Desde que tengo el honor de conocer a Alejandro no ha habido día que no haya estado informándose y preparándose para entender y conocer este nuevo fenómeno terrorista que desde hace décadas está introduciendo su peligrosa ideología por todo el mundo. Por eso, me resulta especialmente interesante la distribución de esta obra: un brillante estudio sobre la lucha del terrorismo yihadista, este cáncer del siglo XXI, desde su definición y regulación internacional hasta un aspecto más concreto como es la legislación nacional argentina sobre este asunto.
En esta primera fase, el autor nos brinda un análisis del fenómeno terrorista y su evolución a lo largo de los años, aportando muy acertadamente la dificultad que conlleva poder definirlo, para centrarse en el terrorismo yihadista, que tuvo su salto cualitativo y cuantitativo el 11 de septiembre de 2001, con 2.792 víctimas mortales, y que desde Estados Unidos se reivindicó ante la Organización de Naciones Unidas (ONU) como un ataque bélico clásico, por lo que activó su derecho a la legítima defensa, hecho que marcó que este terrorismo se sitúe en los puestos más importantes de las agendas de seguridad nacional.
Otro de los problemas que nos encontramos frente a este tipo de terrorismo es la facilidad por implantar su ideología. Como sabemos, los conceptos de radicalización, radicalización violenta y terrorismo no siempre están conectados. A día de hoy, tener ideas radicales no es considerado delito ni va en contra de la ley. El problema aparece cuando estas ideas radicales conducen a comportamientos violentos. Podríamos analizarlo como que la radicalización es un proceso, el extremismo una ideología y el terrorismo es el acto. Pero el concepto radicalización merece ser acotado correctamente, ya que incluye a individuos violentos y no violentos. El hándicap con el que nos encontramos en este tipo de radicalismo yihadista no solo es la implantación de una ideología, sino que utilice un fenómeno muy difícil de desradicalizar como es la fe. El ideólogo y responsable de la sección de propaganda de Hermanos Musulmanes, Sayid Qutb apuntaba: «No se alcanzará simplemente enseñando y rezando, ya que aquellos que imponen el yugo a los cuellos de la gente y que usurpan la autoridad de Dios en la tierra no cederán en su postura a través de explicaciones y sermones».
En un segundo bloque de análisis, el autor nos presenta una descripción muy minuciosa de cómo responde la legislación de diferentes Estados frente a la Defensa Nacional contra este tipo de terrorismo, pero no Estados cualquiera, sino países que han sufrido muy de cerca el terrorismo en sus calles. Esta actividad política y militar que desarrollan los diferentes países para evitar o rechazar ataques se hace cada vez más evidente con la colaboración entre entidades nacionales y locales, coordinación necesaria en el ámbito de la prevención para poder abarcar una serie de recursos que adaptan el modelo nacional a cada comunidad.
En Europa, instituciones como la RAN (Radicalisation Awareness Network), financiada por la Comisión Europea, reúne a varios expertos internacionales que trabajan en la prevención de la radicalización. Otras entidades europeas como ICCT (International Centre for Counter–Terrorism) son el núcleo dentro de la red internacional de lucha contra el terrorismo que conecta a expertos, legisladores, actores de la sociedad civil y profesionales de diferentes campos y proporciona una plataforma para la colaboración productiva, el análisis práctico y el intercambio de experiencias y conocimientos, con el objetivo final de identificar enfoques innovadores e integrales para prevenir y combatir el terrorismo.
El autor, finalmente, analiza la legislación referida a la Defensa Nacional, Fuerzas Armadas e Inteligencia Nacional Argentina. Todo un compendio de leyes y artículos que nos acercan a unas conclusiones clave para contestar la pregunta que se plantea al inicio de esta obra: ¿Constituye el terrorismo una amenaza que puede ser respondida desde el Estado a través del empleo de las Fuerzas Armadas?
Gracias a este estudio se hace más fácil conocer para poder evitar que su Cisne Negro —ese suceso imprevisto y de gran impacto, como los denomina Nassim Taleb—, nunca llegue a cogernos por sorpresa y no tengamos que analizarlo de manera prospectiva una vez haya ocurrido. Como muy bien interpela el autor de esta tesis, invirtamos en conocer para analizar si es necesario cambiar, antes de vernos frente a una situación que se podía prevenir.
Muchas veces el miedo a no querer saber cuán eficaces pueden ser nuestras herramientas frente al terrorismo hace que en caso de conflicto tengamos más posibilidades de perder. Valiente y útil el trabajo elaborado por Alejandro Cassaglia en este estudio que, como decía Philippe–Joseph Salazar en su libro Palabras armadas: entender y combatir la propaganda terrorista: «Cedant arma togæ. Es la fórmula de muchas ilusiones pacifistas: que las armas cedan su lugar a la palabra. Pero sabemos que eso es una ilusión óptica. A las armas les gustan las palabras. Las convierten en nuevas armas».
El saber, el conocimiento, son armas de construcción masiva. Carguémoslas tanto como podamos contra esta lacra que es el terrorismo. Este libro es, sin duda, una buena manera de conseguirlo.
David Garriga Guitart
Criminólogo.
Analista terrorismo yihadista.
Presidente de CISEG
INTRODUCCIÓN
En el campo de la Seguridad Internacional se destaca, dentro de las denominadas amenazas no convencionales, el fenómeno del Terrorismo, no solo por la importancia y complejidad de la temática, sino por las graves consecuencias de su accionar, que se han incrementado y agravado en las últimas dos décadas.
El Terrorismo es una forma de violencia que ha ido mutando desde su aparición. No es un fenómeno nuevo, pero si ha ido creciendo, sobre todo en los niveles de violencia y complejidad, y en sus modus operandi.
El primer problema que plantea es el de definirlo. Si bien, el ex Secretario General de la Organización de Naciones Unidas, Kofi Annan, en un reportaje realizado por la Agencia EFE, en Madrid, en Marzo de 20151, en ocasión de su discurso de inicio de la Cumbre sobre Democracia, Terrorismo y Seguridad, dijo: “El Terrorismo es una amenaza para todos los Estados y todos los pueblos, y un ataque directo a los valores centrales de las Naciones Unidas”2. Pero podemos tomar la definición de terrorismo, del Dr. Ramiro Anzit Guerrero, en su libro “Cooperación Penal Internacional en la Era del Terrorismo”, donde dice que: “El Terrorismo es la práctica violenta ilegítima e ilegal, física (hecho consumado) o psicológica (amenaza o intimidación) contra personas u objetos, realizado para infundir miedo intenso en los que perciben el acontecimiento”3.
De todos modos, el conceptualizarlo, es muy complejo, y si bien existen muchísimas definiciones, no se ha consensuado a nivel internacional, una definición que sea aceptada por todos los Estados. Pese a los esfuerzos que se vienen realizando, en el seno de la Organización de Naciones Unidas, sobre todo desde los años 60´s, no se ha llegado a un acuerdo. Es que al ser un tema tan complejo, y tener estrechos vínculos con aspectos políticos, la forma de percibir este fenómeno, es diferente en cada país. Un ejemplo claro de ello se plantea cuando se intenta definir al Hizbollah4, el cual es un partido político en el Líbano, pero que tanto el Estado de Israel, como sus aliados, lo definen como un grupo terrorista. Algo similar ocurre con Hamás 5en la Franja de Gaza, que es un grupo Palestino, que al igual que el grupo anteriormente mencionado, surge como una entidad política de ideología islamista radical inspirada en la Hermandad Musulmana 6cuyo principal epicentro se encuentra en Egipto, pero que a su vez posee comandos que actúan en la región, contra los intereses israelíes y su población, empleando técnicas y tácticas del terrorismo. Incluso, dentro de cada uno de ellos, existen distintas posiciones al respecto. Lo que para algunos es terrorismo, para otros puede significar una lucha por la libertad, entre