– No sé, Mª Luisa, tengo que reposar todo esto. Necesito hablar con mi madre, oírla. Te agradezco mucho que me hayas dicho con tanta valentía esta información, pero ahora tengo que digerirlo. Si te parece bien, yo te llamo y te digo cuándo podemos volver a vernos, cuando lo tenga todo un poco más claro –expresó Natalia con dulzura.
– Me parece genial y necesario –indicó Mª Luisa–. Déjame invitarte a la comida, ha estado muy buena. Será el principio de tu nueva vida. La mía comenzó a los treinta y seis, la tuya posiblemente comience a tus treinta y tres.
Ambas se fusionaron en un abrazo largo e intenso y después se despidieron con un “nos vemos pronto”.
En ese mismo momento Escarabajo entraba en la guardería del hospital, nadando en su mar de chocolate de colores y pisando como si el suelo estuviera lleno de chicles. En la sala había siete niños entre tres y ocho años. Cuando vieron a Escarabajo con su nariz roja y su peluca amarilla haciendo los aspavientos habituales, quedaron en silencio y con la clásica cara de sorpresa, algunos sonreían y otros sentían como un poco de susto o miedo.
– Hola, niños. Soy Escarabajo y vengo a jugar con vosotros y a crear con mis globos mágicos los personajes que queráis tener en vuestras manos.
Escarabajo se dirigió hacia el más pequeñín de todos que estaba en los brazos de Agustina, una pedagoga de la guardería.
– ¿Cómo te llamas? –le preguntó.
– Carlos –dijo una voz muy bajita que salió de esa boquita después de un tiempo.
– ¿Cuál es tu dibujo animado preferido?
– Los Minions –dijo Carlos, o algo parecido.
– Ja, ja, ja, ja. Una de Minions para Carlos.
E inflando un globo con un “infla” portátil, Escarabajo comenzó a realizar un Minion con un solo ojo que dejó a Carlos alucinado.
En ese momento, todos los niños que estaban en la guardería comenzaron a decir cada uno a su manera, “Yo quiero, yo quiero”, “a mí, a mí” y en un pis-pas Escarabajo estaba rodeado de niños pidiéndole que le hiciera con sus globos mágicos sus personajes preferidos. Cuando terminó de realizar los globos a esos niños que le rodeaban y a las pedagogas, que también querían, observó cómo un niño no se había acercado, quedándose en la parte de la sala donde estaban los puzzles. Miró a una de las pedagogas y esta le dijo:
– Es Álvaro, no se relaciona nada más que con los pequeños. Si le pasa algo a algún pequeño enseguida le ayuda, por eso le tenemos aquí con los pequeños, pero con nosotras y con los niños de su edad es brusco e, incluso, en algún momento ha sido agresivo. Lleva aquí dos semanas, tiene diez años y padece una cefalea de clúster, últimamente estaba tomando morfina, por lo que han decido hospitalizarle para que deje este tratamiento y comience otro con triptanes. Parece que de los dolores está mejor, en los últimos tres días no ha tenido ninguna crisis.
Escarabajo fue hasta donde Álvaro estaba y se puso a nadar haciendo círculos a su alrededor. Enseguida Álvaro sacó su rabia:
– No hagas el tonto, yo no soy un niño pequeño –dijo muy enfadado.
– Es que solo sé hacer el tonto, mira qué tonto soy –expresó Escarabajo como si algo interno le hiciera ser así.
– Déjame payaso, quiero estar solo –siguió Álvaro.
– Me llamo Escarabajo y no quiero que estés solo, quiero que me acompañes a jugaaaarrr.
– No. Tú también vas a tirar la toalla conmigo –afirmó muy rotundo Álvaro.
La respuesta de Álvaro dejó, durante unos segundos, un tanto atónito a Escarabajo. “Tú también vas a tirar la toalla conmigo”. ¿Qué habrá sufrido este niño para que manifieste, de forma tan rápida, que la gente tira la toalla con él? Quizás ese era el motivo por el que quería estar solo. Quería estar solo porque estaba solo... Las personas que le rodeaban, tarde o temprano, habían tirado la toalla, era muy dura su situación psicológica.
– ¿Dónde se tira la toalla, Álvaro? –le preguntó Escarabajo con musicalidad, pero con mucho respeto.
– Déjame.
– Álvaro, contéstame la pregunta, por favor. ¿Dónde se tira la toalla?
– Uhhh… –exclamo Álvaro, subiendo sus hombros y sacando su labio inferior al chocar con el superior.
– Yo te lo digo con mucho gusto. Se tira la toalla en el boxeo. ¿Sabes lo que es el boxeo?
– Sí –dijo Álvaro, mirando a Escarabajo como diciéndole: “Pues claro que sé lo que es el boxeo”…
– ¿Por lo tanto tú estás boxeando conmigo ahora?
– No.
– A ver si lo entiendo, Álvaro. Tú con las personas con las que te relacionas, ¿haces peleas a ver quién gana, como en el boxeo? Si es así es normal que estés solo. Porque si cuando estás con alguien estás con él o ella como en el boxeo, si ganas tú te quedas solo y si gana la otra persona también.
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