José Emilio Burucúa
Diario de Nantes
Burucúa, José Emilio
Diario de Nantes / José Emilio Burucúa.- 1a ed.- Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Adriana Hidalgo editora, 2020
Libro digital, EPUB - (biografías y testimonios)
Archivo Digital: descarga
ISBN 978-987-4159-99-1
1. Diario de Viajes. I. Título.
CDD 910.4
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biografías y testimonios
Editor: Fabián Lebenglik
Diseño: Gabriela Di Giuseppe
Producción: Mariana Lerner
1ª edición en Argentina
1ª edición en España
Fotografías: Aurora Juana Schreiber
y José Emilio Burucúa.
© José Emilio Burucúa, 2020
©Adriana Hidalgo editora S.A., 2020
ISBN Argentina: 978-987-4159-99-1
ISBN España: 978-84-16287-66-6
Queda hecho el depósito que indica la ley 11.723
Prohibida la reproducción parcial o total sin permiso escrito
de la editorial. Todos los derechos reservados.
Esta obra contiene referencias a paneles con imágenes que se podrán ver en un documento en formato PDF al que se puede acceder aquí.
Se colocan las referencias a las láminas entre corchetes: el primer número remite al panel, el segundo, a la lámina específica.
1º de octubre de 2015
Ma chérissime (A. S., naturalmente),
Bajá DOS cambios porque esto es maravilloso y te espera. De todos modos, me parece que hicimos bien en que yo viniese primero. Si hubieras llegado conmigo, creo que colapsabas de la alegría. Ahora tengo la posibilidad de irte enviando las bellas noticias de a poco. Aunque hay cosas en la casa que no descifré todavía para qué sirven. Pero habré de preguntarle a mi asesora en todo cuanto se refiere al manejo práctico de la casa, puesta para eso por el Instituto. Se llama Ramona Bunduc; es... ¡¡rumana!! Te está aguardando ya como al Mesías.
Verás en las fotos que te envío en varios mensajes lo que es el departamento donde vivo y viviremos. En los títulos, leerás de qué se trata cada cosa. El día que me tocó es espectacular, no hay una nube en el cielo, y la vista que me rodea, unos doscientos setenta grados, es increíble. Mostrale a Martina lo que será su cuarto. Y a Marta Rajtman, que no seré rico ni judío pero les doy, por fin, una vida de princesas Calender [01, 001-005].
El accueil no pudo ser mejor. He sido uno de los primeros en llegar y me agasajan todo el tiempo. En unos minutos, parto al supermercado a comprar las primeras vituallas para la casa.
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2 de octubre
Nantes es una mezcla interesante de gótico, barroco neoclásico a la francesa y arquitectura muy contemporánea (erigida sobre todo en los barrios destruidos por los bombardeos aliados en 1943-44; aquí cerca, en Saint-Nazaire, los nazis tenían una de las bases más temibles de submarinos en todo el Atlántico). Escribiré algo al respecto cuando conozca mejor el sitio. En un rato, el director del Instituto homenajea a los fellows con una visita y un piscolabis en el castillo de los duques de Bretaña. Nada mal para comenzar. Lo más interesante de todo es que, aun cuando el formato sea muy parecido al del Wissenschaftskolleg en Berlín, aquí la parte del león se la llevan los países árabes, africanos y del subcontinente indio. No podía suponer nada mejor para zambullirme en el otro mundo y ver cómo se me abre todavía el horizonte en el umbral de los setenta. Soy, por ahora, el único latinoamericano, de manera que deberé empeñarme para mantener alto el honor de los herederos de Moctezuma, Atahualpa, Calfucurá y de nuestros abuelos europeos que emigraron a la tierra de promisión. Mañana, espero recorrer la catedral de Nantes, no dedicada a Nuestra Señora (estamos fuera de la Isla de Francia) sino a Pedro y Pablo, y hacerlo con un experto local.
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3 de octubre
Ayer mismo por la noche, tuve un sacudón espeluznante. Resulta que la mairie de Nantes organiza un ciclo de lecturas públicas en el castillo de los duques de Bretaña. Algunas, sobre todo las relacionadas con textos sobre la esclavitud en tiempos de la Revolución, y otras referidas a retratos famosos de ciudades en la literatura europea, fueron realmente estimulantes. Pero hubo una, a la cual se otorgó la mayor importancia pues se realizó en el teatrito del ala del siglo XVIII en el dicho castillo, que derivó en un auténtico escándalo. ¿Recuerdan al actor que hace de clown en el film Delicatessen (Dominique Pinon, je crois)? Y bien, ese mismo leyó los dos primeros capítulos del volumen 1 de L’enjomineur (algo así como “el prestidigitador”), novela histórica escrita por Pierre Bordage ambientada en la Vendée de los años 1792 a 1794. Pierre se encontraba en el lugar y luego tuvo un contrapunto con una historiadora de las emociones, Sophie Wahnich, quien publicó en 2012 un libro asaz interesante, La Révolution française, un événement de la raison sensible. Menos mal que estaba esa colega pues pudo calzarle algunos bollos a Bordage, un vendeano convicto y confeso (los Pigna, para quienes la historia debe ser siempre caliente, no son invención argentina, por cierto). El autor, de todos modos, se salió con la suya, tuvo la última palabra y dijo entonces que “quedaba demostrado hasta qué punto la Revolución Francesa no había sido más que un petit événement”. La pobre Wahnich casi se desmaya y no pudo probar bocado en el cocktail que siguió. Por mi parte, puse los pies en polvorosa, no dije una sola palabra y me volví a mi casa, como Tato Bores, porque me mataba ya el jet lag.
Ma chérissime (A., por supuesto),
Quedé exhausto de la caminata por el centro de Nantes. Recorrí el castillo de los duques de Bretaña y la catedral, dos lugares maravillosos. Saqué muchas fotos de las que te envío una selección. El castillo es de finales del siglo XV [02, 001-002]. El duque Francisco II ordenó su construcción en 1466 y, a partir de 1472, puso la obra en manos del arquitecto Mathelin Rodier. Ana, hija de Francisco II y esposa de dos reyes de Francia, primos entre sí, Carlos VIII y Luis XII, terminó la fábrica de los dos cuerpos principales del castillo, el Grand Logis y el Grand Gouvernement, unidos por la torre de la Corona de Oro en la que se abren cuatro loggie a la manera del palacio ducal de Urbino [02, 003-004]. Lo interesante es que los arcos de esos balcones, igual que los gabletes y los marcos de las ventanas en los dos edificios destinados a la vida de la corte y a la burocracia del ducado, presentan la decoración típica del gótico tardío, no la de resonancias all’antica del modelo italiano [02, 005]. Es obvio que la insistencia de los monarcas franceses por casarse con Ana no se debía tanto a la belleza de la candidata (quien, por otro lado, parece haber sido una bonita mujer), sino al hecho de alcanzar con semejante matrimonio la unidad territorial de la antigua Galia bajo el dominio de la corona de los Luises. Ana dio dos hijas mujeres a su segundo marido real, de manera que la Ley Sálica obligó a derivar el trono a una línea colateral, descendiente de un varón hijo de rey y encarnada entonces en otro varón, Francisco de Valois-Angoulême en este caso, quien se convirtió en el primero de su nombre en Francia. Precavido, el joven ya había tomado por esposa a Claude, hija de Luis XII y de Ana, heredera del ducado, de manera que se pudo concretar entonces el proyecto de los antecesores Carlos VIII y el duodécimo Luis. Francisco I mandó erigir el Petit Gouvernement, donde aún se nota la inflexión renacentista en el hecho de que los gabletes han sido reemplazados por nichos avenerados [02, 006]. En 1532, el nuevo rey proclamó en nuestro castillo la unión definitiva e indisoluble de Francia y de Bretaña. En el mismo sitio, Enrique