La Vida en la Casa del Padre. Wayne Mack. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Wayne Mack
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Философия
Год издания: 0
isbn: 9781629462363
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Testamento se identificara externamente con el pueblo del pacto de Dios (Gén. 17:9-14, 23-27; 34:14-17), así mimo el Nuevo Testamento no contiene ni siquiera una insinuación de alguien que fuera verdaderamente salvo y no fuera miembro de una iglesia local. Como escribió R. B. Kuiper:

      Es claro que en los días de los apóstoles fue una práctica universal recibir a los creyentes dentro de la iglesia visible por medio del bautismo.

      ¿Qué cosa podría ser más lógica? El que cree en Cristo se une a Cristo. La fe le une a Cristo. Ahora es miembro del cuerpo de Cristo, la iglesia invisible. Ahora bien, la iglesia visible es sólo la manifestación externa de la iglesia invisible. Cada miembro de la iglesia invisible debería, por supuesto, ser miembro de la iglesia visible. Muy significativo es en relación con este asunto Hechos 2:47: “Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos”. El Señor no sólo quiere que aquellos que son salvados se unan con la iglesia, sino que Él mismo les une a la iglesia. Y la referencia es inequívocamente con relación a la iglesia visible.

      ¿Hay que concluir que los que están fuera de la iglesia visible están también fuera de Cristo? No, de ninguna manera. Es posible que un verdadero creyente por razones circunstanciales poco comunes no se una a la iglesia visible. Se puede concebir, por ejemplo, que uno puede creer en Cristo y morir antes de recibir el bautismo. Pero la circunstancia es excepcional. La regla bíblica es que, mientras el ser miembro de la iglesia no es un requisito para la salvación, es, en cambio, una consecuencia necesaria de la salvación. Fuera de la iglesia visible “no hay posibilidad ordinaria de salvación” (Confesión de Fe de Westminster, Capítulo XXV, Sección II).18

      El compromiso con una iglesia local no es sólo la responsabilidad asumida por cualquiera que afirme ser parte de la iglesia universal, sino que también es la única respuesta apropiada a las verdades que aprendimos en el capítulo 1 acerca de la importancia de la iglesia. Algunos de los versículos mencionados en aquella discusión se referían al cuerpo invisible, mundial; pero esos constituyen sólo una pequeña minoría de los usos de la palabra griega ekklesia en el Nuevo Testamento. De las 110 veces que esa palabra es traducida como “iglesia”, sólo 17 son referencias claras a la iglesia universal, mientras que 90 indican sin duda alguna a la iglesia local. Incluso en aquellas pocas veces en que los escritores del Nuevo Testamento se están refiriendo a la iglesia universal, no se puede eliminar de la palabra la idea de una iglesia local, porque las dos están unidas de manera muy inseparable, siendo una la manifestación visible de la otra.

      Si la iglesia es la casa de Dios, la columna y el baluarte de la verdad, el cuerpo por el que Cristo murió, y la forma presente de Su reino y de Su pueblo, entonces toda persona que afirma pertenecerle a Él, debiera pertenecer a la iglesia local. Carlos Spurgeon habló de manera muy significativa acerca de esa verdad hace más de cien años:

      Yo sé que hay algunos que dicen: “Yo me he entregado al Señor, pero no tengo la intención de entregarme a ninguna iglesia.” Ahora bien, ¿por qué no? “Porque yo puedo ser un cristiano sin ella.”

      ¿Estás completamente seguro de eso? ¿Puedes ser tan buen cristiano desobedeciendo a los mandatos de tu Señor como siendo obediente? Piensa en un ladrillo. ¿Para qué está hecho? Para ayudar a edificar una casa. No tiene ningún sentido que ese ladrillo te diga que es un ladrillo tan bueno mientras que está dando vueltas por ahí, como cuando está en la casa. Es un ladrillo bueno para nada. Así mismo, vosotros cristianos que andáis de acá para allá, yo no creo que estéis cumpliendo con vuestro propósito. Estáis viviendo contrariamente a la vida que Cristo quiere que viváis, y sois responsables del daño que hacéis.19

      Muchas de las personas que asisten a las iglesias en nuestros días, tal vez, la mayoría de ellas, no están familiarizadas con un compromiso bíblico con la iglesia. Si simplemente llegasen a ser conscientes de su importancia e hiciesen ese compromiso, entonces el problema de la membresía de la iglesia quedaría resuelto en sus vidas porque estarían dispuestos a unirse a la iglesia a la cual se están comprometiendo. O si están en una iglesia que no tiene membresía, deberían hacer todo lo que les sea posible en esa situación para estar comprometidos con el cuerpo. Pero nos damos cuenta de que también hay muchos cristianos que ya están comprometidos con una iglesia local y dirían que no hay necesidad de pasar por ningún proceso de entrevistas ni de ser incluidos en una lista. Dicen que el compromiso con la iglesia no tiene que reflejarse necesariamente en un proceso formal de membresía. Entre ellos están algunos de los propios líderes de iglesias, como aquellos en la denominación mencionada al principio de este capítulo.

      El resto de este capítulo está dirigido tanto a estas personas como a aquéllas que no se comprometen. Creemos que los principios bíblicos y la sabiduría sostienen la idea de identificar específicamente, públicamente, e incluso legalmente a aquellos que son parte de una iglesia. Lo ideal sería que cada iglesia tuviese una lista de miembros que contuviera los nombres de cada creyente que adora allí con regularidad. Y cada creyente que adora allí debería estar dispuesto y deseoso de ser identificado con la iglesia de esa manera.

      La Obligación de la Obediencia

      En ambas iglesias donde nosotros ministramos, los ancianos le han pedido a cada creyente que ha decidido adorar con nosotros que se una a la iglesia por medio de un proceso formal de membresía. Ese proceso implica una clase en la que se explica la membresía, una entrevista con uno de los líderes de la iglesia, y un compromiso público y una bienvenida durante uno de nuestros cultos. La mayoría de las demás iglesias tienen un proceso similar desarrollado y fomentado por sus líderes. Esta debería ser una razón suficiente para cualquier cristiano en esos cuerpos para convertirse en miembros de iglesia, basada en la clara enseñanza de estos pasajes:

      Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan; y que los tengáis en mucha estima y amor por causa de su obra. Tened paz entre vosotros. (1 Tes. 5:12-13)

      Obedeced a vuestros pastores y sujetaos [a ellos;] porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta. Permitidles que lo hagan con alegría y no quejándose, porque eso no sería provechoso para vosotros. (Heb. 13:17 LBLA)

      Así que si los líderes de tu iglesia quieren que te hagas miembro de ella, entonces Dios mismo quiere que te hagas miembro, porque Dios los usa para guiarte a su voluntad. Y observa que ese último pasaje no sólo te dice que obedezcas y que te sometas a tus líderes, sino que contiene un tercer mandato que con frecuencia se pasa por alto. Dice que debemos ayudar a nuestros líderes a cuidar de nuestras almas con gozo. No sólo hemos de hacer lo que nos dicen que hagamos (a menos que nos digan que pequemos), sino que también hemos de hacer todo lo que podamos para facilitarles que lleven a cabo su supervisión.20 Sin lugar a dudas, la membresía de la iglesia facilita a los líderes el pastoreo del rebaño, por las siguientes razones. Estas razones no sólo deberían ayudar a quienes asisten a la iglesia a ver la importancia de hacerse miembros, sino también de convencer a algunos de los propios líderes a establecer y animar un proceso de membresía:

      La membresía es esencial para una administración ordenada de la iglesia. Dios ha otorgado a la iglesia su multiforme gracia, la verdad de Su Palabra, y las almas de Su pueblo redimido. La iglesia debe ser una administradora fiel de estos tesoros, y para hacerlo debe poner mucho cuidado en el desarrollo y el mantenimiento de su estructura y organización. ¿Por qué los negocios que luchan por una ganancia económica de corta duración han de ser administrados de una manera más prudente, seria y comedida que una institución que está trabajando para almacenar tesoros en el cielo (Juan 6:27; Mat. 6:19-21)? Por el contrario, nosotros debemos hacerlo todo “decentemente y con orden” (1 Cor. 14:40), y la membresía juega una parte vital en la estructura de cualquier iglesia. Eric Lane escribió:

      En la Biblia, algunas veces la iglesia es comparada a un cuerpo, otras veces a una familia o una casa, algunas veces a un reino, algunas veces a un ejército. Para que cualquiera de esos organismos funcione adecuadamente, se requiere algún tipo de orden. Lo mismo se aplica a la iglesia. La iglesia no es simplemente una colección vaga de individuos, sino una estructura íntimamente tejida como un cuerpo humano (Ef. 4:16), y por lo tanto tiene que estar correctamente organizada.