—Por aquí —dijo Haven, y Thanos siguió al general partiendo del hecho de que, seguramente, era el que mejor conocía la isla de todos los que estaban allí. Thanos deseaba que Iakos y Akila estuvieran allí, pero el líder sustituto estaba muerto y Akila estaba demasiado malherido para esas técnicas escapatorias.
Thanos vio una serie de calles que reconocía y hizo una señal al general.
—Aquí —gritó—. Los callejones.
Ante su sorpresa, le siguieron. Pasaron corriendo por una serie de callejones estrechos y volvieron a girar. Parecía que algunos de los hombres de Sir Justin querían atacar de nuevo al enemigo, pero Thanos levantó el brazo para detenerlos.
—Esperémosles —dijo Thanos—. Podemos defender mejor desde este extremo y… bueno, observar.
Puede que aún no lo conocieran, pero aun así se quedaron quietos. Los soldados de Felldust atacaron y entonces fue cuando los isleños que estaban a la espera se colaron por los muros que había a ambos y los cubrieron de escombros.
—Iakos puso trampas en media ciudad —explicó Thanos. Ahora le costaba respirar y deseaba poder parar aunque fuera un momento, pero en una batalla como esta, no había tiempo—. Venga, tenemos que continuar.
Retrocedieron más, esta vez andando con cuidado entre cuerdas de trampa y trampas para animales.
—Esta es una manera sucia de luchar —dijo Sir Justin.
Thanos le puso una mano sobre el hombro. Podía imaginar por lo que aquel hombre estaba pasando. Los antiguos hombres de Lord West probablemente estaban acostumbrados a llevar a cabo ataques y duelos cuidadosamente planeados, no a luchar en callejones y escapar.
—Estamos haciendo lo que debemos para ganar —dijo. Thanos todavía recordaba cuando él había luchado con tanta cautela que no había matado a sus contrincantes, y había luchado con honor. Ahora aquellos tiempos parecían muy lejanos—. Estamos manteniendo a salvo a nuestras familias y amigos. Estamos salvando a la gente de Haylon y al Imperio.
Vio que los guerreros asentían y ahora estaban de nuevo lejos entre las casas, corriendo delante de las fuerzas que avanzaban.
Esa era la parte preocupante de todo aquello. Estaban perdiendo terreno con cada enfrentamiento, incapaces de parar y luchar ante tantos contrincantes. Incluso cuando Thanos giró de nuevo, apartando de un golpe una lanza para poder clavar su espada en la persona que la empuñaba, salió corriendo de nuevo, dirigiéndose de nuevo a la siguiente posición entre las casas y luego hasta la siguiente.
No parecía tanto luchar para ganar como simplemente frenar la derrota tanto tiempo como fuera posible.
Thanos se encontraba tras una barricada en medio de la ciudad cuando llegó un mensajero corriendo, saliendo repentinamente de un portal de por allí cerca. Thanos casi lo ensarta por instinto, pero consiguió retroceder a tiempo.
—Akila dice que ya es hora de que las últimas personas se retiren de la ciudad. Una de las playas de la punta de la isla ha caído, y los necesitamos a todos para reforzar los desfiladeros.
Thanos asintió, intentando ocultar su decepción ante aquellas palabras. Thanos sabía que esto era inevitable desde que las fuerzas de Felldust habían abierto a la fuerza los portones del puerto, pero se había atrevido a esperar que fuera porque lo habían confiado todo a aquel ataque. Si también podían tomar playas cruzando la isla, las cosas estaban peor de lo que pensaba.
—¡Retroceded hasta las colinas! —exclamó, y los hombres que lo rodeaban parecieron sorprenderse por un instante, antes de partir a través de la ciudad hacia los desfiladeros. Los hombres del General Haven fueron tan rápidos como los hombres de Haylon, pues evidentemente habían llegado a conocer las montañas durante el tiempo que lucharon allí. Los antiguos hombres de Lord West siguieron, evidentemente guiados por Thanos. Él tan solo esperaba que no estarlos llevando hasta su muerte.
Llegaron hasta los muros de piedra y los desfiladeros del borde de la ciudad. Había unos hombres con mazos esperando junto a unas grandes plataformas de madera. Thanos imaginaba que cuando los encarrilaran hacia dentro, los muros de piedra se derrumbarían y formarían un muro natural. Thanos imaginaba también que, a no ser que lo hubieran calculado muy bien, los hombres se arriesgaban a quedar enterrados cuando se derrumbaran las piedras. Estaban entregando sus vidas para frenar el avance.
Thanos no podía permitir que lo hicieran solos.
Agarró uno de los martillos, ignorando la cara de conmoción del hombre mientras observaba cómo las tropas que iban con él se colaban por el hueco. Llegaron más guerreros de Haylon, y más todavía, pero ahora Thanos veía que los hombres de Felldust seguían de cerca.
Entonces empezó a pensar en Ceres. Esperaba que su búsqueda le fuera mejor de lo que a ellos les iba en la isla. Tenía muchos deseos con ella y, si moría aquí, nunca sucederían, pero no podía quedarse quieto y dejar que estos hombres lo hicieran solos.
—Debemos hacerlo —dijo uno de los hombres que estaban allí.
Thanos negó con la cabeza.
—Todavía no. Aún tienen que llegar más hombres.
—Pero si los hombres de Felldust nos localizan …
—He dicho que todavía no —repitió Thanos.
Los guerreros continuaron llegando, y Thanos dejaba pasar a tantos de los suyos como podía. Cuando el primero de los guerreros de Felldust fue hacia él, Thanos paró el golpe con el mango de su mazo y, a continuación, atacó de nuevo, sintiendo que las costillas cedían por el golpe. otro se adelantó y allí estaba Haven para derribarlo.
—Este no es un lugar para ti, mi príncipe —dijo.
—Pensaba que había dicho que yo no era su príncipe —remarcó Thanos.
Oyó que el hombre suspiraba.
—No lo eres, pero tienes razón. Vine a esta isla para ser un asesino. Es el momento de ser algo más.
Hizo una señal con la cabeza y Thanos notó unas manos fuertes que le agarraban los brazos. Dos soldados del Imperio lo echaban hacia atrás mientras Haven se hacía con el martillo que sostenía Thanos.
—Haven, no lo haga —dijo Thanos.
Pero era demasiado tarde. El viejo general ya estaba balanceando el martillo, junto a los pocos hombres elegidos de Haylon. Lo balanceaba con toda la fuerza de un hombre mucho más joven, los golpes impactaban contra la plataforma, mientras las rocas crujían por encima suyo.
Cuando estas cedieron, fue como un trueno, parecía que el mundo entero desaparecía bajo la lluvia de piedras que caía. El General Haven desapareció bajo esa avalancha, dejando tan solo un sólido muro de losas.
Thanos miró al montón asombrado.
Aun así, sabía que esto solo les daba un poco más de tiempo.
Haylon estaba perdida.
Solo esperaba que las cosas fueran más fáciles para Ceres.
CAPÍTULO DOS
Ceres alzó la vista desde el hoyo, hacia el círculo de hechiceros medio muertos que lo rodeaban e intentaba ocultar su miedo. Consiguió reunir resistencia mientras observaba cómo se reunían, agarrando con fuerza las empuñaduras de sus espadas iguales, manteniéndose a la espera. No iba a permitir que la vieran asustada allá abajo.
—Podrías habernos liberado —dijo el líder como vieja.
—Liberaros para que destruyerais cosas —respondió Ceres—. Nunca.
—En ese caso tomaremos tu sangre y seremos lo que fuimos por lo menos por un rato.
Ceres se quedó quieta, esperándolos.