Ahora bien, tomado el relativismo epistémico como instrumento crítico, serviría para mostrar el talón de Aquiles de la epistemología política modernista; de manera que aplicando el relativismo a la ciencia, la asimetría entre la consideración de una naturaleza única y la de una política relativa, quedaría seriamente cuestionada. La imagen del conocimiento elaborado indicaría que las nociones científicas de la realidad se encontrarían en la misma circunstancia relativa y sin punto de vista privilegiado que la elaboración de propuestas en el ámbito de la política. Ambos polos serían relativizados. Pero aceptando el relativismo de la anterior manera, surge un problema que, paradójicamente, no es de interés en el posmodernismo; el problema sería explicar epistemológica y empíricamente cómo el relativismo evita la dispersión total, el eclecticismo desenfrenado; situaciones que, obviamente, no están ocurriendo en la elaboración del conocimiento contemporáneo.
Un problema de gran envergadura de los relativismos epistémicos reside en que, concentrándose en el elogio de la dispersión cognitiva y de la relativización de cualquier verdad, ignoran la explicación de la anudación de los acuerdos y negociaciones de las acuñaciones cognitivas, de la acción comunicativa que permite los consensos, de la puesta en equivalencia de entidades que permiten compartir el mundo. Entonces el problema real sería explicar de qué manera el proceso de relativización científico y político se acompaña de acciones de los actores en las que se acuñan, negociada y contingentemente, sus propuestas de validez científica y de pertinencia política.
Ahora, tomando como instrumento crítico al absolutismo, tendríamos la posibilidad simétrica de reconsiderar la epistemología política posmoderna según la cual, sustentándose en el relativismo metodológico, los antropólogos posmodernos critican el modelo absolutista de la ciencia pero, contradictoriamente, apoyándose en el relativismo cultural sostienen un absolutismo natural; para ellos, las culturas son relativas a ellas mismas pero comparten el mismo fondo natural.
Esto tiene como consecuencia que el fondo natural que supuestamente es compartido por todas las culturas corresponde con las ideas estabilizadas de naturaleza surgidas del mundo científico técnico occidental y no con las acuñaciones cognitivas de las otras culturas. Así, por ejemplo, la noción de sustentabilidad corresponde con cierta opinión occidental de la economía de los recursos naturales y no necesariamente con la opinión local de los bienes disponibles para la reproducción de la cultura de acuerdo a sus propias perspectivas. En la escala del polo científico, los antropólogos posmodernistas son consecuentes, con la epistemología política; sin embargo, son modernistas de acuerdo a la asimetría naturaleza única/cultura relativa. De acuerdo con nuestras interpretaciones, a estos antropólogos les faltaría actualizar su relativismo cultural al conocimiento de la naturaleza, para considerar abiertas las opciones sobre la conceptualización de la naturaleza y su relatividad respecto a las culturas y la política, aunado a esto, faltaría considerar la noción de un acuerdo cognitivo, de cooperación interpretativa y de negociación conceptual en la interpretación de las culturas, 20 digamos la inter-interpretación de las políticas de las culturas.
En este apartado habíamos dejado el polo político para explorar la epistemología del polo de las ciencias naturales y estudios culturales; sin embargo, el relativismo en ciencia y el universalismo en antropología posmoderna nos remite a otro nivel de concentración: al de la epistemología en ciencias.
La guerra de ciencias y los estudios sociales de ciencias confrontados a un relativismo científico
En el apartado anterior hemos abordado los debates epistemológicos en torno a las ciencias naturales y los estudios culturales. En éste, dejaremos de lado la epistemología de los estudios culturales para centrarnos en los debates epistemológicos sobre las ciencias naturales.
El debate sobre el conocimiento en ciencias y su epistemología ha girado en torno al relativismo epistémico. Las posiciones pro y contra el relativismo epistémico han sido cruciales en la configuración de la llamada guerra de ciencias entre científicos de la naturaleza y estudiosos de las humanidades.21
Recordando que, el conocimiento en ciencias representa para los epistemólogos modernos el ámbito de las verdades absolutas; y para los posmodernistas el espacio de las grandes relativizaciones, la guerra de ciencias muestra dos aspectos epistemológicos asimétricos para nuestro análisis; muestra cómo ciertos científicos defienden la copresencia del absolutismo en ciencias ydel relativismo cultural, y ciertos estudios de la ciencia defienden el relativismo en ciencias y el absolutismo sociológico. Asimismo, ambos evitan el tráfico entre relativismos y absolutismos. El análisis lo dividimos en dos partes, en la primera analizamos el debate en torno al conocimiento de la naturaleza y en la segunda parte el conocimiento social de la naturaleza.
Como sabemos, el "escándalo" desatado por el físico teórico Alan Sokal por la supuesta impostura científica de algunos prominentes intelectuales de las humanidades, derivó, luego de un tiempo, en lo que se llamaría la guerra de ciencias entre epistemólogos, científicos y humanistas, 22 y finalmente el debate se dirigió contra los estudiosos de ciencias. 23
En esta parte, nos interesa retomar el levantamiento de los físicos s&b contra las formas que adopta el posmodernismo y, más precisamente, contra lo que llaman la impostura científica y el relativismo epistémico. En realidad este debate no es reciente, pero seguirlo en la forma en que se ha presentado, nos da la ocasión de tomarlo como estudio de caso epistemológico. El tema de la impostura científica e intelectual, que habían denunciado S&B, se compromete con la epistemología en general, nosotros tocaremos sólo donde atañe directamente a la epistemología política, la que a este trabajo ocupa.
S&B se oponen rotundamente al relativismo en ciencias y distinguen el relativismo filosófico del relativismo metodológico. Del primero, aceptan la consideración de que la verdad de una propuesta depende de quien la interpreta, lo que para ellos es perfectamente sostenible aunque tenga poca consistencia en el mundo. Este relativismo se puede aceptar en sus versiones éticas o estéticas, de modo que no hay grupo social capaz de imponer sus valores ni sus gustos a otros colectivos.24 Sin embargo, es inaceptable el segundo en la medida que se sostiene la imparcialidad en la evaluación del desarrollo del conocimiento. 25 Como se puede apreciar, los autores muestran con gran transparencia esto que hemos denominado la epistemología política moderna: absolutismo científico y relativismo cultural (y político).
Para S&B, a riesgo de caer en imposturas, la física debería ser un campo de estudio exclusivo de físicos donde sólo ellos podrían juzgar, certificar y legitimar su producción científica. La física sería un bien de uso exclusivo de físicos y su consumo debería estar certificado por ellos mismos.
S&B denuncian la relativización del conocimiento científico realizado por los que llaman sociólogos constructivistas-relativistas. Desde luego que en esta guerra, los autores tienen sus razones fundamentadas; así la impugnación al relativismo epistémico se cumple puntualmente en ciertas vertientes de los estudios sociales de la ciencia; ejemplo de esta relativización y demérito de las ciencias se encuentra en la afirmación de los sociólogos constructivistas Barry Barnes, David Bloor y John Henry en su libro Scientific Knowledge: A Sociological Analysis, en el cual, estos autores escriben que "la astrología no responde