Octava tesis: Medellín encarna el poder propio de la dominación ampliada. El conflicto escalado por el Cartel de Medellín se prolongó en una sólida estructura mafiosa que permanece hasta hoy
Novena tesis: Bogotá representa la modalidad de inserción social de tipo control limitado. En medio de una extendida criminalidad, las prácticas ilegales discurren sin la presencia de núcleos centralizadores que agrupen y subordinen a otros actores
Décima tesis: La ciudad carece de identidad frente a la paz. Reivindicar el derecho urbano a la paz supone el diseño de políticas públicas encaminadas a erradicar sus violencias y criminalidades propias
Referencias
Anexo. Ciudades de Colombia al 2015 según categoría
El asesinato de los líderes sociales: presente y perspectivas. Un análisis desde los líderes rurales
Francisco Gutiérrez Sanín
María Mónica Parada Hernández
Introducción
Los contraargumentos
Paz caliente y patrones de violencia
Mecanismos
Conclusiones
Referencias
Paramilitares o no. Esa es la cuestión
Víctor Barrera
Introducción
Un debate en tres registros
El debate político
El debate jurídico
El debate académico
¿Paramilitares?: una evaluación
Un marco de referencia: ¿qué es el paramilitarismo?
Relación con el Estado
Composición: liderazgos y personal
Vocación contrainsurgente
Organizaciones sucesoras
¿Qué son?
Modalidades de funcionamiento
Conclusiones
Referencias
Anexo
Disidencias: ¿rebeldes obstinados, exguerrilleros narcotraficantes o guerrillas ambiguas?
Mario Aguilera Peña
I. Tipos, prácticas y fases de las disidencias guerrilleras
Disidencias doctrinarias no ligadas con procesos de negociación
Disidencias en oposición a los acuerdos de paz
No es solo la existencia de economías ilícitas
II. Las disidencias de la primera paz parcial
¿“Epelos” o “pelusos”?
III. Disidentes y rearmados de la segunda paz parcial: ¿reconfiguración como rebeldes o como bandas delincuenciales?
Panorama y señales de articulación de las disidencias potencialmente políticas
Perfil de los líderes y discursos disidentes
Mi terruño, la familia y las necesidades de mi gente
Sobrevivir en medio de bandas criminales y carteles internacionales de la droga
Conclusiones
Referencias
Epílogo
General (r) Óscar Naranjo
Economías de guerra en escenarios de posacuerdos: drogas en Colombia y los desafíos de la paz liberal
La ciudad: diez tesis sobre su criminalidad y violencia
El asesinato de los líderes sociales. Presente y perspectivas: un análisis desde los líderes rurales
Paramilitares o no. Esa es la cuestión
Disidencias: ¿Rebeldes obstinados?, ¿exguerrilleros narcotraficantes? o ¿guerrillas ambiguas?
Autores
El viernes 24 noviembre de 2016 se suscribió el Acuerdo de Paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Sin duda, ese acto de clausura encarna un punto de inflexión en la atormentada historia guerrera de Colombia. Más de una razón marca la ruptura. El Acuerdo protocoliza el desarme del ejército insurgente más poderoso de la historia del conflicto armado y abre paso a su agrupamiento en torno a las banderas del partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común. No se trata simplemente de un proceso más de paz: el tránsito de las FARC hacia la política cierra un ciclo de desactivación de la guerra iniciado algo más de una década atrás, cuando los grupos paramilitares negociaron con el gobierno de Álvaro Uribe su desarme y reincorporación.
Sin embargo, casi tres años después de la firma del Acuerdo de La Habana, el panorama no es nada halagüeño. La implementación de los acuerdos de paz ha tenido múltiples inconvenientes: existe un sistemático asesinato de líderes sociales y de exguerrilleros, los cultivos de coca aumentaron de manera significativa, persiste la actividad del ELN, se expanden las estructuras disidentes de las FARC, la criminalidad urbana aumenta y subsisten estructuras criminales fortalecidas por sus articulaciones con los carteles internacionales de la droga. Es, sin duda, un panorama complejo que plantea la pregunta de si estamos ante un coletazo del conflicto o si, más bien, presenciamos una nueva fase de la confrontación, de menor cobertura regional y con fuertes conexiones con las economías ilícitas, quizás con más visos criminales que políticos.
La preocupación es si dentro del cierre del presente conflicto se está incubando el germen de uno nuevo. ¿Acaso se repite aquella constante histórica del siglo XIX según la cual el cierre de cada guerra civil, mediante la expedición de una nueva carta política, genera una corriente reaccionaria acompañada de renovados alzamientos armados? ¿Vuelve a operar la cadena trágica de un cierre de la violencia partidista que crea las condiciones para que irrumpa la violencia de inspiración marxista, impulsada por los procesos revolucionarios de los años sesenta del siglo XX?
Es el cometido que se traza el presente libro, avizorar lo sucedido en el escenario del conflicto dando cuenta de las principales violencias que se resisten a desaparecer, pese a la tentativa de la paz de La Habana. De allí su título, Violencias que persisten. El escenario tras los acuerdos de paz.
El libro busca ponerse de cara al interrogante más acuciante y perturbador que, hoy por hoy, ronda la conciencia pública del país: ¿por qué no podemos construir la paz?, ¿de qué está nutrido el conflicto violento colombiano que vuelve y se recicla, sin importar las iniciativas de paz que se le interpongan en el camino?
Las violencias y los actores que constituyen ese nuevo ciclo violento —sea porque emergen o sea porque se renuevan— constituyen el objeto de estas páginas, en todos los casos mirados