Lo que dicen los cisnes que sufren
Y luego están los cisnes que sufrieron. Para John Bunyan, William Cowper y David Brainerd, el propósito amoroso de Dios en el dolor fue una de las verdades más preciosas en la Biblia y una de las experiencias más poderosas de sus vidas. Cowper lo expresó en uno de sus himnos más famosos. Observa especialmente las líneas, “Él atesora Sus resplandecientes designios” y “Detrás de una ceñuda providencia”, y “Sus propósitos pronto madurarán” y “Y escudriña Su obra en vano”. Cada una de estas líneas apunta a la convicción profunda y llena de esperanza de que Dios tiene “designios” y “propósitos” en Su dolorosa “providencia” y enigmática “obra”.
En lo profundo de minas insondables
Hechas con una habilidad que nunca falla,
Atesora Sus resplandecientes designios
Y obra Su soberana voluntad.
No juzguen al Señor con sus débiles sentidos,
Sino confíen en Él por Su gracia;
Detrás de una ceñuda providencia
Él esconde un rostro sonriente.
Sus propósitos pronto madurarán,
Revelándose hora tras hora;
El capullo podrá tener un amargo sabor,
Pero dulce va a ser la flor.
La incredulidad ciega yerra con toda seguridad,
Y escudriña Su obra en vano;
Dios es Su propio intérprete,
Y es Él quien nos lo explicará todo21.
David Brainerd compartía la confianza de Cowper en que Dios gobernaba todo lo que le sucedía. Esto despertó en él lo que llamó una “dulce resignación” en todos sus extraordinarios sufrimientos con la tuberculosis y soledad y peligros y toda clase de privaciones lejos de la civilización. Escribió en su diario el domingo 10 de marzo de 1744: “Mi alma estaba dulcemente resignada a lo que Dios dispusiera de mí, en todos los aspectos; y vi que nada me había sucedido que no fuera lo mejor para mí”22. Incluso las desilusiones de ministrar en una condición espiritual “seca y estéril” las vio como algo dentro de los designios del cuidado de su Padre:
Le agradó a Dios dejar que yo estuviera muy seco y estéril; tanto que no recuerdo haber sido enderezado de tal forma durante los últimos doce meses seguidos. Dios es justo, y Él ha hecho que mi alma acepte Su voluntad en este aspecto. Es contrario a la “carne y sangre” estar alejado de toda libertad en medio de un amplio auditorio [audiencia], donde las expectativas son muy altas; pero así eran las cosas conmigo: y Dios me ayudó a decir “Amén” a ello; buena es la voluntad del Señor23.
Si alguien comienza a preguntarse si tal sumisión a la voluntad soberana de Dios sobre todas las cosas produciría un fatalismo pasivo, todo lo que tiene que hacer es mirar honestamente la vida de Brainerd. Produjo lo opuesto. Él fue facultado para seguir adelante contra inmensos obstáculos con la confianza de que Dios estaba obrando a su favor en cada prueba. “Esto, por medio de la gracia, puedo decir en el presente, con respecto a la vida o la muerte: ‘Que el Señor haga conmigo como bien le parezca’”24.
El contexto del Antiguo Testamento para esa última cita confirma el efecto de empoderamiento y liberación de creer en la soberanía triunfante de Dios sobre las batallas de la vida. Joab y su hermano Abisai, con el ejército de Israel, estaban armados contra los sirios y los amonitas. El resultado parecía precario. Entonces Joab le dijo a su hermano: “Si los sirios fueren más fuertes que yo, tú me ayudarás; y si los amonitas fueren más fuertes que tú, yo te ayudaré. Esfuérzate, y esforcémonos por nuestro pueblo, y por las ciudades de nuestro Dios; y haga Jehová lo que bien le parezca” (1 Crónicas 19:12-13). El Señor tenía el control del resultado. Pero esto no paralizó a Joab con fatalismo; lo fortaleció con esperanza. Pase lo que pase –derrota o victoria– el Señor tiene el control y tiene Sus “brillantes designios”. Incluso si el “capullo” sangriento de la batalla resulta tener un sabor amargo, “dulce” será la “flor” del diseño de Dios.
El consejo de Bunyan para los que sufren
John Bunyan escribió más sobre el sufrimiento y lo fructífero de la aflicción que Cowper o Brainerd. Él fue aún más explícito en que hay un propósito y diseño divino en el sufrimiento para el bien de los hijos de Dios y para la gloria de Su nombre. El gran Progreso del peregrino, como dijo George Whitefield, “huele a prisión”. Nació en el sufrimiento, y retrata la vida cristiana como una vida de aflicción. Pero Bunyan veía que su encarcelamiento no era más que lo que Dios había diseñado para él: “Así que, habiendo sido entregado en manos del carcelero, convirtieron la prisión en mi hogar, y he permanecido allí doce años completos, en espera de ver lo que Dios va a soportar que esos hombres me hagan”25.
La fuente más rica de enseñanzas sobre el sufrimiento en los escritos de Bunyan es un libro que escribió para su propia congregación titulado Seasonable Counsel, or Advice to Sufferers [Consejo a tiempo, o ayuda a los sufrientes]26. Apareció en 1684 justo antes de los “Juicios Sangrientos”27. La necesidad de este “consejo a tiempo” no era teórica. Algunos de sus feligreses ya habían sido encarcelados con él. La amenaza era tan real nuevamente que Bunyan transfirió todas sus posesiones a su esposa Elizabeth ante la posibilidad de que fuera encarcelado y obligado a pagar multas que le quitarían todas sus posesiones28. No fue una exageración cuando Bunyan escribió: “Ciertamente, nuestros días han sido días de tribulación, en especial desde que se descubrió el complot papista, porque entonces comenzamos a temer que nos degollaran, que nos quemaran en nuestras camas y que destrozaran a nuestros hijos delante de nuestros rostros”29.
Entonces, ¿qué le diría él a su pueblo para prepararlos ante la probabilidad de sufrir por Cristo? ¿Diría, con el liberal anticuado, “creo que el dolor y el sufrimiento nunca son la voluntad de Dios para Sus hijos”? ¿Diría él con el teísta abierto de hoy en día, “los cristianos con frecuencia hablan sobre ‘el propósito de Dios’ en medio de una tragedia causada por alguien más… pero esto lo considero simplemente como una manera confusa de pensar piadosamente”? No, esto habría sido bíblica y pastoralmente impensable para John Bunyan, cuya sangre era “bíblica”30.
El texto se basa en, 1 Pedro 4:19: “De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien”. Entonces él explica este texto, haciendo las siguientes observaciones:
No es lo que quieran los enemigos, ni lo que ellos hayan decidido, lo que va a suceder, sino lo que Dios quiera, y lo que Dios disponga, eso será hecho… Y así como ningún enemigo puede hacer sufrir a un hombre cuando la voluntad de Dios es otra, de igual manera, ningún hombre se puede salvar a sí mismo de sus manos cuando Dios lo entregue a ellas para Su gloria… Sufriremos o no, según le plazca a Él… Dios ha dispuesto quién ha de sufrir. El sufrimiento no viene por casualidad, ni por la voluntad del ser humano, sino por voluntad y designio de Dios31.
Él continúa diciendo que Dios ha designado no solo quién ha de sufrir sino también cuándo, dónde, de qué manera, por cuánto tiempo y por qué verdad sufrirá32.
“El garfio de Dios está en su nariz”
Si ha habido pastores serios y amorosos en la historia de la iglesia quienes en tiempos de gran persecución han señalado a su pueblo a un Dios que no tiene control ni propósito en su sufrimiento, no lo sé. Pero tal consejo habría sido visto como falso y falto de amor por Bunyan, Cowper y Brainerd. Ellos conocían a otro Dios y vivían con una confianza diferente. Bunyan resumió así la participación de Dios en las persecuciones de Su pueblo:
Todos los caminos de los perseguidores son de Dios. Daniel 5:23. Por consiguiente, así como deberíamos, al mismo tiempo no deberíamos, tener temor de los hombres: les deberíamos tener temor porque nos van dañar, pero no les deberíamos tener temor como