Metió las bolsas en el asiento trasero y luego puso el auto en marcha. Su teléfono celular sonó justo cuando estaba a punto de salir del estacionamiento. Vio el nombre de Martin en la pantalla y no dudó en contestar. Si él la estaba llamando para discutir, ella le seguiría el juego. Si él la estaba llamando para disculparse, también estaría abierta a eso. A decir verdad, simplemente le gustaba la idea de estar hablando por teléfono con alguien que conocía en este momento.
—Hola —contestó ella.
—Hola, Danielle —dijo Martin—. Mira, te debo una disculpa por lo de anoche. Y no solo por haber sido brusco contigo. No debí haberme puesto así por mi teléfono. Es solo que las cosas están un poco mal en el trabajo. Por eso recibí todos esos mensajes de texto. Lo supe justo cuando comenzaron a llegar. No quería ser molestado anoche. ¿Eso tiene sentido?
—Sí, eso tiene sentido. Pero lo que no tiene sentido es porque no me lo dijiste anoche.
—Porque soy un estúpido —dijo Martin—. No quería que supieras que estoy a punto de ser despedido. Y cuando te pusiste juguetona, simplemente perdí los estribos. Danielle… nunca le he hecho daño a una mujer. Por favor, créeme. No puedo creer que te puse las manos encima… Dios mío, lo siento mucho.
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