iglesia, su organización, oficiales y disciplina; el bautismo, la cena del Señor, y muchísimas otras verdades preciosas que podríamos mencionar. Con todo, las controversias sostenidas en torno a estas no cerraron la boca de los siervos fieles a Dios; ¿por qué, entonces, deberíamos nosotros evitar el tema de la presciencia de Dios solamente porque hay quienes arremeterán con el fin de fomentar contiendas y disensiones? Dejemos que ellos contiendan si así lo desean, nuestro deber es dar testimonio de acuerdo a la luz que se nos ha concedido.

       Disipando el error

      Hay dos cosas sobre la presciencia de Dios que muchos ignoran: el significado del término, y su alcance bíblico. Debido a que esta ignorancia está tan extendida, le resultará fácil a un predicador o maestro el defraudar, incluso al pueblo de Dios, con perversiones de este tema. Solo existe un escudo contra el error, y es el estar firmes en la fe; y para ello, debemos dedicarnos al estudio diligente, la oración, y a recibir con mansedumbre la Palabra implantada de Dios. Solo entonces estaremos preparados para los ataques de quienes nos son hostiles. Hay algunos hoy en día, que distorsionan esta verdad para desacreditar y negar la absoluta soberanía de Dios en la salvación de los pecadores. Así como algunos críticos están manipulando la inspiración divina de las Escrituras; y los evolucionistas, la obra de Dios en la Creación; de esa manera algunos falsos maestros de la Biblia están pervirtiendo Su presciencia para rechazar la elección incondicional para vida eterna.

      Cuando se expone el tema bendito y solemne de la predestinación, y se exhibe la eterna elección de Dios para que algunos sean conformados a la imagen de Su Hijo, el enemigo envía algunos hombres para argumentar que la elección se basa en la presciencia de Dios y esta “presciencia” interpretada en el sentido de que Dios previó que algunos serían más dóciles que otros, que responderían más prontamente a los esfuerzos del Espíritu, y que, debido a que Dios sabía que creerían, Él, en consecuencia, los predestinó para salvación. Pero tal declaración es radicalmente errónea. Repudia la verdad de la depravación total, ya que argumenta que hay algo bueno en algunos hombres. Quita a Dios Su independencia, ya que hace que Sus decretos descansen en lo que Él descubre en la criatura. Trastorna las cosas completamente, ya que decir que Dios previó que ciertos pecadores creerían en Cristo, y que, en consecuencia, Él los predestinó para salvación, es lo contrario a la verdad. La Escritura afirma que Dios, en Su absoluta soberanía, separó a algunos para que fueran destinatarios de Sus favores distintivos: “Oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna” (Hechos 13:48); y, por tanto, determinó otorgarles el don de la fe. La falsa teología hace del conocimiento previo que Dios tiene de nuestra fe la causa de Su elección para salvación; mientras que la elección de Dios es la causa, y nuestra fe en Cristo es el efecto.

      Proclamando la verdad

      Antes de seguir debatiendo este tema, hagamos una pausa y definamos los términos. ¿Qué quiere decir la palabra “presciencia”? “Conocer de antemano”, es la pronta respuesta de muchos. Pero no debemos juzgar precipitadamente, ni tampoco aceptar como definitiva la definición del diccionario, ya que esto no es un asunto de etimología del término empleado. El uso que el Espíritu Santo hace de una expresión define siempre su significado y alcance. Lo que causa tanta confusión y error es el dejar de aplicar esta regla tan sencilla. Hay muchas personas que piensan conocer el significado de una palabra determinada usada en la Escritura, pero que son reacias a poner a prueba sus suposiciones por medio de una concordancia. Ampliemos este punto.

      Tomemos la palabra “carne”. Su significado parece ser tan obvio que muchos considerarán que el examinar sus varias conexiones en la Escritura es una pérdida de tiempo. Se supone precipitadamente que la palabra es un sinónimo del cuerpo físico, y no se procura indagar más. Pero, en realidad, la “carne” en la Escritura frecuentemente incluye mucho más de lo que es el cuerpo físico. Solo por medio de la comparación atenta de cada caso, y el estudio de cada contexto por separado, puede descubrirse todo lo que el término abarca. Tomemos la palabra “mundo”. El lector de la Biblia imagina frecuentemente que esta palabra equivale a la raza humana, y, en consecuencias interpreta equivocadamente los pasajes en los que la misma aparece. Tomen la palabra “inmortalidad”. ¡Sin duda alguna, ésta no requiere estudio! Es obvio que hace referencia a la indestructibilidad del alma. Ah, querido lector, cuando se trata de la Palabra de Dios, el dar por sentado algo sin comprobarlo es locura y error. Si ustedes se toman la molestia de examinar cuidadosamente cada pasaje en el que se encuentran las palabras “mortal” e “inmortal”, se dará cuenta que estas nunca se aplican al alma, sino al cuerpo.

      Todo lo dicho acerca de “carne”, “mundo”, o “inmortalidad”, es aplicable con igual fuerza a los términos “conocer” y “preconocer”. Lejos de bastar con la simple suposición de que estas palabras no significan otra cosa que simple conocimiento, veremos que los diferentes pasajes en los que se encuentran requieren ser considerados cuidadosamente. La palabra “presciencia” (conocimiento previo) no se encuentra en el Antiguo Testamento, pero si se utiliza frecuentemente el término “conocer”. Cuando éste es usado en relación con Dios significa a menudo mirar con favor, comunicando, no un simple conocimiento, sino un afecto por el objeto mirado. “Te he conocido por tu nombre” (Éxodo. 33:17). “Rebeldes habéis sido a Jehová desde el día que yo os conozco” (Deuteronomio 9:24). “Antes que te formase en el vientre te conocí” (Jeremías 1:5). “Escogen autoridades que no conozco” (Oseas 8:4 NVI) “A vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra” (Amós 3:2). En estos pasajes “conocer” significa amar o designar.

      Asimismo en el Nuevo Testamento, se usa frecuentemente la palabra “conocer” en el mismo sentido que en el Antiguo. “Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7:23). “Yo soy el buen pastor y conozco mis ovejas, y las mías me conocen” (Juan 10:14). “Pero si alguno ama a Dios, es conocido por él” (1 Corintios 8:3). “Conoce el Señor a los que son suyos” (2 Timoteo 2:19).

       Definiendo el concepto de presciencia

      El término “presciencia” (conocimiento previo), tal como se usa en el Nuevo Testamento, es menos ambiguo que en su simple forma “conocer”. Si todos los pasajes en los que aparece son estudiados cuidadosamente, se descubrirá que es muy discutible que el