Tercera Pataki de la Creación
Los más ancianos de la aldea cuentan que Olodumare no tuvo nada qué ver con la creación de los seres humanos, que fueron los primeros siete Orishas los que crearon a sus propios veneradores, y los que marcaron el camino que debían seguir para alcanzar el honor que se les debe a los antepasados y la abundancia y la fertilidad en esta vida, pues sin descendencia no hay continuidad en el camino, sino soledad y tristeza en Ikú, la muerte, y pobreza y desaliento en Ifé, el mundo.
Solo Olodumare es perfecto y dueño de todo, por eso no se mete en nada, no interviene en nada.
En los Orishas no hay perfección, pero sí poder e inmortalidad, por eso se aburren si no tienen a quién guiar, a quién abrirle caminos.
Cuentan que hasta los hijos de Yemanyá pecaron de inmoralidad y quisieron destronar a los Orishas para reinar ellos en la cadena de oro de Obatalá, por eso tuvieron que volver a empezar con una humanidad, la cuarta, que fuera diversa y ordenada cada una en su camino.
De esta manera se inventó todo:
-Olofin creó a los humanos espirituales, a los que aspiran al cielo que habita y que siguen el camino de la perfección y el ascenso. Ellos curan, cuidan y enseñan, y deben hacerlo sin buscar la fama, el reconocimiento o la gloria, el poder o las riquezas, pues deben ser cautos y prudentes, sabios y espirituales, para no desviarse de su camino y caer en otro sendero que no les corresponde. Los hijos de Olofin siempre están dispuestos al sacrificio, a entregarse a los demás, algunos de ellos son blancos de pelo o de piel, y siempre muy inteligentes desde sus primeros pasos, para que se les reconozca incluso nada más nacer.
-Orunmila creó a los humanos que rigen el destino, que conocen el futuro, el pasado y el hoy. Ellos saben y guían a otros seres humanos sanándoles y revelándoles el Orisha que guía su camino. Ellos saben que la mano de Orula está con ellos, y conocen la magia que cambia las realidades, que concede los deseos y que abre los caminos, y pueden cobrar por sus servicios e incluso enriquecerse, pero no pueden ni deben usar la magia para ellos mismos ni para los que son de su sangre, y tienen que permanecer siempre en su sendero sin negar sus dones a nadie por duro o blando que sea su camino. Los hijos de Orunmila son morenos, y tienen algo en su carácter y forma de ser y estar, como fuera de lugar o diferente, que los distingue del resto de los hijos de otro Orisha, como cabellera abundante y rojiza, o sin un solo cabello en su cabeza.
-Oshun creó a los humanos fértiles y viriles, sensuales y ambiciosos, guerreros de la astucia y la seducción. Ninguno de sus hijos puede considerarse hombre o mujer si no tiene en su camino una o varias parejas para dejar su simiente en el mundo, por eso aquellos que ella creó que no tienen destino ni camino de procreación y familia, deben ser exiliados o ser comidos por la comunidad, porque nunca podrán ser mayores de edad ni darán bien productivo para ellos ni para los demás. Vivir y crecer sin tener camino, no tiene sentido para los hijos de Oshun; pero sin cumplen con su camino suelen alcanzar los bienes y la riqueza que su ambición se proponga. Los hijos e hijas de Oshun tienen belleza, o simpatía, atractivo y seducción natural, con hermosa cabellera, y una especie de olor o perfume que emana su persona.
-Changó creó a los guerreros y a las guerreras, a los seres que luchan y toman decisiones, a los mandan y comandan, a los que lideran y toman la iniciativa, a los fuertes y disciplinados. Los hijos de Changó no siempre son agradables porque crean temor a su alrededor, pero siempre son necesarios para defender y proteger a los demás. Los hijos de Changó, por tanto, son seres de fuerza, poder y honor, que no pueden ni deben abandonar su camino, porque el hacerlo significaría la derrota y la indignidad, la pérdida total de sí mismos, por eso, aunque sean derrotados y prendidos por sus enemigos, o abatidos por el infortunio o las catástrofes de la naturaleza, deben resistir y perdurar. De una o de otra manera son empujados a su camino, ya que no pueden negar su naturaleza. Los hijos de Changó pueden ser grandes, toscos y de facciones duras, con el cabello grueso y rojizo, y pelo en el cuerpo; o bien delgados, duros, secos y afilados, pero siempre con los ojos vivos y la mirada decidida y valiente, e incluso salvaje y cruel, para que siempre se les tema y se les reconozca.
-Yemanyá creó a sus hijos amorosos, bellos, sensibles, puros y virginales hasta la unión con los Orishas o con sus parejas, con vocación de servicio y aptos para muchos menesteres. No son asexuados, pero pueden vivir sin sexo largas temporadas, como los marineros, los peregrinos, los cazadores o los que le ofrendan su vida a un Orisha. Carecen de los dones de Oshun, pero lo compensan al ser muy paternales y maternales, por eso entre sus filas hay muy buenos ayos y nodrizas, maestros y guías menores, que cuidan de la aldea y de la familia. Suelen tener conciencia de su camino, pero sufren mucho cuando pierden el sendero. No tienen un gran poder, pero la protección de Yemanyá puede procurarles grandes milagros aunque solo sea una vez en la vida. Su aspecto suele ser bello, normal y agradable en las hembras, y hermoso y amable en los hombres, como los del pueblo Tutsi, pero no sensual ni sexual, para que se les distinga desde su nacimiento.
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