4 En el cristianismo, gracia o don concedido por Dios a algunos hombres en beneficio de la comunidad.
—¿Ha tenido usted alguna experiencia con curanderos?
—Tuve un caso de dos curanderos que me ofrecieron ayuda. Uno era el que veía y el otro era el que actuaba. Presumían de tener la habilidad de sanar. Me dijeron que era necesario ir a cierto lugar, que no vendrían aquí. No vi la cosa muy limpia.
—¿Cobraban?
—Éstos decían que no cobraban, pero aceptaban la voluntad. En otro caso que me contaron, yo no lo viví, el brujo les decía a los pobres incautos: «Tienes tantos demonios, te vamos a sacar uno hoy y dentro de quince días te vamos a sacar otro, y más tarde otro...» ¡Eso no es así! Para mí el exorcismo es una totalidad. No valen partes.
—Me gustaría preguntarle sobre las personas que acuden a su despacho, ¿sabe usted si antes de visitarle a usted han pasado por manos de brujos o sanadores?
—Hay gente que va donde puede, Teresa. Si no hay exorcistas, si nadie los atiende allí en donde viven, hacen lo que sea para buscar una solución. Por ejemplo, si alguien tiene una enfermedad mortal va a donde convenga, mientras lleguen los presupuestos, claro, y hacen lo imposible. Son gente que lo pasa muy mal. Has de saber que la mayoría de los que acuden aquí es porque ha habido algún amigo, algún conocido, que se lo ha recomendado porque han visto que ha funcionado. El boca a oreja es más útil que la publicidad.
—Cuando se realiza un exorcismo, las personas dicen sentirse más aliviadas. Es como si durante el exorcismo el maligno se retirara. ¿Es así?
—Debes saber que hay que distinguir entre posesión e influencia demoníaca. En la posesión el demonio está instalado dentro de la persona y aunque éste no actúe siempre las veinticuatro horas, sigue estando presente en el interior del individuo y así lo sienten los poseídos. Hay personas que trabajan y hacen una vida aparentemente normal; en la llamada influencia demoníaca, los afectados no sienten que tengan nada dentro, es algo más bien exterior. Perciben que el mal les ataca desde fuera con tentaciones, ideas, obsesiones, malos pensamientos, etc. Por eso es importante indagar en la persona y tener largas conversaciones para tratar de detectar cuál fue el motivo de la posesión o influencia demoníaca. A veces no es tan fácil llegar a la raíz del origen y en muchas ocasiones es imposible detectar cuál fue el primer detonante o el desencadenante de aquello. En muchos casos solo Dios o el mismo demonio conocen la verdad de lo sucedido. Aun así, no se descarta que entre las posibles causas que pueden motivar una posesión están las siguientes: el jugar con la Ouija, el realizar un pacto de sangre diabólico, el ser víctima de un maleficio, el haber entrado en un lugar infestado, el haber practicado reiki, yoga o haber realizado algún ritual esotérico.
El móvil nos interrumpe. Alguien llama al padre. Por lo visto, se trata de la visita que ha de venir el lunes por la mañana. El hombre, por fin, ha escuchado el mensaje del contestador y le devuelve la llamada al padre.
—¿Ya tienes el billete? ¿No lo tienes? ¿Me oyes?—pregunta el padre.
De repente se corta la comunicación y el padre decide dejarle un nuevo mensaje en el contestador. Cuando finaliza, aprovecho la oportunidad para preguntarle acerca de esta misteriosa llamada.
—¿Es la primera vez que viene a verle este señor?
—No. Ya ha venido más veces.
—Permítame que le pregunte. ¿Cómo saben las víctimas que están poseídos por el demonio?
—Algunos lo saben y otros no. Unos se lo imaginan y se lo creen, pero también existen las falsas creencias, los que están convencidos de estar poseídos y en realidad no lo están. Ya sabes tú que pueden ser enfermedades y esto me gustaría que lo trataras bien.
En efecto, el dominico reconoce sin pudor que algunas de las personas que acuden hasta él reclamando ayuda en realidad no presentan indicios evidentes de que se trate de un mal demoníaco. Su trabajo como buen exorcista consiste en detectar quien verdaderamente necesita de sus servicios y dejar para el colectivo médico aquellos casos en los que se observa que la persona puede tener algún tipo de afectación psicológica o psiquiátrica. Para ello, el exorcista frecuentemente solicita a los supuestos posesos sendos informes médicos que descartarían o no cualquier tipo de afectación relacionada con su salud mental o psicológica. Pero la cuestión a priori no es tan simple, pues fray Juan José Gallego admite que es posible que incluso puedan existir algunas enfermedades todavía desconocidas por la ciencia médica, que bien pudieran causar ciertos episodios que se podrían llegar a confundir con una posesión.
—Te contaré lo que me sucedió no hace mucho. Un muchacho que había visto una entrevista mía me preguntó si yo tenía la certeza en cada caso de si estaba el demonio o no. Le conteste que no tenía esa certeza, porque podía darse el caso de que la persona sufriera algún tipo de enfermedad psicológica o mental. El Catecismo de la Iglesia Católica explica que pueden existir casos muy parecidos a las enfermedades, que no se conocen, y ahí estamos nosotros para discernirlo. Eso me recordó una charla a la que asistí con el título Neurólogos contra exorcistas. Allí concluyeron que había personas que tenían ciertos síntomas semejantes a la posesión y en esos casos se les recetó un tratamiento médico. Algunas de ellas se curaron. Yo no negué la evidencia y admití que podía darse el caso. A lo mejor en alguna ocasión hemos dado por curado un caso cuya sanación, en realidad, no estaba en nuestras manos. No tenemos la seguridad de poder curar a todos los que tienen síntomas propios de los posesos. Para mí es fundamental acercar a Dios, mediante el exorcismo, a las personas alejadas de Él.
—Entre sus casos, padre, ¿alguien le ha contado que el demonio se le ha presentado físicamente?
—No es lo habitual.
—Pero muchos de ellos ven imágenes, ¿no? Santa Teresa decía ver físicamente la imagen del mismísimo diablo delante de ella...
El exorcista esboza una delatora sonrisa antes de continuar.
—Muchas veces se busca un chivo expiatorio de las desgracias padecidas por no querer indagar razones —añade finalmente el padre.
—Recuerdo que usted comentó que había una chica joven que creía en la transmigración de las almas y se encontrada muy acongojada. Vino hasta el convento acompañada de su madre. Intentó suicidarse varias veces, creo que dijo...
—Se trataba de un caso de tentación5. Los suicidios no tienen por qué ser provocados por el demonio, pero ese sí lo era. Cuando una persona lleva a tal extremo su sufrimiento, puede sobrevenir la tentación.
5 Es la forma más corriente y universal con la que Satanás ejerce su acción diabólica en el mundo.
—Según la Iglesia, ¿los que se suicidan cometen una falta grave?
—Para la Iglesia es pecado. Pero hoy en día hay una teoría que exculpa al suicida si la causa es una enfermedad mental.
—Mencionó, cuando nos conocimos, que buena parte de los que venían por aquí habían intentado quitarse la vida.
Detecto que he tocado un tema escabroso. Su gesto y su mirada estoica delatan una preocupante realidad.
El móvil empieza a tintinear insistente y nos impide proseguir. El exorcista mira apesadumbrado