Los entremeses. Miguel de Cervantes Saavedra. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Miguel de Cervantes Saavedra
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 4057664165527
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dolor de la muerte de mi ángel,

      Las manos ata y el sentido todo.

      CHIQUIZNAQUE.

      ¿De qué edad acabó la mal lograda?

      TRAMPAGOS.

      Para con sus amigas y vecinas,

      Treinta y dos años tuvo.

      CHIQUIZNAQUE.

      Edad lozana.

      TRAMPAGOS.

      Si va á decir verdad, ella tenia

      Cincuenta y seis; pero de tal manera

      Supo encubrir los años, que me admiro.

      ¡Ó qué teñir de canas! ¡ó qué rizos,

      Vueltos de plata en oro los cabellos!

      Á seis del mes que viene hará quince años,

      Que fue mi tributaria, sin que en ellos

      Me pusiese en pendencia, ni en peligro

      De verme palmeadas[21] las espaldas.

      Quince cuaresmas, si en la cuenta acierto,

      Pasaron por la pobre, desde el dia

      Que fue mi cara, agradecida prenda;

      En las cuales sin duda susurraron

      Á sus oidos treinta y mas sermones,

      Y en todos ellos, por respeto mio,

      Estuvo firme, cual está á las olas

      del mar movible la inmovible roca.

      ¡Cuántas veces me dijo la pobreta,

      Saliendo de los trances rigurosos

      De gritos y plegarias y de ruegos,

      Sudando y trasudando: plega al cielo,

      Trampagos mio, que en descuento vaya

      De mis pecados lo que aquí yo paso

      Por tí, dulce bien mio!

      CHIQUIZNAQUE.

      ¡Bravo triunfo!

      ¡Ejemplo raro de inmortal firmeza!

      Allá lo habrá hallado.

      TRAMPAGOS.

      ¿Quién lo duda?

      Ni aun una sola lágrima vertieron

      Jamás sus ojos en las sacras pláticas,

      Cual si de esparto ó pedernal su alma

      Formada fuera.

      CHIQUIZNAQUE.

      ¡Ó hembra benemérita

      De griegas y romanas alabanzas!

      ¿De qué murió?

      TRAMPAGOS.

      ¿De qué? casi de nada:

      Los médicos dijeron que tenia

      Malos los hipocondrios, y los hígados;

      Y que con agua de taray pudiera

      Vivir, si la bebiera setenta años.

      CHIQUIZNAQUE.

      ¿No la bebió?

      TRAMPAGOS.

      Murióse.

      CHIQUIZNAQUE.

      Fue una necia:

      Bebiérala hasta el dia del juicio,

      Que hasta entonces viviera. El yerro estuvo

      En no hacerla sudar.

      TRAMPAGOS.

      Sudó[22] once veces.

      Entra Vademecum con los asientos referidos.

      CHIQUIZNAQUE.

      ¿Y aprovechóle alguna?

      TRAMPAGOS.

      Casi todas:

      Siempre quedaba como un ginjo verde,

      Sana como un peruétano, ó manzana.

      CHIQUIZNAQUE.

      Dícenme que tenia ciertas fuentes

      En las piernas y brazos.

      TRAMPAGOS.

      La sin dicha

      Era un Aranjuez[23]: pero con todo

      Hoy come en ella la que llaman tierra,

      De las mas blancas y hermosas carnes,

      Que jamás encerraron sus entrañas;

      Y si no fuera porque habrá dos años

      Que comenzó á dañársele el aliento,

      Era abrazarla, como quien abraza

      Un tiesto de albahaca ó clavellinas.

      CHIQUIZNAQUE.

      Neguijon debió ser, ó corrimiento

      El que dañó las perlas de su boca:

      Quiero decir, sus dientes y sus muelas.

      TRAMPAGOS.

      Una mañana amaneció sin ellos.

      VADEMECUM.

      Asi es verdad; mas fue de eso la causa,

      Que anocheció sin ellos: de los finos

      Cinco acerté á contarle: de los falsos

      Doce disimulaba en la covacha.

      TRAMPAGOS.

      ¿Quién te mete á tí en eso, mentecato?

      VADEMECUM.

      Acredito verdades.

      TRAMPAGOS.

      Chiquiznaque,

      Ya se me ha reducido á la memoria

      La treta de denantes: toma y vuelve

      Al ademan primero.

      VADEMECUM.

      Pongan pausa,

      Y quédese la treta en ese punto,

      Que acuden moscovitas al reclamo:

      La Repulida viene y la Pizpita,

      Y la Mostrenca y el jayan Juan Claros.

      TRAMPAGOS.

      Vengan en hora buena: vengan ellos

      En cien mil norabuenas.

      Entra la Repulida, la Pizpita, la Mostrenca, y el rufian Juan Claros.

      JUAN.

      En las mismas

      Esté mi sor Trampagos.

      REPULIDA.

      Quiera el cielo

      Mudar su escuridad en luz clarísima.

      PIZPITA.

      Desollado le viesen ya mis lumbres

      De aquel pellejo lóbrego y escuro.

      MOSTRENCA.

      ¡Jesus, y qué fantasma noturnina!

      Quítenmele delante.

      VADEMECUM.

      Melindricos.

      TRAMPAGOS.

      Fuera