crea, no inventa, solo lee los Registros Akáshicos con su cerebro bioenergético y traduce (con su cerebro neuronal) formas descriptivas y palabras comprensibles para la humanidad que lo alberga temporariamente en el transcurso de su encarnación. Debería ocurrirle una gran crisis de humildad al pensar que su cerebro, conglomerado neurobiológico, es un fax, una radio emisora-receptora, el Hard de una computadora conectada a una Internet cósmica. Si baja el potenciómetro de su orgullo, y levanta la palanca de la fascinación maravillada del niño que entra por primera vez en una juguetería... comprenderá lo que se siente al penetrar en los Registros Akáshicos. El concepto que este libro presenta al respecto es que el concepto del «hombre que piensa» debe reemplazarse por el paradigma del «hombre que descifra».