La Pasión de Dios por Su Gloria. John Piper. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: John Piper
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Философия
Год издания: 0
isbn: 9781629461922
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es la verdadera adoración. Los afectos legítimos hacia Dios son un fin en sí mismo. Yo no puedo decirle a mi esposa: “me deleito grandemente en ti para que me hagas una buena comida.” No es así como funciona el deleite. El deleite debe enfocarse en ella no en una buena comida. No le puedo decir a mi hijo, “me gusta jugar pelota contigo—para que cortes el césped del patio” Si tu corazón se deleita verdaderamente en jugar pelota con tu hijo, ese deleite no debe ser un medio para que él lo que te favorece.

      Yo no niego que la adoración congregacional autentica pueda tener cientos de buenos efectos en la vida de la iglesia. De la misma manera que el verdadero afecto en un matrimonio, la adoración autentica hace que todo sea mejor. Mi punto que en el grado en el que “adoremos” por otras razones que no sean Dios mismo, la adoración deja de ser autentica. Mantener la satisfacción en Dios en el centro nos guarda de esa tragedia.

      Las Misiones Mundiales: Pasión por la Gloria

      de Dios en el Gozo de las Naciones

      Implicación #11 . Si el despliegue de la gloria de Dios y el más profundo gozo del alma humana son una misma cosa, entonces las misiones mundiales son una declaración de las glorias de Dios entre todas las naciones no alcanzadas con el fin de reunir adoradores que magnifiquen a Dios con el gozo de vidas radicalmente obedientes. “Proclamad entre las naciones su gloria” es otra manera de expresar la Gran Comisión (Salmo 96:3); “Alégrense y gócense las naciones” también lo es (Salmo 67:4). La meta es la misma: la gloria de Dios exaltada en el regocijo de las naciones.

      El apóstol Pablo combinó la gloria de Dios y el gozo de las naciones diciendo que la meta de la encarnación fue “mostrar la verdad de Dios…para que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia, como está escrito… Alegraos, gentiles, con su pueblo”. (Rom. 15:8-10). En otras palabras, el regocijo en Dios y la adoración a Dios son una, y eso es la meta de las misiones mundiales.

      Nosotros Recibimos la Ayuda, Él Recibe la Gloria

      Implicación #12. La oración es clamar a Dios por ayuda pues es claro que en Él es gloriosamente capaz y nosotros humilde y felizmente necesitados de gracia. El Dador recibe la gloria. Nosotros recibimos ayuda. Esa es la historia de la oración. “invócame en el día de la angustia; Te libraré, y tú me honrarás”. (Salmo 50:15). Jesús dice que busques dos cosas en la oración: tu gozo y la gloria de Dios: “pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido” ( Juan 16:24), “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo” ( Juan 14:13). Estas no son dos metas sino una. Cuando nos deleitamos en el Señor, el Señor es glorificado en concedernos el deseo de nuestro corazón (Salmo 37:4).

      Erudición: Contemplando y Degustando a Dios en Cada Rama del Saber

      Implicación #13. La labor de los estudios académicos cristianos es estudiar la realidad como la manifestación de la gloria de Dios para hablar de ella con precisión y saborear la belleza de Dios en ella. Creo que Edwards consideraría una masiva abdicación a la erudición el hecho de que tantos cristianos hagan tanto trabajo académico con tan escasa referencia a Dios. Si el universo y todo lo que en él existe es el diseño de un Dios infinito y personal para que su multiforme gloria sea conocida y amada, entonces abordar cualquier tema sin referencia al Dios de gloria no es erudición sino insurrección.

      Además la demanda es aún mayor: pues la erudición cristiana tiene que ser permeada por afectos espirituales para la gloria de Dios en todas las cosas. La mayoría de los académicos saben que sin el apoyo de la verdad los afectos degeneran en un emocionalismo sin fundamento. Pero no muchos académicos reconocen lo contrario: que sin el estimulo de los verdaderos afectos espirituales, ver la plenitud de la verdad en todas las cosas es imposible. Por eso Edwards dice, “donde hay luz sin calor o una cabeza que almacena nociones y especulaciones con un corazón frio y desafecto no puede haber nada divino en esa luz y ese conocimiento no es el verdadero conocimiento espiritual de las cosas divinas.”62

      Uno podría objetar que el tema de la de la psicología, la sociología, la antropología, la historia, la física, la química, el inglés, o la computación no son “cosas divinas” sino “naturales.” Pero eso pierde de vista el primer punto: para ver la realidad en verdad tenemos que verla en relación a Dios quien la creo, la sustenta y le da todas sus propiedades, relaciones y diseño. Ver todas las cosas en cada disciplina es ver “las cosas divinas”—las cuales, al final, son las principales cosas—. Por lo tanto, dice Edwards, no podemos verlas y no podemos tener erudición cristiana si no tenemos percepción espiritual y deleite en Dios, si no somos capaces de captar Su belleza en las cosas Él ha hecho.

      Esta percepción, Edwards dice, es dada por Dios a través de un nuevo nacimiento sobrenatural, efectuado por la Palabra de Dios. “El primer efecto del poder de Dios en el corazón en la regeneración, es darle al corazón un gusto o sentido de lo divino; hacerlo que deguste la belleza y dulzura de la suprema excelencia de la naturaleza divina.”63 Por lo tanto, para hacer estudios académicos cristianos, una persona debe ser nacida de nuevo; esto es, una persona que no solo ve los efectos de la obra de Dios, sino que también saborea la belleza de la naturaleza de Dios.

      El esfuerzo racional no es en vano, dice Edwards, aunque todo depende del regalo gratuito de la vida y la visión espiritual dado por Dios. La razón es que “mientras más conocimiento racional tengas de las cosas de Dios, más oportunidad tendrás, cuando el Espíritu haya inspirado tu corazón, para ver la excelencia de estas cosas y saborear su dulzura.”64

      Es evidente que a lo que Edwards se refiere por “conocimiento racional” no debe ser confundido con el racionalismo moderno que excluye filosóficamente “las cosas divinas.” Aun más relevante en referencia a la intelectualidad cristiana es que para Edwards el “conocimiento racional” también excluye la imitación cristiana del método usado por el racionalismo para su labor académica. Pienso que Edwards encontraría que hay una clase de erudición cristiana que es metodológicamente incomprensible por su exclusión de facto tanto de Dios como de Su palabra en el proceso racional. La motivación de tal sistema parece ser el deseo de obtener respeto y aceptación en el mundo académico. Pero el precio es alto. Y creo que Edwards se cuestionaría si a largo plazo ese compromiso terminaría debilitando la influencia cristiana que exalta a Dios porque la concesión al naturalismo es más vociferante que la meta de la supremacía de Dios en todas las cosas. No solo eso sino que la misma naturaleza de la realidad seria distorsionada por una erudición que adopte una metodología que no ponga en primer lugar el fundamento, el poder permanente y la meta de la realidad que es Dios. Donde Dios es metodológicamente menospreciado será imposible un despliegue fiel de la realidad.

      ¿Cómo es entonces que esta visión de la intelectualidad es un resultado de la verdad de que el despliegue de la gloria de Dios y el más profundo gozo del alma humana son una misma cosa? Dios despliega su gloria en la realidad creada que es estudiada por los intelectuales (Sal. 19:1; 104:31; Col. 1:16-17). Pero el propósito de Dios en este despliegue no se realiza si el intelectual no ve ni saborea esta gloria. De modo que gusto, el aprecio y deleite del académico en la belleza de la gloria de Dios es la ocasión en que el despliegue de la gloria es completado. En ese momento, los dos se vuelven uno: la magnificencia de la gloria de Dios está en y a través de lo que la mente y el corazón del académico ven y degustan. Cuando el eco de la gloria de Dios hace eco en los afectos de un intelectual de Dios y resuena en sus palabras y sus escritos, la meta de Dios para la erudición cristiana es realizada.

      Dios es Glorificado Cuando la Muerte es Ganancia

      Implicación #14. La manera de glorificar a Dios en la muerte es enfrentando la muerte como ganancia. Pablo dijo que su pasión era que “Cristo fuese exaltado en [su] cuerpo, sea por vida o por muerte.” Luego agregó las palabras que muestran cómo Cristo seria exaltado en su muerte: “Porque mara mí, el vivir es Cristo y el morir es ganancia” (Fil. 1:20-21). Cristo es engrandecido cuando la muerte es vista como ganancia. La razón de esto es simple: la gloria de Cristo es magnificada cuando nuestros corazones están más satisfechos en Él que en