La constatación de hechos nos ofrece explicaciones de los acontecimientos que vivimos, pero no nos enseña el sentido profundo de ellos. Los autores de los Evangelios, por el contrario, nos presentan no solo los hechos sino también su sentido, significación y designio divino. Por ejemplo: Jesucristo murió en la cruz por nuestros pecados. Que murió en la cruz, es un hecho del cual hay muchos testigos; por nuestros pecados, es el sentido del hecho que solamente los creyentes lo captan por la fe.
Se nos ha tratado de convencer de que lo “políticamente correcto” es excluir la visión de fe y la religión de los acontecimientos temporales y de este modo, se nos fomenta el divorcio entre la fe y la vida, este sigue siendo uno de los más graves errores de nuestra época (2). Procuraré evitar este escollo.
Las páginas que siguen testimoniarán la dimensión religiosa y teológica de la existencia. Se ubican, además, en el ámbito de las realidades terrenas y humanas. Aunque no desde una perspectiva científica y sociológica, sino desde el ojo de un observador que ama la vida y a todos los seres humanos, tal como existimos. Y que ha prestado un oído atento a variadas voces, de uno y otro lado de la “grieta”.
Nos ocupamos una vez más de la Ideología de género (3). La tarea no es sencilla debido a su vigencia en la hora actual, nos falta perspectiva y nos sobran experiencias. Se corre también el riesgo de combatirla sin comprenderla, de abrazarla desde la ignorancia o de considerar que se trata de algo que no nos incumbe, pecando así por irresponsabilidad y por omisión. Retomo y enriquezco, así lo espero, lo escrito hace apenas un año. Este es mi pequeño aporte de hoy.
Sin intención de ofender a nadie, tengo que decir que la Ideología de género implica una peculiar malicia, pues se trata de la corrupción de un bien. Hay corrientes feministas que poseen valores innegables (y lamentablemente no faltan machismos sexistas que las combaten). La Ideología de género, en su lucha contra el “patriarcado”, radicaliza los feminismos hasta anularlos, nos priva así a todos de sus beneficios. Daría la impresión de que esta ideología, en su lucha contra otros feminismos, se asemeja a cierta “falocracia” (4).
El Papa Juan Pablo II desde hace ya varios años, 1995, hablaba de la necesidad de elaborar un “nuevo feminismo”, decía así:
En el cambio cultural en favor de la vida las mujeres tienen un campo de pensamiento y de acción singular y sin duda determinante: les corresponde ser promotoras de un “nuevo feminismo” que, sin caer en la tentación de seguir modelos ‘machistas’, sepa reconocer y expresar el verdadero espíritu femenino en todas las manifestaciones de la convivencia ciudadana, trabajando por la superación de toda forma de discriminación, de violencia y de explotación. (…) Vosotras estáis llamadas a testimoniar el significado del amor auténtico, de aquel don de uno mismo y de la acogida del otro que se realizan de modo específico en la relación conyugal, pero que deben ser el alma de cualquier relación interpersonal. (5)
El Papa Juan Pablo parece haberse inspirado en la filósofa y santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein). Los artículos y escritos sobre la mujer, elaborados entre 1928 y 1932, son imprescindibles aún hoy día para comprender y elaborar un feminismo acorde a la fe cristiana. Su frase: “ninguna mujer es solamente mujer” nos recuerda, por contraste, a la feminista, también filósofa, Simone de Beauvoir, con su lema: “no se nace mujer sino que se llega a serlo”.
Este “nuevo feminismo” puede valerse de la “Perspectiva, categoría o teoría de género”. Se trata de una herramienta conceptual de análisis socio-cultural que muestra que las diferencias entre varones y mujeres no se dan solo por su determinación biológica, sino también por las diferencias culturales asignadas a unas y otros. Esta “teoría” ayuda a comprender que la vida de las mujeres y de los varones pueden modificarse en la medida en que no están determinadas por la naturaleza. Más específicamente, la aplicación de esta Perspectiva de género en los estudios sociológicos ayuda a discernir cómo se da la discriminación de la mujer y los medios para erradicarla. Se trata, en el fondo, de que toda persona humana sea tratada según su innata dignidad personal.
Pero, ¿qué es una ideología? La entiendo así: es una teoría que ha viciado sus principios introduciendo en su fundamento una falsedad, por eso es difícil defenderla racionalmente y para comunicarla hay que imponerla.
Digamos, como de paso, que algunas corrientes feministas radicales dicen precisamente eso respecto del “binarismo social y la “herterosexualidad matrimonial” de la cultura actual basada en la tradición cristiana. Nos dicen: es una ideología pues contiene principios falsos (hay formas no-binarias, más allá del binarismo heterosexual, de vivir el sexo y la sexualidad) y, además, busca implantar un biologismo y naturalismo exclusivista, mediante tradiciones y leyes que la imponen imperativamente, como en el caso del matrimonio civil entre un hombre y una mujer y la familia basada en la heterosexualidad parental.
Ahora bien, ¿qué entiendo por Ideología de género? Se trata de un fenómeno socio cultural, polifacético, dinámico, con múltiples objetivos según diferentes factores, pero que confluyen en un fin común: la de-construcción de la cultura occidental cristiana. En el fundamento de este fenómeno ideológico subyace una falsedad que distorsiona la realidad: el quehacer humano cultural suplantó a la naturaleza humana en su dimensión sexual binaria, varón y mujer. En otras palabras: no nacemos mujeres y varones sino que nos auto-construimos como tales. La cultura (género) ha suplantado a la naturaleza (sexo), la sociedad toma el lugar de la biología. La media verdad del necesario cultivo humano de nuestra naturaleza sexual se ha convertido en una verdad absoluta y excluyente, negadora y falsa, intolerante e impositiva.
Esta Ideología fue tomando forma a lo largo del tiempo gracias a diferentes “agentes”: pensadoras perspicaces, minorías segregadas, revolucionarios sociales, promotores de progreso, aprovechados y oportunistas. En definitiva, hemos negado al Creador jugando a la fabricación de nosotros mismos. Abrazamos la ecología, pero negamos nuestra naturaleza dada y recibida. Haciendo propio el decir de Eva, podemos parafrasear: la serpiente nos sedujo y comimos...
En palabras simples, la Ideología de género se ha “pasado de rosca”: se trata de la Perspectiva de género viciada en su origen y, en consecuencia, defendible solo mediante la imposición, la fuerza o la violencia. Ya no podemos hablar de “feminismo” ni de perspectiva. La herramienta de análisis se ha convertido en un instrumento totalitario y dictatorial. La injusta desigualdad ha sido subvertida, pero en el sentido contrario del precedente. La guerra de la mujer contra el varón ha comenzado. Y, a río revuelto, ganancia de pescadores. El astuto pescador que pesca más y mejor es el enemigo de la “naturaleza humana”, según diría san Ignacio de Loyola.
El discurso sobre el tema que me ocupa ha de encarar satisfactoriamente una cuádruple situación.
~ No siempre es sencillo combatir el error sin herir al equivocado.
~ Es también difícil ser, al mismo tiempo, simple como paloma y astuto como serpiente.
~ Es arduo, hasta el límite de lo imposible, dialogar con un(a) “monologista”.
~ Por último, es penoso y trabajoso discernir la cola del Maligno y sacarlo de su madriguera, evitando al mismo tiempo que alguien o algunos se sientan demonizados.
La única forma de salir airoso de la empresa es mirar a toda persona humana con respeto y amor, pidiendo a la Inmaculada y Santa María, Madre de Dios y de la Iglesia, que nos regale este don por conquistar.
Pongo, finalmente, las cartas sobre la mesa. En este librito –opúsculo, al decir de los antiguos– voy a abordar varios aspectos de la realidad que me ocupa, encuadrados por una introducción y conclusión. En esta Introducción planteo el tema y la perspectiva desde la cual lo abordo y, sobre todo, aclaro lo que entiendo inicialmente por Ideología de género. El camino temático que voy a seguir es el siguiente:
~ La “buena noticia” (cristiana) sobre la mujer.
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