y a por él que se marchó.
Nadando se ha acercado
y cuando al tronco llegó
algo en él ha encontrado
que nunca el castor vio.
Lo mira muy fijamente
y no sabe qué pensar
parecía apetitoso
y se decide probar.
Un mordisco allí ha dado
pero algo le pasó
los dientes se han quedado
clavados y se asustó.
Corriendo se ha marchado
la solución no encontraba
en la boca está clavado
y cerrarla no lograba.
Del río sale deprisa
en la orilla se ha parado
pensando qué ha sucedido
pues nunca le había pasado.
Alguien se está acercando
pues ha visto al castor
―Hola amigo ―le dice.
El otro no contestó.
―Veo que estas comiendo
―el que ha llegado decía―,
¿Está rica la castaña?
―curioso preguntaría.
El castor que le ha oído
y que estaba mirando
casi sin poder hablar
le estaba contestando.
―¿Comiendo?, pero ¿qué dices?
esto lo tengo clavado
y no lo puedo quitar
por mucho que lo he intentado.
La paloma que miraba
lo que tenía clavado
enseguida se acercaba
y rápido le ha ayudado.
Le da un gran picotazo
en la castaña clavada
esa salta por los aires
y así le liberaba.
―¡Qué susto tenía amiga!
no me la podía quitar
creí que se pudriría
y no me dejaría tragar.
―Pero ¡qué exagerado!
―la paloma le decía―,
solo era una castaña
algún día se iría.
―¿Y una castaña qué es?
―él curioso preguntaba.
La paloma con paciencia
al castor se lo contaba.
―En unos árboles grandes
que hay por este lugar
le salen unas castañas
la que acabas de probar.
»Luego cuando pasa el tiempo
al suelo se caerán
pronto llegará el invierno
de esa forma avisarán.
―Espera ―dice el castor
que la ha interrumpido―,
¿Qué tiene que ver el tiempo?
o no te he entendido.
Y la paloma le cuenta
porque no ha acabado
―El invierno se acerca
cuando el castaño se ha vaciado.
»Primero caen las castañas
luego las hojas caerán
es el frío que se acerca
así nos avisarán.
»Todos cuando vemos eso
nos vamos a proteger
el castaño nos avisa
y lo tenemos que hacer.
El castor le da las gracias
por la lección que le ha dado
y se mete en el río
y la paloma ha volado.
AMOR
4. PASEANDO UNA MAÑANA
Paseando una mañana
un ciempiés se encontraba
estaba admirando al sol
porque mucho le gustaba
―¿Qué miras? ―está escuchando
a alguien que a su lado
sin que él se enterara
parece que se ha parado.
La cabeza él ha vuelto
para ver quién le hablaba
y de pronto asustado
el ciempiés que se quedaba.
Nunca en toda su vida
ha visto nada igual
un pico grande, muy grande
allí cerquita está.
Asustado el ciempiés
ha comenzado a andar
pero como está nervioso
no lo podía lograr
las patas se le enredaban
y ninguna obedecía
él quería ir para un lado
y ellas se resistían.
Enredadas todas ellas
no han negado a avanzar
y de pronto ha escuchado
―¡Te podría ayudar!
―¿Ayudarme? ―el ciempiés
bajito ha preguntado―,
¿A qué podrías hacerlo?
―Y cayado se ha quedado.
―No sé, a lo que tu digas
ha vuelto a escuchar
quisiera ser tu amiga.
―Él asombrado está.
―¿Amiga, he escuchado?
eso no será verdad
seguro que a comerme
tu intención esa será.
―¿A comerte?, hay que risa
―la otra así decía
solo soy una paloma
que volaba y te veía.
Como estoy muy sola
enseguida he pensado
que si hablaba contigo
y por eso me he posado.
Pensándolo el ciempiés
un ratito se ha quedado
y después así la ha dicho
―Pero comerme has tratado.
La palomita lo mira
y a reír se ha echado
―No tengas miedo conmigo
―así le ha contestado.
»Yo no me como ciempiés
pues nunca me han gustado
con las patitas que tienes
me