49. Aquellos-que-caminan-más-allá-de-las-estrellas
50. Fuera de las profundidades
Sexta parte: No existe el mañana
54. La emperatriz en todo su esplendor
57. Un cuchillo para cada corazón
Séptima parte: La llamada del Olvido
66. El amor llega demasiado tarde
69. Por cada cuchillo, cinco corazones
Johnny 2.0 Raymond
Mark Miller
Robbie Humphreys
Epígrafe
No saldrá el sol mañana temprano.
No habrá luna que bendiga la noche.
Las estrellas se enfriarán de pronto.
Estos versos proclaman el fin de la luz.
Prólogo
Lo que el hombre ciego vio
¡Soñad!
Forjaos y surgid
de vuestras mentes para adentraros en la de otros.
Hombres, sed mujeres.
Peces, sed moscas.
Niñas, dejaos crecer la barba.
Hijos, sed vuestras madres.
El futuro del mundo ahora descansa
en los vientres de coral tras nuestros ojos.
Una canción entonada en la calle Paradise
Estoy. En la orilla de Idjit, donde las Dos de la Mañana miran al sur sobre los oscuros estrechos en dirección a la isla de Gorgossium, había una casa con una fachada muy decorada ubicada en lo alto de los acantilados. El inquilino respondía al nombre de señor Kithit, entre otros muchos apelativos, pero ninguno de esos nombres era el verdadero. Se le conocía simplemente como el Lector de Cartas. Las cartas que leían no se habían diseñado para los juegos de azar, ni mucho menos. Solo empleaba la baraja del tarot abaratiano, en el que un lector con tanta experiencia como el señor Kithit podría encontrarse con un pasado susurrante, un presente dubitativo y un futuro que apenas abría los ojos. Podía ganarse la vida cómodamente interpretando el modo en que caían las cartas.
Durante muchos años, el Lector de Cartas había atendido a los numerosos clientes que llegaban en busca de sabiduría, pero esa noche no iba a saciar la curiosidad de otros. No lo haría