Además de la función endocrina mediante la liberación de hormonas a la circulación sanguínea, también se secretan hormonas para que actúen mediante los mecanismos intracrino, autocrino y paracrino. La secreción intracrina y paracrina de una hormona supone que la célula libera la hormona para que actúe sobre sí misma, uniéndose a los receptores intracelulares y de membrana, respectivamente. Tal vez sea estimulada para hacerlo mediante un estímulo externo (p. ej., otra hormona), si bien la hormona secretada nunca llega a circular por la sangre. Por ejemplo, el factor de crecimiento insulinoide tipo I (IGF-I) se produce dentro de la fibra muscular cuando la estimula la producción de fuerza mecánica o por las interacciones de la(s) hormona(s) de crecimiento con las células musculares. La secreción paracrina de las hormonas implica la liberación de una hormona que interactúa con células adyacentes, sin llegar a circular por la sangre. Estos mecanismos muestran los múltiples cometidos que desempeñan las hormonas en sus interacciones con las células.
En la sangre hay presentes varias proteínas transportadoras de hormonas (6, 8). Estas diversas proteínas transportadoras cumplen la misión de trasladar hormonas péptidas y hormonas esteroideas. En cierto sentido, estas proteínas transportadoras actúan como puntos de almacenamiento dentro de la circulación, luchan contra la degradación de las hormonas y amplían su semivida. La mayoría de las hormonas no se activan a menos que se separen (o liberen) de sus proteínas transportadoras específicas. No obstante, algunas proteínas transportadoras también desempeñan acciones biológicas. Por ejemplo, la globulina transportadora de hormonas sexuales (SHBG), la proteína transportadora de testosterona y estrógenos, se une a receptores de membrana específicos e inicia la activación de una vía dependiente de adenosín monofosfato cíclico (AMPc) (50). Por tanto, las proteínas transportadoras, tanto si están circulando por la sangre como si están unidas a un receptor celular, son los principales actores de la función y regulación endocrinas. Las interacciones de las hormonas unidas a receptores están empezando a tenerse en cuenta en el campo de la endocrinología, y estudios recientes sugieren la existencia de una regulación incluso más compleja de hormonas y tejidos de destino (135).
Muchas hormonas afectan múltiples tejidos del cuerpo (1, 3, 82, 84-86). Por ejemplo, la testosterona o uno de sus derivados interactúan con casi todos los tejidos del cuerpo. En este capítulo nos centramos en el tejido del músculo esquelético como objetivo principal de las interacciones hormonales; sin embargo, muchos otros tejidos, como el hueso, el tejido conjuntivo, los riñones y el hígado, son tan importantes para los cambios de adaptación que se observan con el entrenamiento resistido. Hay que recordar que toda la cascada de procesos fisiológicos, como la transmisión hormonal, es resultado de la activación de unidades motoras para generar movimiento (es decir, principio del tamaño). Las exigencias y magnitud de cualquier respuesta fisiológica están relacionadas con esta necesidad creada por las unidades motoras activadas. La proporción de tejido muscular activado por el ejercicio dicta qué sistema fisiológico se necesita y de qué manera participa para cubrir las exigencias homeóstaticas de la producción de fuerza/ potencia durante el ejercicio, así como las exigencias de la recuperación. Por ejemplo, la frecuencia cardíaca será mucho más alta para ejecutar tres series de diez repeticiones de sentadillas al 80% de 1RM con dos minutos de descanso entre series, que para ejecutar el mismo protocolo pero de flexiones de bíceps. Aunque participen sistemas similares en ambos casos, existen diferencias en el protocolo de ejercicio basadas en la proporción de masa muscular implicada. Los sistemas hormonales también intervienen con otros tejidos y glándulas sometidos a las exigencias de una sesión particular de ejercicio, aunque, una vez más, las necesidades también están dictadas por las exigencias específicas del reclutamiento neuronal y su participación para mantener el movimiento. Por tanto, una sesión de cinco series de 5RM plantea exigencias distintas a las de una serie de 25RM por lo que respecta a la activación de unidades y sus necesidades para el soporte fisiológico y la recuperación.
La mayoría de las hormonas cumplen múltiples funciones fisiológicas, como la regulación de la reproducción; el mantenimiento del medio interno (homeostasis); la producción, utilización y almacenamiento de energía, y el crecimiento y desarrollo del cuerpo. Además, las hormonas interactúan entre sí de modos muy complejos. Una hormona en concreto puede funcionar de manera dependiente o independiente, según cuál sea su papel en un mecanismo fisiológico. Tal complejidad y flexibilidad permiten al sistema endocrino responder con la magnitud adecuada a los retos fisiológicos e interactuar al mismo tiempo y de manera diferente con los distintos sistemas fisiológicos o tejidos.
El músculo como destino de las interacciones de las hormonas
Los mecanismos hormonales forman parte de un sistema de transmisión integrado que media en los cambios de los procesos metabólicos y celulares del músculo como resultado del ejercicio resistido y el entrenamiento. La remodelación del músculo implica disrupción y daños en las fibras musculares, una respuesta inflamatoria, la degradación de las proteínas dañadas, las interacciones de hormonas y otras señales (p. ej., factores de crecimiento, citocinas) y, por último, la síntesis de nuevas proteínas y su incorporación ordenada en los sarcómeros nuevos o ya existentes (2, 20). El proceso inflamatorio comprende el sistema inmunitario y varias células inmunitarias (p. ej., células T y B), sobre las que actúa el sistema endocrino (51). El estudio de la conexión