Respecto a lo relativo del poder y las condiciones en que se ejerce (por ejemplo la forma e intensidad), no son definiciones válidas para siempre. Si bien se habla del poder del sindicato o de los directivos, en el análisis de su efectividad (ejercicio) importan las variables que operan en la situación. La dinámica en la relación (su tendencia) tiene un componente estratégico más amplio en el tiempo y el espacio. El poder considerado como fuerza o condición opera sobre situaciones concretas. En un entorno incierto y cambiante, y visto a lo largo del tiempo, la dinámica incluye procesos que actualizan la relación, como la aparición de nuevas oposiciones o resistencias que ponen en crisis el vínculo de poder, lo desestabilizan.
Sostener que el poder es focalizado o explicado en situaciones concretas incluye (no ignora) que existe cierta variación en su ejercicio. Se trata de un vínculo basado en las acciones recurrentes de las partes, como la emisión y aceptación de órdenes, sugerencias o instrucciones. Esa desigualdad es un rasgo distintivo y constante. En una escuela es previsible o estructurada la relación del director con los maestros, incluida cierta diferencia y asimetría legitimada. El ejercicio del poder en lo cotidiano supone situaciones cambiantes que llevan a una respuesta adaptativa. La relación es continua, se explica en un marco organizado, pero se manifiesta en formas diversas (factibles, operantes), el poder definido y el emergente (factible).
La relación de poder tiene sus elementos objetivos, formalizados y establecidos en el momento del diseño, pero también se constituye y opera en situación, en el marco de las redes de interacción en grupo, que tienen sus condiciones pero también su dinámica. Es lo que ocurre cuando existen ajustes en los planes o cambios en el contexto. En la escuela existe una trama de poder e intereses que sustenta las distintas situaciones y relaciones de fuerzas. Una trama compuesta por la voluntad y pretensiones de supervisores pedagógicos, maestros, alumnos, funcionarios públicos del área educacional, más el sistema de reglas y códigos propios de la organización. Todo eso convive con la presencia de líderes informales que, sobre ciertos temas, son reconocidos y tomados como referencia por los docentes; el poder que opera en la complejidad.
d) Lo manifiesto y lo simbólico
En el campo de las aplicaciones, el poder presenta recursos o fuentes que son visibles o literales y otros connotados. En la práctica es la orden o mandato, pero también el manejo de factores que pesan por su fuerza y connotación representativa. Signos, señales e imágenes que aluden a la legitimidad del poder. La orden, el mandato y sus connotaciones, los ritos y ceremonias que refuerzan y explican los contenidos del poder. Destacan el tipo de relación, el grado de exposición o de ocultamiento de las intenciones. También aclaran las fuentes del mandato y generan expectativas sobre los efectos de enfrentarse a la voluntad del emisor.
El poder se ejercita acompañado por expresiones que lo distinguen como una relación de fuerzas, y en esa comunicación se incorporan elementos literales y otros relacionados con el orden de lo simbólico, del imaginario organizacional. La comunicación se refiere a una relación de fuerzas (presión, obligación) y también a las recompensas y castigos asociados. Señales que son diferentes, códigos distintos de otras formas de relación social. Se trata de un vínculo que implica la aceptación o reconocimiento, y que también supone la presencia de resistencias a vencer. El lenguaje del poder evoca imágenes de desigualdad y marca las diferencias entre las partes emisoras y receptoras. Por ejemplo, el mensaje que convoca a una huelga o la comunicación de las políticas de empresa sobre las condiciones que regulan el cambio en las remuneraciones.
Las imágenes del poder operan como marco en el cual se interpretan órdenes, consejos o instrucciones. El poder requiere o refiere una puesta en escena, donde se destacan temas relacionados con el prestigio, la capacidad de liderazgo, imagen pública, espacios de influencia, grupos de referencia, etc. Factores de orden subjetivo o motivacional para asociar el poder a capacidades apreciadas, pero no a la fuerza impuesta. De acuerdo con el contenido de la imagen y su influencia sobre las partes de la organización el poder activa las relaciones (o las inhibe), no solamente por fuerzas manifiestas sino desde la construcción de mensajes persuasivos o motivadores.
En lo personal y en el plano de la subjetividad de las relaciones, las imágenes y símbolos contribuyen a la aceptación, reconocimiento y credibilidad del emisor, y con eso ampliará las bases de legitimación del poder. El poder adopta ciertos modos e imágenes para inducir la voluntad de los receptores, y utiliza formas para instalar una imagen aceptable, no de fuerza física. También induce a formas de pensar (ideologías) para enmarcar las razones de los receptores aunque no de manera lineal, porque en la relación opera la actitud de aceptación o rechazo. El poder simbólico, revestido, motivador, también es relativo.
En el poder opera una evaluación o consideración continua de la relación de fuerzas, de sus equilibrios y sucesos que lo desestabilizan. En el plano de lo imaginario, incluye la lucha por la posesión de los símbolos del poder, que permiten reforzarlo o cuestionarlo, factores en el ámbito de las relaciones y comunicaciones que buscan acceder a los símbolos y, por lo tanto, diferencias del poder reconocido. Diferencias en cuanto a disponer de ventajas laborales, información reservada o participar en redes o reuniones estratégicas, que tienen efectos por su visibilidad pero también por su valor significativo para ponderar posiciones y atribuciones. Son factores reconocidos y apreciados por la cultura de grupos.
El tema de los escenarios, códigos y símbolos se entiende como hechos sociales y culturales. Vistos desde el poder y la política, se instala el modelo de la organización como un sistema sostenido por capacidades adicionales al manejo de los recursos productivos. Los diagramas de fuerzas e influencias junto con la estructura jerárquica. Desde el macro poder también se generan políticas y estrategias de comunicación cuya finalidad es sostener y promover las posiciones de conducción en la estructura, así como impulsar significados o explicaciones que actualicen los propósitos planeados. La realidad compleja muestra las tensiones y brechas entre el discurso oficial y la actividad instituyente o emergente de los grupos sociales que operan en la comunicación y la construcción de significados.
2. Razones, capacidades y presiones
El poder en la organización no significa el simple ejercicio de la fuerza manifiesta, no es análogo a la exigencia física, la coacción o la violencia. El concepto de fuerza sugiere una diferencia o capacidad mayor en cuanto a los individuos y a una desigualdad reconocida en una relación laboral. Es lo que se pone de manifiesto cuando el gerente de personal propone nuevos contratos o sanciones, o cuando los dirigentes gremiales se movilizan con los empleados para solicitar mejoras laborales. Se dinamiza la relación con los actores en situaciones donde el empleo es una variable o necesidad significativa. En tanto que incluye resistencias y rechazos, el poder es relativo. En el marco del análisis dialéctico de los procesos, la relación se explica como fuerzas opuestas y contradictorias.
Así planteado, el poder y la influencia no son objetos externos, no se trata de “algo” que se entienda fuera de la relación. Las desigualdades o la asimetría en las relaciones sociales se sostienen por diversidad de medios, que incluyen el control sobre recursos que otros necesiten, el saber profesional, la influencia personal, la persuasión, sugestión y seducción. No intentamos destacar las mejores o peores formas en abstracto, sino de advertir sobre las diferencias existentes en las relaciones. El análisis de la relación en el contexto nos muestra el poder en sus aspectos positivos y negativos, movilizadores e inhibidores.
El poder es una relación de fuerzas entre emisores y receptores con recursos (materiales, simbólicos) y ciertos fines e intereses diferentes. En esa relación hay una capacidad y voluntad de los emisores que prevalece, a pesar y junto con la resistencia que existe en los destinatarios. En este sentido, Max Weber definió el poder como la probabilidad de un actor de estar en posición de realizar su propia voluntad, a pesar de la resistencia que deba enfrentar. Dicho autor destaca que la probabilidad es un rasgo independiente