son poetas de la riña.
Si anuncian antes las piñas
nunca se van a hacer daño.
Tengo ganas de ir al baño,
me cayó mal la fariña.
(Los toma por la solapa o de las orejas)
Ustedes se presentaron
porque yo los convoqué.
Y si escuchan el por qué,
sabrán que tengo un asunto.
(Saca un cuchillo)
Pónganse a trabajar juntos,
o los abro como a un pez.
Ya sé que no es lo correcto,
pero me pide la estética
que respetando la métrica
diga un pez, y no dos peces,
porque esta frase merece
una licencia poética.
Y para ser más correcto,
si me atengo a lo expresado,
no puedo dejar de lado
el vocablo más preciso:
Si se paran sobre el piso
no son peces, son pescados.
(Marco Antonio y Gabriel en conciliábulo.)
MARCO ANTONIO: Okei, recapacitemos.
GABRIEL: Estudiemos este caso:
MARCO ANTONIO: El señor quiere un cambiazo.
GABRIEL: un plan canje si prefiere.
MARCO ANTONIO: La manda a la Gorda al muere.
GABRIEL: y se lleva un bombonazo.
MARCO ANTONIO: Usted no es ningún salame
ya que ideó esta patraña.
Aunque parezca una infamia
se lo digo ¿No ha pensado
desechar el atentado
y practicar la bigamia?
GUAPO: Usted me toma por zonzo
y el tema es bastante serio.
No pienso en el adulterio
por razones religiosas.
La rubia será mi esposa,
La Gorda va al cementerio.
Les doy tiempo hasta mañana
para arreglar la cuestión.
No quiero más discusión,
porque se hará a mi manera:
el minón en mi catrera
y la Gorda en su cajón.
(Marco Antonio y Gabriel vuelven al conciliábulo.)
GABRIEL: Pobre gorda, me da pena
imaginarla en un nicho,
si no ha de ser tan mal bicho.
MARCO ANTONIO: ¿Y si la mandamos lejos?
La enganchamos con un viejo
que la lleve al Machu Pichu.
GUAPO: Prendo otro pucho y me voy
a tomar fernet con coca
en algún bar de la Boca.
Les dejo libre la escena
para que hagan su faena.
Arréglense con la loca.
Si les sirve de aliciente,
recuerden que este facón
corta en el aire un mechón,
es más rápido que un rayo,
más temerario que un gallo
y no conoce el perdón.
GABRIEL: (al público) Así fue, por vez primera
que un guapo nos puso en caja.
MARCO ANTONIO: Nos dejó la guardia baja,
ni pudimos protestar.
GABRIEL: Este tipo no es de fiar,
y en la primera te faja.
Para poder trabajar
en conjunto, sin errores,
contratamos consultores
externos, que nos costaron
buena plata y nos dejaron
más sabihondos que dotores.
MARCO ANTONIO: Tuvimos que analizar
misión, visión, nuevas fuerzas,
debilidad, fortalezas,
metas propias y motivos,
GABRIEL: y definir objetivos
para orientar nuestra empresa.
MARCO ANTONIO: Aprendimos los resortes
para activar el control,
recursos, reactivación,
reingeniería, procesos
que nos dejaron los sesos
como adentro de un raviol.
GABRIEL: Y nos largamos al ruedo,
como toda gente sabia,
seguros de nuestra labia.
MARCO ANTONIO: Conocimos a la Gorda
y nos tiró por la borda
tanta ciencia, con su rabia.
(Aparece la Gorda en su casa, fregando, barriendo o planchando, y los dos la espían desde afuera.)
GORDA: Pobre de mí, qué desgracia.
Lo único que hago es planchar
y lavar y cocinar.
Yo que tenía ilusiones
y sueños y pretensiones
me los tuve que olvidar.
Meta escoba todo el día,
dale que dale a la plancha,
removedor, quitamanchas.
¡Ya no me entra la bikini,
ya no me calza una mini
porque estoy hecha una chancha!
Tengo los dedos cuarteados,
las manos llenas de callos,
más verrugas que un zapallo.
Tengo olor a lavandina,
a detergente, a creolina
¡Y tengo patas de gallo!
MARCO ANTONIO: Tiene razón la señora,
la vida la ha castigado.
Se ve que el tiempo ha hecho estragos.
GABRIEL: Ahora lo entiendo al esposo,
pa darle un beso a este coso
más que guapo hay que ser mago.
MARCO ANTONIO: Yo pensaba en otra cosa,
no exactamente en un beso.
Si sopesamos el peso
y de la cintura la comba,
hará falta un coche bomba
para causarle el deceso.