Por todo ello, la televisión presenta más riesgo, ya que ofrece imágenes con movimiento, con más colores y escenas rápidas que evitan que el cerebro reaccione adecuadamente.
Mi mejor consejo (y el de muchos especialistas) es simple: apaga el televisor, esta simple acción te ahorrará muchos problemas futuros. O, si deseas motivarte con ella, puedes seguir el consejo del actor estadounidense Groucho Marx: «Encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro».
Lo que escuchamos es también importante. Hace algún tiempo llegó un matrimonio a mi consultorio por problemas en su relación de pareja. La esposa se quejaba de que el marido no la escuchaba. Cuando le pregunté a él si era correcta esa aseveración, me dijo que sí. Le pregunté el porqué, a lo que me contestó: «Sólo habla chismes de vecinas». Obviamente, la esposa enfureció. Calmé a la esposa. Entonces, le pedí al marido que explicara más sobre ello… Él nos dijo que no soportaba escuchar sobre la vida de los demás, que incluso le dolía la cabeza y tenía la sensación de querer huir de esos chismes. ¿Cuál era la razón de esa conducta?
Me he encontrado muchos casos como el anterior, de personas que no soportan escuchar los aspectos negativos de los demás. Ellos afirman que hasta su energía se ve mermada cuando escuchan aquéllos. La solución a estos problemas es sencilla: evitar hablar de los demás y enfocarnos hacia nuestro desarrollo.
Recuerda que somos energía y de ti depende qué tipo de energía absorbes a diario. Mientras más te enfoques en lo malo, peor te irá, pero si te enfocas en lo bueno, sólo obtendrás recompensas. Cuando mis pacientes me preguntan sobre cómo adelgazar, siempre les recomiendo que se visualicen, escuchen y se sientan como una persona delgada. La explicación a esto es simple: debemos visualizarnos, escucharnos y sentirnos como deseamos ser y evitar pensar en lo que no deseamos ser.
La mayoría de personas se centra en lo que no quiere ser. Obviamente, estas personas están en un error. Al hacer eso, sólo atraen lo negativo a sus vidas.
El estrés, la depresión y la agresividad, clasificadas como experiencias negativas en la vida del humano, alteran las redes neuronales y su desarrollo en ratas de laboratorio. Imagina qué pasa en tu cerebro si mantienes una postura negativa.
Una paciente depresiva tenía razón cuando me decía que «no tenía cabeza para nada». Ella había sido una estudiante excelente, pero cuando inició su depresión sus notas escolares bajaron drásticamente. Le fallaba la memoria y tenía problemas en su lenguaje.
Si quieres tener éxito, adopta una postura de éxito, como dijo el escritor francés François de la Rochefoucauld: «Para tener éxito debemos hacer todo lo posible por parecer exitosos».
Puedes adoptar cualquier postura que te agrade. Si admiras a una persona, puedes copiar las conductas que te interesen de ella; esta técnica se le denomina modelado. El modelado es eficaz para copiar conductas que consideras excelentes y que deseas adquirir para ti, incorporándolas en tu vida de manera inconsciente. El proceso es sencillo:
Eliges un modelo (alguien que ya posee esa cualidad y la emplea con excelencia).
Sustraes las características, rasgos o habilidades que quieres modelar de esa persona.
Incorporas esas características, rasgos o habilidades en tu persona.
En la primera fase, debes decidir a qué personaje modelarás. Lo eliges por las características, rasgos o habilidades que lo distinguen del resto. Aunque es deseable que tengas comunicación directa con la persona que modelarás, no es necesario; puedes elegir a cualquier personaje de la historia, de los negocios o de la vida pública.
Recopila toda la información que puedas sobre él. Si puedes conseguir un vídeo, será mejor, ya que podrás ver sus movimientos, escuchar su timbre de voz, cómo mira a los demás, etcétera. No te detengas si no consigues un vídeo: puedes imaginar cómo se movía, veía y hablaba de acuerdo con la información que obtengas. Preferiblemente escribe todo ello y léelo varias veces.
Para obtener información de una persona que no conoces o con la que no has hablado, divide al sujeto en varios yoes: a esto se le llama posturas. Imagina cómo se comportaría desde varias posturas.
Por ejemplo, si intentas modelar a Albert Einstein, específicamente su capacidad para procesar grandes cantidades de información, podrías hacer lo siguiente:
Imaginar al Einstein lógico, que no necesita el lenguaje para comprender el todo, sino que se vale de símbolos, ya que el lenguaje es un freno al pensamiento, pero los símbolos pueden tener múltiples significados.
Al Einstein visual, que imagina y visualiza todo en su mente antes de escribirlo.
Al Einstein kinestésico, que utiliza su cuerpo para ejemplificar procesos y obtener claves musculares para recordar grandes cantidades de información.
Pregúntate: «¿Cómo se vería el Einstein lógico, el visual y el kinestésico?», «¿Cómo actuaría cada uno de ellos?», «¿Cómo se moverían?», «¿Cómo se escucharían?»… Recrea con imágenes, sonidos y movimientos a los tres Einstein.
La segunda fase del modelado corresponde a sustraer las características, rasgos o habilidades que quieres modelar de esa persona. Para ello, identificas qué es natural en el comportamiento del modelo y qué es accidental. Lo natural es lo que no necesita reflexión alguna, el sujeto lo hace sin pensar; lo segundo es el comportamiento que corresponde a una situación especial.
Sitúa al personaje en un contexto. ¿Cómo se comportaría? ¿Cuál sería su comportamiento natural y cuál su accidental? En el ejemplo de Albert Einstein, imagínalo dando una conferencia… ¿Cómo se mueve? ¿Cómo mira a la concurrencia? ¿Cómo habla? ¿Cómo procesa la información? Observa todo de él.
En esta fase aún estás como espectador, sólo viendo, escuchando y sintiendo. En la última, la de incorporación, te asocias con el personaje, ahora tú tienes esas características y te comportas como él.
Aquí es importante que te preguntes lo siguiente: «¿Qué sentiré cuando consiga ser el personaje que modelo?», «¿Qué veré?», «¿Qué escucharé?», «¿Cuál es el resultado que deseo alcanzar?», «¿Cómo comprobaré que estoy en buen camino de lograr-
lo?», «¿Qué efectos positivos observaré en mi persona cuando incorpore las características del personaje?», «¿Qué nuevos recursos mentales tendré?».
Recuerda: muévete como el personaje elegido, habla y mira como él lo haría, incorpora todas sus características a tu personalidad; así, verás, escucharás y sentirás el mundo de otra forma, descubrirás cosas que habías pasado por alto y alcanzarás el éxito.
Modelar es tener un gran abanico de posibilidades para que logres el cambio. El modelado utilizando la fisiología es una técnica muy poderosa para que logres lo que desees en muy poco tiempo.
Te habrás dado cuenta de que es mejor modelar a una persona optimista que a una pesimista. El primero te dará una postura de poder, de salud, prosperidad y éxito. Lo que diferencia al optimista del pesimista no son las cosas que les suceden, sino la manera en que cada uno de ellos interpreta lo que le sucede y cómo cada uno de ellos sabe manejar sus sentimientos ante ello. El optimista tiene sin duda un mayor grado de control sobre sus sentimientos que el pesimista.
Existe una manera de adoptar siempre una postura positiva: sé agradecido. Agradece por todo, dale gracias a la vida, a los que te rodean, los que conviven contigo e incluso a los que están en desacuerdo contigo: aunque no lo creas, te han enseñado muchas cosas, agradéceles por ello. Agradece para dejar fluir energía positiva en todo tu cuerpo. La gratitud reenfoca tu vida, hace que tengas nuevos objetivos.
Recuerda que otra conducta que te permitirá tener una postura de éxito es la risa. Aprende a reír, ya que la risa es un excelente terapeuta; además, cuando eres capaz de no tomar tan en serio tus problemas, puedes solucionarlos, ya