4 Un tema asociado íntimamente al de la salvación es el concepto lucano de la conversión: «El tema de la conversión y del perdón está presente […] en el Evangelio de Lucas en proporciones excepcionales y en modo alguno comparables con los otros evangelios; reaparece en todas las secciones de su obra, constituyendo el alma de toda ella. Es el mensaje que el evangelista envía a su iglesia y sobre él construye toda su catequesis» (Laconi 1987: 34).
5 David Bosch precisa que en el Evangelio de Lucas los indefensos y los marginados son los samaritanos, las mujeres, los cobradores de impuestos y los pobres. Los pobres son primariamente los destituidos y los que se encuentran debajo de la línea de pobreza. La palabra pobres es también un término colectivo para designar a todos aquellos que en la Palestina del primer siglo estaban en desventaja, particularmente los cautivos, los ciegos y los leprosos (Bosch 1989: 5–7).
6 Schottroff y Stegemann afirman que: «Lucas no es el evangelista de los pobres en el sentido que sugiere esta fórmula. Ni los pobres (mendigos) constituyen el centro de sus intereses ni su programa social es una ética de la limosna, sin más precisiones. Sería más lógico llamar a Lucas el evangelista de los ricos. Pero no como director espiritual de los mismos, para edulcorar el mensaje Jesús esperanza de los pobres. Sino en el sentido de ser un severísimo crítico de los ricos y estar vivamente interesado en su conversión. Esta conversión sólo puede realizarse a través de dolorosas renuncias (renuncia a la mitad de sus bienes) o incómodas consignas (prestar con riesgo, condonar deudas, dar) […]» (Schottroff y Stegemann 1981: 220).
7 Así denomina a estos capítulos Carlos Escudero en su libro Devolver el evangelio a los pobres: A propósito de Lucas 1–2. Escudero, en la presentación de su obra, reconoce que ha querido subrayar la importancia que el Evangelio de Lucas da a los marginados como destinatarios privilegiados del mensaje de Jesús (Escudero 1978: 9).
8 Los otros evangelios sinópticos señalan que el centurión romano reconoció que Jesús era el hijo de Dios (Mt 27.54; Mr 15.39).
9 Los evangelios de Mateo y Marcos dan testimonio también de la Opción Galilea de Jesús. Desde Galilea comenzó el anuncio de las buenas nuevas del reino de Dios (Mt 4.12–23; Mr 1.14–15), a orillas del Lago de Galilea Jesús llamó a sus primeros seguidores (Mt 4.18–25; Mr 1.16–20). Fue en Galilea donde Jesús se apareció a sus discípulos (Mr 16.6–7) y donde les dio el encargo de anunciar el evangelio a todas las naciones (Mt 28.16–20). Todos estos datos contrastan, indudablemente, con la opinión generalizada que los judíos tenían acerca de Galilea: ¿De Nazaret puede salir algo bueno? (Jn 1.46). ¿Eres tú también galileo? Escudriña y ve que de Galilea nunca se ha levantado profeta (Jn 7.52). Dentro de esta misma línea interpretativa —la Opción Galilea de Jesús— dos hechos complementarios destacan notoriamente. En primer lugar, que en su revelación a Saulo de Tarso en el camino a Damasco, el Señor se presentó como Jesús de Nazaret: Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues (Hch 22.8). En segundo lugar, que en su predicación y testimonio, la comunidad de discípulos se identificó públicamente con el predicador galileo que había sido crucificado: sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano (Hch 4.10).
10 Actualmente ocurre lo mismo. Los enfermos de sida, los homosexuales, los drogadictos, las prostitutas, los minusválidos y los delincuentes, entre otros marginados, están presentes en todos los sectores sociales. También en este tiempo, entonces, la marginalidad constituye un problema complejo que cruza fronteras de todo tipo.
11 La palabra griega ptojós que aparece 34 veces en todo el Nuevo Testamento, se refiere mayormente al indigente, carente de lo necesario para vivir (Gutiérrez 1988: 425). Este término es utilizado diez veces en el Evangelio de Lucas para designar a aquellas personas que viven en una situación social caracterizada por la carencia o ausencia de bienes materiales (4.19; 6.20; 7.22; 14.13, 21; 16.20, 22; 18.22; 19.8; 21.3). En contraste con los evangelios de Marcos y Mateo en los que el término ptojós aparece cinco veces, en Lucas ocurre diez veces.
David Bosch afirma que en Lucas la pobreza es primariamente una categoría social y ptojós es usualmente un término colectivo para todos los que se encuentran en una situación de desventaja (Bosch 2000: 130–131). Beda Rigaux, por su parte, afirma que: «el pobre que Lucas magnifica no es el que lo es en espíritu. Es el que está verdaderamente en la necesidad y que es despreciado a causa de su condición material […] Los pobres son los que tienen hambre ahora (Lc 6.20–21; 24–25) […]» (Rigaux 1973: 299).
Capítulo 2
La opción galilea de Jesús:
Una teología de la vida desde la periferia de la sociedad
Desde Galilea
La presente reflexión teológica ha sido escrita desde una experiencia pastoral particular: un compromiso político concreto con el Dios de la Vida en favor de los indefensos de la sociedad. La he escrito desde mi Galilea: Villa María del Triunfo, un barrio urbano marginal localizado al sur de la ciudad de Lima, Perú, mi campo de misión y de servicio pastoral desde hace tres décadas. Se ha gestado dentro de una realidad de pobreza, opresión e injusticia que la vivo y palpo cada día en mi servicio pastoral a los pobres y los excluidos. Da cuenta de una lectura del Evangelio de Lucas, lectura que puede parecer incómoda a los pastores y miembros de las iglesias evangélicas poco dispuestos a luchar contra la pobreza y la exclusión, argumentando que esa lucha no forma parte del testimonio cristiano.
Todo lo que aquí se afirma se ha incubado en diálogo constante con el contexto misionero desde el cual siento, pienso, confieso y sirvo al Dios de la Vida. Fue forjado como respuesta a las preguntas cotidianas sobre las diversas necesidades humanas de los miembros de la Iglesia de Dios del Perú «Monte Sinaí», y de las familias no evangélicas vinculadas a los programas sociales con los niños y adolescentes de esta congregación pentecostal. Mis interlocutores han sido las mujeres que participan en los movimientos sociales como dirigentes o socias, las mujeres agredidas física y verbalmente, las madres solteras, las familias inmigrantes, los niños que viven en hogares en los cuales la carencia de pan y de los servicios básicos son recurrentes (agua, desagüe, luz), y los adolescentes que provienen de hogares con preocupantes índices de violencia intrafamiliar12.
En la búsqueda de una mejor comprensión de mi identidad pentecostal y rastreando los hilos de mi herencia teológica, fui descubriendo que la experiencia del bautismo en el Espíritu Santo exige encarnarse en el contexto de misión y, desde esa realidad concreta, dar testimonio de la buena noticia del reino de Dios a todos los seres humanos. Descubrí que para un discípulo lleno del Espíritu Santo no