2) Cuando hemos aprendido nuestra debilidad y el poder de la tentación, entonces estamos listos para descubrir el poder de la gracia de Dios. Esta es la gran lección en que el apóstol Pablo fue enseñado por medio de “su aguijón en la carne” (2 Cor.12:7-10).
Segundo: Dios tiene muchas maneras para probar a su pueblo.
Dios prueba a cada creyente en una manera muy personal. En seguida daremos tres ejemplos de los métodos que Dios usa en ocasiones para probar a su pueblo:
a. Los prueba encomendándoles deberes que sobrepasan sus recursos. El apóstol Pablo se refiere a esta clase de prueba cuando escribe: “Pues fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas...” (2 Cor.1:8). Esta fue una prueba que Dios usó para enseñar a Pablo lo que él dice: “Para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos” (2 Cor.1:9). Los creyentes no deberían estar sorprendidos ni desmayados si Dios les encomienda una tarea que pareciera ser demasiado grande para ellos. En esta manera Dios prueba a los creyentes para hacerles ver si su fe en el poder divino es fuerte o débil.
b. Dios prueba a los creyentes permitiendo que sufran por su fe. Algunas veces el sufrimiento es muy severo, aún hasta el punto de la muerte (por ejemplo, el martirio). Tal clase de sufrimiento es una prueba la cual la mayoría de los creyentes temen. Sin embargo, muchos creyentes han encontrado que en forma inesperada les fue concedida la fortaleza para ser torturados y aún para morir por Cristo. Todos los creyentes son llamados a sufrir de alguna forma u otra (Fil.1:29 y 1 Ped.2:21). Tales sufrimientos son llamados por el apóstol Pedro como “la prueba de vuestra fe” (1 Ped.1:7 Versión Antigua).
c. Dios prueba a los creyentes permitiendo que se encuentren con maestros falsos y enseñanzas falsas. En esta manera Dios pone a prueba la lealtad y el amor del creyente hacia El. (Deut.13 es un buen ejemplo de esta clase de prueba.)
Estos son tres ejemplos de la variedad de métodos que Dios usa para probar a su pueblo. Esta clase de prueba que Dios usa siempre tiene la intención de hacer bien a su pueblo. Estamos listos ahora para ver la clase de tentación que Satanás usa.
II. La tentación usada por Satanás con el propósito de lograr que la persona peque.
Ambas clases de tentación contienen la idea de poner a prueba. ¡La tentación siempre es una prueba! En la clase de tentación intentada por Satanás, el punto que tenemos que recordar es el propósito de la prueba. La tentación de esta clase es una prueba diseñada para conducir a la persona a pecar. Dios nunca es el autor de este tipo de tentaciones (Stg.1:13). Esta es la clase de tentación que el Señor tenía en mente cuando advirtió a sus discípulos. Esta es la clase de tentación acerca de la cual estudiaremos en este libro.
La Biblia enseña que hay tres causas principales para este tipo de tentación. A veces estas causas obran juntas y a veces separadamente:
Primero: El diablo como el tentador.
Dos veces en el Nuevo Testamento el diablo o Satanás es llamado “el tentador”. (Mat.4:3; 1 Tes.3:5). A veces el diablo tentará al creyente a pecar introduciendo pensamientos malos o blasfemos en su mente. A veces existe la tentación de dudar de la realidad de Dios o de la veracidad de su Palabra. Esta tentación frecuentemente surge por medio de malos pensamientos mandados por el diablo a la mente del creyente. Tentaciones de esta clase son llamadas “los dardos de fuego del maligno” (Ef.6:16). El creyente no es culpable de pecado por el mero hecho de tener tales pensamientos. El creyente solamente es culpable de pecado si cree estos pensamientos.
Frecuentemente el diablo tienta usando dos de los siguientes métodos:
Segundo: El mundo (incluso la gente mundana) como un tentador.
El pescador usa como anzuelo un gusano sabroso para atraer al pez. En la misma forma, a menudo el diablo usa el anzuelo de alguna atracción del mundo para persuadir a la persona a pecar. El diablo, cuando tentó a Cristo usó los reinos de este mundo como su anzuelo. Fue una sirvienta quien tentó a Pedro para que negara a su Señor (Mat.26:69). El mundo con todas sus cosas y su gente es una fuente constante de tentación para los creyentes.
Tercero: La carne (los deseos egoístas) como un tentador.
A veces el diablo obra a través de los deseos egoístas para tentar a la persona. El diablo tentó a Judas a traicionar al Señor usando tanto la ayuda del mundo (los fariseos y treinta monedas de plata Luc.22:1-6) como la naturaleza codiciosa de Judas mismo. En las palabras de Santiago: “Cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.” (Stg.1:14)
La clase de tentación usada por el diablo es siempre un intento de persuadir de alguna forma a la persona a pecar. Tales tentaciones tienen como su meta principal persuadir a la persona a pecar en alguna o en todas las siguientes maneras: 1) por el descuido de algún deber que Dios le ha encomendado, 2) por guardar malos pensamientos en su corazón y permitir que los pensamientos ya concebidos den a luz el pecado, 3) por permitir que Satanás le distraiga de alguna manera de su comunión con Dios o 4) por fallar en dar a Dios la obediencia constante, completa y universal a todos sus mandamientos incluyendo la manera en la cual la obediencia es rendida.
Ahora estamos listos para reflexionar brevemente en la primera lección mencionada al principio de este capítulo.
III. La tentación es algo contra lo cual el creyente necesita guardarse continuamente.
Ilustraremos los peligros de la tentación usada por Satanás bajo los siguientes dos puntos:
a. El gran daño que las tentaciones de Satanás pueden hacer al creyente.
La meta principal de la tentación es la de conducir a la persona a pecar. Pudiera ser el pecado de hacer lo que Dios prohíbe. Pudiera ser el pecado de no hacer lo que Dios manda. Pudiera ser algún pecado en la carne que puede ser visto por otros, o pudiera ser un pecado en la mente que solo Dios puede ver. Cualquiera que sea el pecado, nunca debemos olvidar que el propósito de la tentación es de dañar la salud espiritual del creyente.
b. La gran variedad de tentaciones que Satanás usa en contra del creyente.
Cualquier cosa que pueda impedirnos hacer la voluntad de Dios debe ser vista como una tentación. Puede ser que sea algo dentro de nosotros (algún deseo malo) o cualquier cosa o persona en el mundo. Cualquier cosa que provoque o anime a una persona a pecar es un tipo de tentación. Casi cualquier deseo que una persona pueda tener, podría convertirse en una fuente de tentación. Desear tales cosas como por ejemplo: una vida tranquila, amigos, un buen nivel de vida, una buena reputación (¡la lista es casi interminable!) no es pecaminoso en sí mismo. Sin embargo, tales cosas pueden llegar a convertirse en una fuente peligrosa de tentación que resulte difícil resistir. Los creyentes necesitan aprender a temer las tentaciones que surgen de tales fuentes ya mencionadas. Deberían temer tales tentaciones tanto como temen las tentaciones que conducen a pecados abiertos y escandalosos. Si fallamos en hacer esto, estamos más cerca del borde de ser arruinados de lo que nos imaginamos.
Capítulo 2
La Tentación:
¡Manéjela con Cuidado!
En la parte principal de este capítulo enfocaremos nuestra atención sobre el peligro de la tentación, considerando el significado de dos frases que encontramos en el Nuevo Testamento:
1. “Entrar en tentación” (Mat.26:41)
2. “La hora de la prueba” (Apo.3:10)
I. “Entrar en Tentación”
¿Qué quiso decir Cristo con la frase “entrar en tentación”? Comenzaremos a responder fijándonos en dos respuestas equivocadas que son muy comunes.
1. “Entrar en tentación” significa simplemente ser tentado. Esta respuesta es incorrecta, porque Dios nunca nos promete una vida libre de tentaciones y Cristo no nos enseña a orar por algo que Dios