Lucas no lo menciona, pero asumo que Marta también recibió a Sus discípulos. Lo que significa que ella tuvo que preocuparse mínimo por 13 lugares más en la mesa. Y es improbable que ella tuviera por adelantado un horario del itinerario de Jesús. Todo indica que esto fue una visita inesperada y espontánea.
Tratarías de verte entusiasmado. «¡Qué privilegio!» dirías, con una sonrisa falsa en tu cara. Mientras entran, empezarías a disculparte por el lavabo lleno de platos sucios, los juguetes de los niños en el piso de la sala. Al mismo tiempo estarías mentalmente hurgando por la alacena, preguntándote cómo convertirás una caja de arroz en un gran banquete.
¿Puedes imaginarte a Marta? Ella no maneja un restaurante -ella maneja un hogar.
Para este momento la cena no era lo único que hervía en la cocina de Marta. Lo que comenzó como un acto genuino de amabilidad tomó un giro inesperado. Ahora ella está enojada, y haciendo todo lo posible para proyectar un sentimiento de culpa en María.
Siendo una mujer sincera e industriosa, Marta se puso a trabajar para preparar una buena comida. Podemos pensar que ella asumió que su hermana María -probablemente su hermana menor- la acompañaría en la cocina. Imagina su reacción cuando ella ve a María sentada a los pies de Jesús, escuchándolo enseñar. Aquí está Marta, sudando por esta enorme tarea de hospitalidad, mientras su hermana está relajada, inconsciente e inmutada. ¿Piensas que eso podría haber puesto a prueba su actitud mínimo un poco?
1. Acusó a Dios. «¿Señor, no te da cuidado…? Lamentablemente, yo he dicho o pensado eso mismo muchas veces. Si no desarrollamos un estilo de vida de escuchar, inevitablemente comenzamos a dudar del amor de Dios. Nos convertimos altamente susceptibles a falsas interpretaciones de nuestras circunstancias, y es probable que seamos gobernados por nuestras emociones.
Cuando no hemos estado esperando en Dios y escuchando Su voz, fácilmente nos volvemos desconfiados de Su cuidado. Pocas cosas hieren más a Dios que ser acusado de indiferente ¿Sabes por qué? Porque no hay nadie a quien le importemos tanto como a Dios. Nadie se interesa tanto en nosotros como el Señor. Mientras estudiamos la Escritura y escuchamos Su voz nos volveremos conscientes y estaremos seguros de Su cuidado constante.
3. Acusó y condenó a su hermana. No esperar en Dios ni escuchar Su voz normalmente culmina en crítica y comparación con los demás. Frecuentemente somos tentados a resentirnos con los demás, particularmente si parecen ser «más espirituales». Pero si somos honestos, admitiremos que a veces reaccionamos pecaminosamente hacia otros en la misma manera que Marta reaccionó hacia María. Lo que esto revela, entre otras cosas, es que no hemos estado esperando en Dios.
(Por cierto …si el Señor usa tu nombre dos veces, prepárate para la reprensión. Es tiempo de acomodar el respaldo y regresar la mesa a su posición original).
«Afanada y turbada estás con muchas cosas», le dijo Jesús. «Pero sólo una cosa es necesaria. María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada".
Una vez que hemos sido reconciliados con Dios a través de la persona de Cristo y Su obra terminada, es importante que cultivemos una relación con Dios practicando las disciplinas espirituales (adorar, orar, estudiar la Escritura, etc.). En esto, no debemos empeñarnos en imitar a Marta, sino a María, quien, en las palabras de Cristo, escogió «la buena parte, la cual no le será quitada». Imitar a María en su devoción al Señor no sólo es escoger la buena parte, sino es escoger lo que es eterno.
Un enfoque radicalmente diferente
Si no estás escuchando regularmente la voz de Dios, pregúntate a ti mismo, «¿Estoy haciendo tiempo para escuchar?» Si tu horario