Dada nuestra definición de profundidad relacional, es importante destacar que la consideramos un fenómeno relevante para todo el espectro de encuentros humanos y no nos limitamos a la relación terapeuta-consultante. Por lo tanto, aunque este libro se enfoca principalmente en la profundidad relacional en el contexto terapéutico, lo consideramos solo uno de los ámbitos dentro de los cuales pueden producirse dichos encuentros profundos.
El propósito de este libro es explorar la naturaleza de la profundidad relacional y delinear una práctica profesional entre cuyas principales características se encuentre esta forma de relación. Aunque, como autores, provenimos del campo de la terapia centrada en la persona y el enfoque existencial, consideramos fundamental el concepto de “profundidad relacional” para el trabajo de terapeutas de diversos enfoques y escribimos este libro teniendo presente dicha diversidad. Resulta fascinante ver la creciente cantidad de profesionales psicodinámicos y cognitivos moviéndose en esta misma dirección (ver capítulo 1).
Desde el punto de vista del enfoque centrado en la persona, nuestra meta es esbozar y desarrollar una concepción dialógica particular a la terapia centrada en la persona. Esta es una “terapia centrada en dos personas”, o lo que Godfrey Barrett-Lennard (2005), el distinguido autor e investigador de este enfoque, ha llamado recientemente “una psicoterapia relacional centrada en la persona”. Es una perspectiva en la cual el eje básico del trabajo no consiste en mantener una actitud no directiva (ver “terapia clásica centrada en la persona”, Grant, 2004; Merry, 2003) ni en facilitar el cambio emocional per se (ver “terapia experiencial de procesos” y “terapia centrada en la emoción”, Elliot et al., 2004; Greenberg et al., 1993), sino en encontrarse profundamente con la persona y sostener dicha profundidad en la relación.
Aunque esta manera de trabajar puede ya estar implícita en los objetivos profesionales de muchos terapeutas centrados en la persona –quizás particularmente en el Reino Unido– creemos que es hora de hacer más explícita esa postura, como lo están haciendo terapeutas de esta corriente como Peter Schmid (2001a) y Godfrey Barrett-Lennard (2005). Por último, al desarrollar dicha perspectiva dialógica en la terapia centrada en la persona, creemos que se pueden incorporar al mundo del Enfoque Centrado en la Persona algunos de los desarrollos contemporáneos más interesantes en filosofía, psicología y psicoanálisis, así como crear valiosos puentes con otros enfoques relacionales y posmodernos del counseling y la psicoterapia.
El libro está dividido en nueve capítulos. En el capítulo 1 presentaremos una selección de conclusiones contemporáneas del campo de investigación en psicoterapia, así como desarrollos recientes en los campos de la filosofía, la psicología evolutiva y la psicoterapia misma, que sugieren que, para la mayoría de los consultantes, la calidad de la relación terapéutica es probablemente un factor clave en el éxito de la terapia. En el capítulo 2 analizaremos un punto de vista similar pero desde la perspectiva de la “psicopatología”. Creemos que muchas formas de angustia psicológica provienen de –o están compuestas por– una carencia de compromiso interpersonal íntimo, por lo cual un profundo encuentro relacional en terapia puede ser un elemento esencial para el éxito del tratamiento. En el capítulo 3 revisaremos cómo pueden ser esos momentos de profundo contacto entre cliente y counselor; y en el capítulo 4 dedicaremos nuestra atención a la clase de relación terapéutica que se caracteriza por una perdurable sensación de profundidad relacional. En los capítulos 5 y 6 presentaremos ejemplos de trabajo terapéutico al nivel de profundidad relacional a través del estudio de dos casos; en el capítulo 7 veremos cómo los terapeutas pueden facilitar encuentros de esta naturaleza. En el capítulo 8 ampliaremos esa mirada para aplicarla a la agenda de desarrollo personal del profesional, y en el capítulo 9 concluiremos analizando algunas de las implicaciones de nuestro análisis.
Como autores, nuestras relativas fortalezas, intereses y experiencias facilitaron que cada uno participara más activamente en diferentes aspectos del libro. Dave Mearns, con su amplia experiencia como terapeuta centrado en la persona, docente, supervisor y escritor, trabajó en los capítulos más prácticos (5, 6 y 7) y el análisis final (capítulo 9). Mick Cooper, por su parte, con su formación en terapia existencial y su interés en la investigación del diálogo, la intersubjetividad y la psicoterapia, se ocupó de los capítulos más teóricos y empíricos (1, 2 y 3), así como del capítulo 7. Cabe destacar que el borrador del capítulo 4, que sugiere que la profundidad relacional puede ayudar a los consultantes a explorar sus problemas y preocupaciones existenciales, fue escrito primero por Dave Mearns. Cada uno de los capítulos fue revisado varias veces por ambos autores, por lo que el producto final es por completo un esfuerzo conjunto.
Como parte de la preparación para este libro realizamos entrevistas cualitativas en profundidad (Kvale, 1996) a ocho experimentados terapeutas y docentes centrados en la persona. Les preguntamos sobre sus experiencias de encontrarse con sus consultantes a nivel de profundidad relacional y también acerca, por ejemplo, de su manera de experienciar a sus consultantes en esos momentos y lo que consideraban el valor terapéutico de esos encuentros. La información surgida de este estudio se presenta principalmente en el capítulo 3, aunque las respuestas de nuestros entrevistados forman parte de diversos aspectos de este libro.
Para asegurar un total anonimato, cambiamos todas las características que pudieran identificar a los consultantes presentados en este libro y, en algunos casos, los “consultantes” son en realidad una amalgama de diferentes historias de casos. Cuando se usa extensamente el “relato” de una persona, en todos los casos, excepto en uno, consultamos con ella y le propusimos elegir otro nombre. Enfatizamos el hecho de que cambiamos todos los nombres para evitar que alguien crea, erróneamente, reconocerse.
No distinguimos entre los términos “counseling” y “psicoterapia” porque todo lo dicho se puede aplicar a cualquiera de ambas actividades en la mayoría de sus enfoques. En cuanto a nosotros, podemos decir que nos hace igualmente felices ser conocidos como “counselors” o como “psicoterapeutas”, reconociendo que los diferentes rótulos tienden a referirse a la diversidad de contextos más que a prácticas diferenciadas.
Estamos muy agradecidos a Helen Cruthers, Suzanne Keys y Gill Wyatt por sus feedbacks sobre el primer borrador, y a Tessa Mearns, Rachel Owen, Heather Robertson y Norma Craig por el extraordinario apoyo logístico brindado durante la escritura de este libro. Del mismo modo, agradecemos muchísimo el tiempo y esfuerzo que nuestros entrevistados nos concedieron para la investigación. Nos gustaría agradecer también a nuestros supervisados, estudiantes y consultantes a lo largo de los años, ya que han desempeñado un importante rol al ayudarnos a desarrollar las ideas y las prácticas que aquí presentamos. Finalmente queremos expresar nuestra gratitud a Alison Poyner, Louise Wise, Joyce Lynch y otros miembros del equipo de SAGE Publications quienes, como siempre, nos brindaron el indispensable nivel de apoyo, aliento y profesionalismo mientras escribimos este libro.
Dave Mearns y Mick Cooper
Febrero de 2005
1 En Inglaterra, una escuela “Lista D” es una especie de reformatorio para jóvenes delincuentes. (N. de T.)
2 Los chips de pescado (fish suppers