CAPÍTULO SIETE
Tabby North era una pelirroja que tenía el tipo de cuerpo que Chloe suponía que iría al gimnasio al menos cuatro días a la semana; también era un cuerpo al cual no le vendrían mal algunas comidas de más, en la humilde opinión de Chloe. Era hermosa de una manera muy obvia, pero parecía que si venía un viento muy fuerte, se volaría.
Chloe y Moulton se encontraron con Tabby en su casa y descubrieron que había invitado a otra amiga cercana, una mujer que parecía ir al mismo gimnasio que Tabby. Esta otra mujer era Kaitlin St. John, y estaba llorando cuando llegaron Chloe y Moulton. Se reunieron en la terraza trasera de Tabby, dónde ella les ofreció una jarra de limonada de lavanda. Chloe no podía evitar los pensamientos que se agolpaban en su cabeza, todo parecía muy pretencioso, estas mujeres que se acercan rápidamente a los cuarenta, con sus diminutas cinturas y sus modernas bebidas saludables.
Estos pensamientos ciertamente no son la razón por la que Johnson declaró que pensaba que tenías un don para estos casos ocurridos en pequeños vecindarios, pensó para sí misma.
Para ser educada, bebió la limonada. Y a pesar de sus pensamientos negativos, era realmente deliciosa.
–Supongo que ya han hablado con la policía –preguntó Chloe.
–Sí –dijo Tabby–- Y aunque entiendo que están haciendo lo mejor que pueden, era claro que no tienen ni idea de lo que estaban haciendo.
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