La gente está diciendo que no puede esperar hasta el ’99 y está exigiendo un instrumento más potente, más amplio y más eficiente. Ahí se juega la mayor inteligencia y capacidad de la oposición. Aunque no haya coalición electoral en el ’97 es importante que haya un acuerdo trasversal de ideas pragmáticas, porque para gobernar la Argentina en un sentido del programa actual va a haber que construir un amplio consenso (Página 12, 05/09/1996).
El éxito aparente del apagón envalentonó a Álvarez para declarar que “se acabó la era menemista” (Página 12 14/09/1996). Unos meses después, se replicaron los esquemas para llamar a un “cacerolazo” de protesta junto a otro apagón contra el aumento de las tarifas telefónicas que se realizó en febrero de 1997 por parte del mismo Foro Multisectorial. Así, ante esta nueva convocatoria, Álvarez volvió a advertir: “Si en esta situación de crisis, con la acumulación de indignación social, con el grito furioso de sacarse a Menem de encima, con el apagón, con las huelgas, no se vence al PJ, se consolida la idea de la ‘invencibilidad del peronismo’ […] si no hay alianza en 1997 no hay alianza en 1999” (Página 12, 24/11/1996). Desde el radicalismo, Terragno se mostraba como un abierto partidario de realizar un acuerdo electoral, secundado por el sector de Federico Storani, mientras que Alfonsín y De la Rúa se mostraban dubitativos y algunas líneas internas de la UCR eran más refractarias al pacto, como la del gobernador radical de Córdoba, Ramón Mestre, que directamente se oponían. Sin embargo, ante la falta de concreción de un acuerdo, los tiempos se terminaron de acelerar cuando el Frepaso modificó el escenario al proponer el pase electoral de Graciela Fernández Meijide de la Capital Federal –distrito donde era habitualmente candidata– a la provincia de Buenos Aires. Allí, las encuestas pasaron a ubicarla segunda, detrás de la candidatura propuesta por el PJ, con Chiche Duhalde a la cabeza, y relegaban a un tercer lugar la postulación de Alfonsín por parte de la UCR. A su vez, en la Capital Federal, la lista frepasista encabezada por Álvarez proyectaba imponerse en primer lugar y dejar a la UCR en segundo plano con la candidatura de Terragno. Por lo que, en los dos principales distritos del país, el radicalismo quedaría una vez más con una baja performance, aun cuando compitieran dirigentes de mucha relevancia partidaria como eran Terragno y Alfonsín. Por otra parte, cuando se produjo el asesinato del reportero gráfico José Luis Cabezas en el verano de 1997 bajo una forma mafiosa en la costa bonaerense, con la sospecha y luego confirmación de la participación de oficiales de policía provincial, se cristalizaron nuevas dudas y sospechas sobre Duhalde acerca de la poca transparencia con la que manejaba la política en su distrito. A pesar de que el gobernador se vio entonces obligado a comprometerse personalmente con el esclarecimiento de ese crimen con el fin de no ver definitivamente lastimada su candidatura presidencial, fue igualmente debilitado, lo que permitió que, al unirse, quienes competían por el segundo y tercer lugar electoral pudieran rivalizar con él e, incluso, derrotarlo. De este modo, y con todas estas condiciones, primero Alfonsín declinó su candidatura en la provincia para acercar un acuerdo entre el Frepaso y la UCR, el cual finalmente se terminó por oficializar el 2 de agosto de 1997, poco más de dos meses antes de las elecciones de octubre. Así nació la Alianza por el Trabajo, la Justicia y la Educación.
La conformación de la Alianza fue un verdadero trastrocamiento político. Hasta ese momento el triunfo del peronismo se daba por descontado en casi todo el país, el cual la flamante coalición vino a poner en cuestión. Dicha unión se realizó en quince de los veinticuatro distritos electorales del país (Chaco, Entre Ríos, Santa Cruz, Tucumán, La Rioja, Santa Fe, Jujuy, Salta, Tierra del Fuego, San Luis, Misiones, Santiago del Estero y Corrientes, además de Buenos Aires y Capital Federal), intercalando los puestos de los candidatos entre la UCR y el Frepaso, e intentando que encabezaran las listas los aspirantes que pudieran ofrecer los mejores resultados. Además, se acordó que sería el denominado “grupo de los cinco” (integrado por Álvarez, Fernández Meijide, Alfonsín, Terragno y De la Rúa) el que quedaría a cargo de la plasmación del acuerdo a nivel nacional y el que buscaría institucionalizar la Alianza en todo el país, dar sus programas y conducir la campaña. Aunque la proporción de candidaturas se estableció casi 2 a 1 a favor del radicalismo.
El tipo de intercambio que se daba entre los dos miembros de la Alianza era entonces desequilibrado, pero esto no se leía como una debilidad, sino como una complementariedad que podría traducirse en fortaleza mutua. Porque si bien el Frepaso no podía ofrecer muchos dirigentes con carisma ni tampoco un aporte institucional o distrital de peso, sí ofrecía la opción de sumar a los dos dirigentes más importantes de la oposición para aquella elección y en los dos distritos más importantes: Fernández Meijide (provincia de Buenos Aires) y Álvarez (Capital Federal). Por su parte, el carisma, la renovación y la tenacidad con los que se identificaba a Álvarez y a Meijide parecían integrarse muy bien frente a la organización, trayectoria y cuadros que la UCR ofrecía, ya que el radicalismo desbordaba grandemente en poder institucional en relación con el Frepaso: tenía legisladores en todas las legislaturas provinciales, era la primera oposición en Diputados y en senadores de la Nación, contaba con inserción territorial, gobernaba cinco provincias y 461 municipios, mientras que los frepasistas solo controlaban un municipio (Rosario) y algunas bancas legislativas en Diputados (Ollier, 2001). Con lo cual, el radicalismo podía ceder algunos lugares en sus listas frente al Frepaso, pero se beneficiaba largamente al estar en mejores condiciones de hegemonizar el nuevo espacio. A su vez, la UCR, por el perfil opositor débil, opaco y en declive que venía manifestando, podría beneficiarse con la frescura y determinación que los miembros del Frepaso parecían ofrecer, así como también, al unificar sus listas con este, podría lograr una mejor performance en el interior del país, aún en localidades donde le era esquivo imponerse. Por último, cabe decir que el Frepaso ya era en sí mismo una aglomeración de partidos y fuerzas políticas de distinto tipo, por lo que ya tenía dentro suyo cierto aire de coalición (Dikenstein & Gené, 2014), lo que convertía a su alianza con el radicalismo en “otra capa más de la cebolla” (Novaro, 2002).
Si bien los comicios de octubre eran legislativos y se realizaban en todos los distritos del país, desde el “grupo de los 5” se fijó como principal campo de batalla el resultado que se pudiera obtener en la provincia de Buenos Aires con la candidatura de Fernández Meijide, nacionalizando la elección. Allí, desde la Alianza se empezó a hablar del “menemduhaldismo”, acusándolo de todos los males que vivía el país (desempleo, inseguridad, corrupción) y se apostó por derrotar al peronismo en su principal bastión e impactar así en las perspectivas presidenciales hacia el futuro. En dicha campaña, el PJ bonaerense a cargo de Duhalde no logró reaccionar con claridad, ni tampoco a separar a la figura del gobernador