Paso a desarrollar: cuando los gobiernos entienden que ya no es solo un virus y que existe una pandemia, nos encierran a todos en nuestras casas. Inmediatamente, surgen nuevas necesidades: queremos ver a nuestros amigos, a nuestros familiares; tenemos que hacer conferencias con nuestros equipos, coordinar ideas, enseñar a nuestros alumnos. Para eso necesitamos dos herramientas básicas: videocámaras y plataformas de videoconferencias.
Me contaba un amigo –él y su esposa son profesores de idiomas– que necesitaban una videocámara extra para la computadora de mesa para poder dar clase los dos al mismo tiempo. Fueron a varias tiendas de computación –los colegios habían cerrado, pero aún no había comenzado el confinamiento–, y la respuesta siempre era la misma: “No quedan, solo los modelos más caros”. Buscaron en internet y el resultado fue más o menos el mismo. Podemos imaginarnos que las empresas que las fabrican van a tener un año como ninguno.
Por otro lado, plataformas como Zoom, que antes de la pandemia estaban restringidas a la comunicación a nivel empresarial y a conferencias entre ejecutivos y grupos de trabajo, hoy en día son utilizadas por millones de personas, ya sea para dar clases, hacer teatro, cantar en un coro o cualquier actividad que nos podamos imaginar.
¿Fue esta crisis una oportunidad para ellos? Claro que sí. ¿Fue suerte? Y, sí, estaban en el rubro correcto. Pero no alcanza solo con la suerte de tener una oportunidad; hay que estar equipados para transformarla en algo positivo. No todos los que estaban en el rubro ganador pudieron aprovechar esta “suerte” de la misma manera. No hay que olvidar que, en el caso de Zoom, por ejemplo, tuvieron una capacidad de reacción lo suficientemente rápida como para crecer e ir resolviendo los problemas que se les presentaron, que seguramente fueron muchos –incluidos problemas de seguridad, ampliación de servers, etc.–, y que para esto debían contar con el equipo de gente adecuado y la capacidad financiera necesaria.
Como prueba de ello, encontramos que plataformas de teleconferencias hay muchísimas, pero no todas alcanzaron los objetivos deseados, a pesar de haber sido tocadas por la suerte. Hay que estar siempre preparados para enfrentar los cambios, ya sean positivos o negativos.
Por eso es muy importante este aspecto: entender que, cuando hablamos de oportunidad, por lo menos en este libro, no estamos hablando de suerte, sino de cómo, durante una crisis, a partir de analizar todas las variables que la conforman, podremos detectar una oportunidad de mercado y aprovecharla.
Las variables pueden ser externas: por ejemplo, cuánto tiempo va a durar la crisis, qué va a cambiar en el comportamiento de los consumidores de los productos que nosotros vendemos; e internas: qué organización tenemos, si estamos preparados para cambiar, si tenemos reservas financieras para invertir.
Todas estas cuestiones son las que configuran el tal vez, solo si uno analiza bien el entorno, construye escenarios con diferentes probabilidades de ocurrencia y empieza a invertir con fuerza durante la crisis. Que una vez que esta pase o empiece a recuperarse, uno pueda realmente empezar a aprovechar esa crisis que logró transformar en oportunidad.
Por último, y recapitulando lo que analizamos anteriormente, la oportunidad depende de uno. La oportunidad no es algo que te viene a buscar. Lo que te encuentra es la suerte; la oportunidad, no. Entender el concepto de “Crisis igual a oportunidades” tiene que ver con eso: con quienes tienen la capacidad, en medio de la crisis, en medio de una caída, en medio de algo de donde parece que nunca se va a salir, de reinventar su negocio o una parte de él para quedar mejor parados una vez que se empiece a salir de la crisis. Y ahí sí, poder contarles a los demás que uno supo aprovecharla y transformarla en una oportunidad para su empresa, para su negocio o para su país.
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