Por fuera de esta premisa elemental, seguiremos especulando en el vacío a propósito de qué rostro tendrá la “salida”, si es que la hay, de la catástrofe. ¿Comunismo o fascismo? ¿Nuevo estado de bienestar o radicalización del “neoliberalismo”? No hay manera de saberlo. Lo que sí es patente, y patético, es que cualquiera de esas “soluciones” se las espera viniendo de arriba, como se dice vulgarmente: será el Estado -que en su formato actual nada tiene que ver con el capitalismo, como se sabe-, o será algún burgués bondadoso como Bill Gates, o lo que fuera, pero siempre cayendo del cielo, como los platillos voladores de los marcianos, o como el propio virus, y no por una transformación radical producto de la acción consciente de las masas desde “abajo”. En estas condiciones, y aun cuando esta vez “zafemos”, el fin de la humanidad estará siempre a la vuelta de la esquina, y ya no podremos contar con un Orson Welles que, alejando el pánico, nos convenza de que es una simple ficción.
*Sociólogo, ensayista y crítico cultural. Doctor en Ciencias Sociales de la UBA. Fue Vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y Profesor titular de Antropología del Arte en la Facultad de Filosofía y Letras, de Teoría Política en la Facultad de Ciencias Sociales, ambas de dicha Universidad.
La crisis del coronavirus, la xenofobia,
el antisemitismo y los grupos neonazis
en Alemania
Helmut Dahmer* (alemania)
Helmut Dahmer es un sociólogo alemán. Estudió con Adorno y Horkheimer. Se doctoró en 1973 y desde 1974 es profesor de sociología en la Universidad de Darmstadt. Fue coeditor de la revista Pshyché. A principios de los 80 denunció la política colaboracionista de las instituciones psicoanalíticas durante el nazismo. Las polémicas hicieron que perdiera su puesto en dicha revista. Fue cofundador del Hamburgian Institute for Social Research en 1984 y del Centro Psicoanálisis y Sociedad en Lima.
Tiene una importante producción escrita. Entre sus libros traducidos al castellano encontramos Libido y Sociedad. Estudios sobre Freud y la izquierda Freudiana (1983), La sociología después de un siglo de barbarie (2005). Es también el editor de las obras anotadas de León Trotski en alemán. Se han publicado ya siete volúmenes y hay otros en preparación.
Hemos publicado en Topía su texto “El dispositivo antisemita”
Publicamos esta entrevista exclusiva hecha en Viena, el 15 de abril de 2020.
Luego del atentado de Halle en octubre 20191 usted publicó una serie de textos que escribió en las últimas tres décadas referidos al tema de la xenofobia, el antisemitismo y el nacionalsocialismo2. ¿Qué nos puede decir sobre estos temas?
En la primavera de 1945, al final de la guerra vi, siendo un niño, cómo la sociedad asesina nacionalsocialista, de un día para el otro, contrita y temerosa, buscaba deshacerse de su pasado. La pequeña ciudad de Nordhessen en la que crecí contaba con sólo un par de miles de habitantes; algunos de ellos habían deportado y matado en los campos de concentración a muchos judíos3. Los poetas locales, como nuestro ministro del interior en funciones4, ni se imaginan este tipo de siniestra tierra natal…5
El proyecto del nazismo de someter a Europa al dominio alemán había fracasado y dejó inmensas montañas de cadáveres y montones de ruinas. Era el momento en que había que borrar de la memoria mediante un enorme esfuerzo colectivo doce años de la historia social y de vida y ser silenciados de manera duradera6. Cuando el frente oeste se iba acercando a nuestro pueblo enseguida se quemaron escritos nacionalsocialistas, se escondieron cosidas dentro de cabezas de muñecas condecoraciones de guerra y emblemas partidarios, se enterraron banderines con la esvástica; el “Vokssturm”7 se puso en acción para erigir barreras antitanques, una unidad SS se atrincheró tras una barricada en la orilla norte del pequeño río del pueblo y luego los puentes volaron por los aires. Se trataba de contener a las tropas extranjeras por un par de horas y al mismo tiempo cumplía el propósito de desprenderse del pasado más cercano. Cuando aparecieron los primeros tanques y jeeps americanos repentinamente no se levantó ni un solo brazo para el saludo hitleriano. Borrarlo y enterrarlo. Omertá era el nuevo consenso básico y sobre la base del Gran Olvido unos años más tarde se construyeron los dos estados alemanes (con una mirada social y psicológica: ambos sobre terreno poco firme). Porque el desesperado salto al olvido hizo escuela, ahora cada generación enseña a la que le sigue el arte alemán del ocultamiento. Los años de posguerra fueron el tiempo propicio de los que cambiaron su identidad y se ocultaron tras una careta. También el escenario político actual muestra una mascarada confusa: negacionistas e ignorantes en medio de nostálgicos que añoran los tiempos asesinos; los que se identifican con la ideología nacionalsocialista reemplazan a los “demócratas” oportunistas, y algunos antisemitas presumen de ser los mejores amigos de Israel.
Hasta hoy es rechazado todo lo que recuerda los “oscuros” doce años en que gobernó el nazismo. Esto se debe a los historiadores que entierran el pasado, y también a autores, ideólogos y bandas de asesinos nacionalistas que lo representan. Son mal vistas las comparaciones entre lo que hoy propagan los Höcke8 y lo que escribió Hitler en 1924 en la fortaleza de Landberg. Entre el atentado a la burgomaestre de Colonia Reker y el asesinato del presidente del gobierno de Kassel el político Walter Lübcke9 por un lado, y por el otro el asesinato de Erzberger y Rathenaus10. En aquel entonces eso había sido “algo muy diferente”, es lo que dice el coro de los ignorantes y negacionistas...
Como sociólogo y socialista desde los años ochenta seguí de cerca y con creciente preocupación el resurgimiento de grupos políticos nacionalsocialistas. Las reacciones oficiales frente al atentado de Halle en octubre 2019 resultaron tan torpes y funestos como en todos los casos parecidos: sorpresa, asombro, desconcierto, consternación, rituales de duelo estandarizados, e inmediatamente el pedido de leyes más rigurosas. Cada uno de estos atentados son tomados como si se tratara de un acontecimiento totalmente novedoso y precisamente por eso inesperado e “inimaginable”. Luego de las 100 víctimas asesinadas en los años noventa y la serie de asesinatos de la banda-NSU11 “la gente” se sigue mostrando desprevenida, no quiere ver que detrás de los “autores individuales” hay un grupo de igual ideología que espera seguir haciendo atentados. Con mi nuevo libro trato de mostrar este olvido pathico.
¿Podría aclarar una vez más la relación entre el salto a la amnesia de 1945 y lo que usted reprocha a la generación actual como “olvido pathico”?
La guerra de exterminio nacionalsocialista y el holocausto, el gran olvido, y la impunidad luego de 1945, junto a muchos otros factores, pertenecen al legado cultural que una generación transmite a la otra. El poder que estas tradiciones funestas ejercen sobre los presentes es tanto más fuerte cuanto menos son conscientes de ese poder. Tanto los autores materiales de los atentados como los demagogos que los alientan son actores que representan una pieza archiconocida del pasado que nadie quiere ya recordar. Lo que los ejecutores de un atentado actúan hoy en miniatura, ya fue representado en la monstruosa escena alemana luego de 1918 y sobre todo desde el ascenso de Hitler y durante la guerra, es decir en el periodo 1933-45, y en los territorios europeos ocupados por el ejército hitleriano. Allí el “mal” se convertía en “banal”, es decir, en cotidiano. Quien haya “borrado” ese pasado