El ejercicio resistido de bajo volumen y elevada intensidad, además de aumentar la hipertrofia muscular, también aumenta la sección transversal de las fibras de contracción rápida y lenta, con una relativamente mayor hipertrofia de las fibras de contracción rápida (McDougall et al., 1980; Tesch et al., 1985; Thorstennson, 1976). Una comparación entre un grupo de sujetos con un entrenamiento de fuerza y otro grupo con entrenamiento de resistencia reveló que el área de las fibras de contracción lenta y rápida era mayor en el grupo con un entrenamiento de fuerza (Alway et al., 1988). Tesch y otros (1987) demostraron que un entrenamiento con pesas con cargas elevadas de 6 meses de duración produjo en la disminución de la actividad de las enzimas participantes en las vías metabólicas «aerobias» (hexocinasa, creatin-cinasa, ATPasa miofibrilar, citrato-sintasa, miocinasa y fosfofructocinasa). Otra investigación reveló que la actividad citrato-sintasa es menor en los halterófilos que en los culturistas y no-deportistas (Tesch, 1988). Esta diferencia se debe probablemente al hecho de que los halterófilos entrenan regularmente con una intensidad cuasi-máxima con pocas repeticiones, mientras que los culturistas entrenan con una intensidad moderada y un volumen relativamente alto. También se demostró que 5 meses de entrenamiento con pesas con cargas elevadas aumentaba significativamente los niveles de los sustratos de energéticos glucógeno, ATP, fosfato de creatina y crea-tina (MacDougall et al., 1977).
Los ejercicios con pesas de intensidad moderada y muchas repeticiones, tal y como se utilizan normalmente en el culturismo y en el entrenamiento en circuito, pueden también hacer que las fibras rápidas se comporten como fibras lentas, aparentemente en un intento adaptativo para resistir la fatiga de los esfuerzos repetidos (Timson et al., 1985; Baldwin et al., 1992; Noble y Pettigrew, 1989). Bajo estas condiciones, las fibras musculares transicionales muestran unos tiempos de contracción similares a los de las fibras rápidas, pero con una resistencia a la fatiga más parecida a la de las fibras lentas. De este modo, la capacidad para la fuerzaresistencia parecía aumentar.
Un mecanismo para esta adaptación muscular fue propuesto por Hoy y otros (1980) quienes encontraron que las rápidas isoformas de la miosina desaparecían y eran sustituidas por isomiosinas características del músculo lento después de una sobrecarga crónica. Esta transformación fibrilar provocada por una estimulación crónica está regulada básicamente por un nivel de regulación transcripcional genético (Heilig y Pette, 1983). Este proceso se asocia con la presencia en los músculos de contracción rápida de una cadena ligera de miosina, observada sólo en fibras de contracción lenta (Samaha et al., 1970). Por estas razones, podría parecer que un entrenamiento de elevado volumen y moderada resistencia es, de hecho, un entrenamiento general de la resistencia de intensidad elevada.
Varios estudios realizados sobre culturistas masculinos y femeninos sugieren que el músculo femenino parece adaptarse al entrenamiento con pesas de forma diferente que el músculo masculino (Bell y Jacobs, 1990; Away et al., 1992). Aunque la sección transversal de las fibras de contracción rápida y lenta aumentaba tanto en los hombres como en las mujeres culturistas, las fibras de contracción rápida de los hombres tenían una sección sensiblemente mayor que la de las fibras de contracción lenta, una tendencia que no se encontraba entre las mujeres.
ASPECTOS NEUROFISIOLÓGICOS DEL EJERCICIO
La preparación general del deportista requiere el entrenamiento físico y psicológico, no de sus componentes separados, sino de los aspectos estrechamente interrelacionados del rendimiento. Los sistemas mental y físico interactúan continuamente y es vital recordar que un cuerpo bien entrenado y adiestrado tiene poco valor en la competición sin una preparación mental correcta. Por ejemplo, un trastorno emocional puede evitar que el deportista se relaje y se concentre en producir el grado necesario de eficacia física. De forma parecida, una ligera lesión puede molestar lo suficiente como para minar la confianza, la concentración y la habilidad.
El cuerpo puede considerarse como un sistema cibernético (control y comunicación) vivo en el que el sistema nervioso central, incluido el encéfalo y la médula espinal, controla las funciones del cuerpo mediante sistemas principales de comunicación: el sistema nervioso (los sistemas voluntario y autónomo) y el sistema hormonal (glándulas endocrinas).
El sistema hormonal participa en el control de los procesos más lentos del cuerpo como el crecimiento, el metabolismo, la función sexual, la excreción y la regulación de la temperatura. El sistema nervioso participa sobre todo en los procesos rápidos como la vista, la audición, el pensamiento y las contracciones musculares. Sin embargo, estos dos sistemas interactúan en numerosos procesos, cuyo nexo es el hipotálamo, que está situado cerca del diencéfalo. El hipotálamo está conectado con el sistema límbico del encéfalo (íntimamente conectado con las emociones) y la hipófisis (a veces llamada glándula maestra del cuerpo). De lo cual se deduce que la eficacia física depende de la correcta utilización de los procesos del pensamiento, las emociones y los músculos.
Esto se aprecia en la figura 1.27, que ilustra la forma en la que los estímulos externos del medio ambiente y los estímulos internos del cuerpo son recibidos por los transductores especializados de los sistemas sensoriales y transmitidos a las partes relevantes del sistema nervioso central para su procesamiento ulterior. Este último sistema no sólo activa el sistema muscular para que produzca patrones apropiados de movimiento, sino que también envía información al hipotálamo para que genere respuestas emocionales y glandulares.
Este modelo ofrece un fundamento simplificado de la psicología del deporte. Lo que queda de sección se dedica al análisis de los distintos sistemas del cuerpo y a la aplicación de esta información al entrenamiento físico y a la competición.
El sistema sensorial
Los sistemas sensoriales (ver fig. 1.27) proprocionan al hombre información sobre el medio ambiente y sobre su cuerpo. El punto de vista tradicional de los «cinco sentidos» (vista, oído, tacto, olfato y gusto) pasa por alto «sentidos internos» vitales que se conocen como el sentido cinestésico (sentido de la posición y de los movimientos del cuerpo y sus miembros) y el sentido visceral (sentido del funcionamiento de los órganos internos como el corazón y el sistema digestivo). El sentido cinestésico depende de la información procedente de los receptores del tacto de la piel, del equilibrio de los receptores vestibulares del oído interno y de los propioceptores de las articulaciones, músculos y tendones. Este sentido proporciona información esencial para el encéfalo y permite que los músculos y miembros ejecuten movimientos según patrones específicos a cierta velocidad e intensidad. La importancia de los propioceptores se aprecia cuando se descubre que la propiocepción ocupa un segundo lugar detrás del dolor como causa de la actividad más intensa y generalizada en el encéfalo.
FIGURA 1.27 Interacción entre el sistema nervioso central, el sistema endocrino y el sistema muscular.
Es indudable que los ojos son muy importantes a la hora de guiar a los deportistas en la ejecución de movimientos correctos y que el oído presta sus servicios en las fases de coordinación de las maniobras mediante la retroalimentación de cualquier sonido producido por el cuerpo o un aparato. Sin embargo, sin el sentido cinestésico, la actividad física sería imposible. A continuación presentamos un resumen de los subsistemas principales que contribuyen a aportar datos esenciales al sentido cinestésico:
• Receptores articulares. Esta red de nervios situada en las cápsulas ligamentosas que circundan las articulaciones móviles proporcionan información sobre el ángulo entre los huesos de las articulaciones y el ritmo al que cambia dicho ángulo.
• Husos neuromusculares. Estos nervios espirales se estiran cuando se estiran los músculos y transmiten información de vuelta al sistema nervioso central sobre la longitud relativa y el grado de tensión de los músculos.
• Órganos tendinosos de Golgi. Esta red nerviosa, situada en los tendones de los músculos, monitoriza continuamente la tensión y contribuye a la coordinación de las acciones de los