El Destino De Los Dragones . Морган Райс. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Морган Райс
Издательство: Lukeman Literary Management Ltd
Серия: El Anillo del Hechicero
Жанр произведения: Героическая фантастика
Год издания: 0
isbn: 9781632910783
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en su lugar mientras estaba parado, cambiando de un pie a otro y tarareaba para sí mismo con una voz ronca. Todos esos años de estar ahí abajo, pensó Gwen, todos esos años de aislamiento lo habían convertido claramente, en un personaje extraño.

      Gwen esperaba que él se abriera, que revelara lo que le había sucedido a su padre. Pero los segundos se convirtieron en minutos, y el sudor aumentaba en la frente de Steffen, mientras él se balanceaba cada vez más dramáticamente, pero no decía nada.  Continuaba habiendo un espeso y pesado silencio, interrumpido por su tarareo.

      Gwen también estaba comenzando a sudar aquí abajo, el fuego rugiente de los pozos estaba muy cerca en este día de verano. Quería acabar con esto, dejar ese lugar – y nunca volver ahí otra vez. Vigilaba detenidamente a Steffen, tratando de descifrar su expresión, de averiguar qué pasaba por su mente. Había prometido decirles algo, pero ahora él había enmudecido. Mientras lo examinaba, parecía que estaba dudando. Se notaba que él tenía miedo; que tenía algo que ocultar.

      Finalmente, Steffen aclaró su garganta.

      "Algo cayó por la rampa esa noche, lo reconozco", comenzó a decir, sin hacer contacto visual, buscando algún lugar en el piso, "pero no estoy seguro de lo que era. Era algo metálico. Sacamos el orinal esa noche, y oí que cayó en el río.  Era algo diferente. Entonces”, dijo, carraspeando su garganta varias veces mientras retorcía las manos, "verán, sea lo que sea, ya se fue a las mareas".

      "¿Estás seguro?", preguntó Godfrey.

      Steffen afirmó con su cabeza vigorosamente.

      Gwen y Godfrey intercambiaron una mirada.

      "¿Al menos viste lo que era?", Godfrey preguntó presionando.

      Steffen negó con la cabeza.

      "Pero tú mencionaste una daga. ¿Cómo sabías que era un puñal si no lo viste?", preguntó Gwen. Ella sabía que él estaba mintiendo; pero simplemente no sabía por qué.

      Steffen aclaró su garganta.

      "Yo dije eso porque creí que era una daga", respondió. "Era pequeña y de metal. ¿Qué otra cosa podría ser?".

      "Pero ¿te fijaste en el fondo de la olla?", preguntó Godfrey. "¿Después de que lo tiraste? Tal vez esté aún en la olla, en la parte inferior".

      Steffen negó con su cabeza.

      "Revisé el fondo", dijo. "Siempre lo hago. No había nada. Estaba vacío. No importa qué haya sido, ya se fue. Lo vi flotando".

      "Si era de metal, ¿cómo iba a flotar?", preguntó Gwen.

      Steffen aclaró su garganta, y luego se encogió de hombros.

      "El río es misterioso", respondió.  "Las mareas son fuertes".

      Gwen intercambió una mirada de escepticismo con Godfrey, y podía decir por la expresión de él, que tampoco le creía a Steffen.

      Gwen se fue impacientando cada vez más.  Ahora, también estaba desconcertada. Momentos antes, Steffen iba a contarles todo, como había prometido. Pero parecía como si de repente hubiese cambiado de opinión.

      Gwen se acercó más a él y frunció el ceño, sintiendo que este hombre tenía algo que ocultar. Ella puso su cara más dura, y al hacerlo, sintió la fuerza de su padre emanando a través de ella. Estaba decidida a descubrir lo que fuera que él sabía—especialmente si le ayudaba a encontrar al asesino de su padre.

      "Estás mintiendo", dijo, con gran frialdad, la fuerza que salía de ella incluso la sorprendió. "¿Sabes cuál es el castigo por mentir a un miembro de la familia real?". Steffen retorció las manos y casi rebotó en su lugar, mirándola hacia arriba, por un momento y luego apartó la mirada rápidamente.

      "Lo siento", dijo él. "Lo siento. Por favor, no sé nada más".

      "Antes nos preguntaste si te librarías de la cárcel si nos decías lo que sabías", dijo ella.  "Pero no nos has dicho nada. ¿Por qué preguntaste eso si no tenías nada que decirnos?".

      Steffen lamió sus labios, mirando hacia el piso.

      "Yo… yo… "comenzó a decir y se detuvo.  "Yo estaba preocupado… de que me metería en problemas por no informar que un objeto cayó del conducto.  Eso es todo. "Lo siento. No sé lo que era. Se ha ido".

      Gwen entrecerró sus ojos, mirándolo, tratando de llegar al fondo de este extraño personaje.

      "¿Qué fue exactamente lo que le sucedió a tu amo?", preguntó ella, no dejando que se librara de la culpa.  "Nos dijeron que desapareció. Y que tú tenías algo que ver con ello".

      Steffen negó con su cabeza una y otra vez.  "Se fue", respondió Steffen. “Eso es todo lo que sé. "Lo siento. No sé nada que les pueda ayudar".

      De repente llegó un ruido silbante por toda la habitación, y todos se volvieron para ver los residuos volando por el conducto, y cayendo con un ruido en el enorme orinal. Steffen se dio la vuelta y corrió por la habitación, hacia a la olla. Se quedó parado junto a ella, observando cómo se llenaba de los residuos de las habitaciones superiores.

      Gwen se volvió y miró a Godfrey, quien también la miraba. Tenía una expresión de desconcierto.

      "Lo que sea que esté escondiendo", dijo ella, "no va a decirlo".

      "Podemos hacer que lo encarcelen", dijo Godfrey.  "Eso podría hacerle hablar".

      Gwen meneó la cabeza.  "No lo creo. No con éste. Obviamente está muy asustado. Creo que tiene que ver con su maestro. Es claro que se siente mal por algo y no creo que tenga que ver con la muerte de nuestro padre. Creo que él sabe algo que podría ayudarnos—pero tengo la sensación de que arrinconarlo, sólo le hará callar".

      "¿Qué debemos hacer?", preguntó Godfrey.

      Gwen se quedó allí, pensando. Recordó a una amiga suya, cuando ella era niña, que una vez había sido descubierta mintiendo. Recordó que sus padres le habían presionado de todas las maneras posibles para que dijera la verdad, pero que ella no hablaba. Fue sólo semanas después, cuando todo el mundo finalmente la había dejado en paz, que se había ofrecido voluntariamente a revelar todo. Gwen sintió la misma energía saliendo de Steffen, de que arrinconarlo lo haría callar, que necesitaba hablar voluntariamente.

      "Vamos a darle tiempo", dijo.  "Vamos a buscar en otra parte. Vamos a ver qué podemos averiguar y lo abordaremos otra vez cuando sepamos algo más. Creo que se abrirá. Él no está listo".

      Gwen se volvió y lo vio, a través de la habitación, examinando los residuos que llenaban la olla.  Ella estaba segura de que él les llevaría hacia al asesino de su padre.  Ella simplemente no sabía cómo. Se preguntó qué secretos se escondían en las profundidades de su mente.

      Era un personaje muy extraño, pensó Gwen.  Era muy raro, sin duda.

      CAPÍTULO CUATRO

      Thor trató de respirar mientras pestañeaba para quitarse el agua que cubría sus ojos, su nariz, su boca, derramando todo a su alrededor.  Después de deslizarse a través de la embarcación, había logrado finalmente asirse a la barandilla de madera, y se aferró a ella con toda su alma mientras el agua implacable trataba de hacer que se soltara. Todos los músculos de su cuerpo estaban temblando, y no sabía cuánto más podría aguantar.

      Alrededor de él, sus hermanos hacían lo mismo, aferrándose con todo su ser, por lo que pudieran encontrar, mientras el agua intentaba tirarlos del barco. De alguna manera, se mantenían dentro.

      El ruido era ensordecedor, y era difícil ver más de unos pocos metros delante de él.

      A pesar de ser un día de verano, la lluvia era fría y el agua envió un escalofrío por su cuerpo que no podía evitar. Kolk estaba ahí parado, ceñudo, con las manos sobre sus caderas, como si fuera inmune a la lluvia y vociferando a todos a su alrededor.

      "¡REGRESEN A SUS ASIENTOS!", gritó. "¡REMEN!".

      El mismo Kolk tomó asiento y comenzó a remar, y en pocos momentos los chicos se deslizaron y se arrastraron a través de la cubierta hacia