Un destello de reconocimiento pasó por la cara de Nassar.
"No conozco a ese hombre".
Luke respiró profundamente. Normalmente, tendría horas para entrevistar a un sujeto como este. Hoy tenía minutos. Eso significaba que puede que tuviera que hacer un poco de trampa.
"¿Por qué está tu computadora anclada al suelo?".
Nassar se encogió de hombros. Estaba empezando a recuperar su confianza. Luke casi podía verla inundándolo. El hombre creía en sí mismo. Pensó que iba a evadirlos.
"Hay una gran cantidad de material confidencial allí. Tengo clientes que se dedican a negocios relacionados con la propiedad intelectual. También soy, como he indicado, un diplomático asignado a las Naciones Unidas. Recibo comunicaciones de vez en cuando que son… ¿cómo las llamarías? Clasificadas. Estoy en estos puestos porque soy conocido por mi discreción".
"Eso puede ser", dijo Luke. "Pero voy a necesitar que me des la contraseña para que pueda echar un vistazo por mí mismo".
"Me temo que eso no será posible".
Detrás de Nassar, Ed rió. Sonaba como un gruñido.
"Se puede sorprender por lo que es posible", dijo Luke. "El hecho es que vamos a tener acceso a esa computadora. Y vas a darnos la contraseña. Ahora, hay una manera fácil de hacer esto y una manera difícil. La elección depende de ti".
"No me harás daño", dijo Nassar. "Ya estás en grandes problemas".
Luke miró a Ed. Ed se acercó y se arrodilló al costado derecho de Nassar. Tomó la mano derecha de Nassar en sus dos poderosas manos.
Luke y Ed se habían conocido por primera vez esa noche pero ya estaban comenzando a trabajar juntos sin comunicación verbal. Era como si estuviesen leyéndose la mente. Luke ya había experimentado esto, por lo general con tipos que habían estado en las unidades de operaciones especiales como Delta. La relación por lo general tomaba más tiempo en desarrollarse.
"¿Tocas el piano allí?", dijo Luke.
Nassar asintió. "Tengo formación clásica. Cuando era joven, era pianista de concierto. Todavía toco un poco por diversión".
Luke se puso en cuclillas para estar al mismo nivel de vista con Nassar.
"En un momento, Ed va a empezar a romperte los dedos. Eso va a hacer que sea difícil tocar el piano. Y va a doler probablemente bastante. No estoy seguro de que sea el tipo de dolor al cual un hombre como tú esté acostumbrado".
"No lo harás".
"La primera vez, voy a contar hasta tres. Eso te dará unos últimos segundos para decidir lo que quieres hacer. A diferencia de ti, advertimos a la gente antes de herirla. No robamos material radiactivo y pretendemos matar a millones de personas inocentes. Diablos, vas a recibir poco en comparación con lo que estás haciéndole a los demás. Pero después de la primera vez, no habrá más advertencias. Simplemente voy a mirar a Ed y él te romperá otro dedo. ¿Entiendes?".
"Voy a hacer que te despidan", dijo Nassar.
"Uno".
"Eres un hombre pequeño sin ningún poder. Te vas a arrepentir de haber venido aquí".
"Dos".
"¡No te atrevas!".
"Tres".
Ed rompió el meñique de Nassar en el segundo nudillo. Lo hizo rápidamente con muy poco esfuerzo. Luke oyó el crujido, justo antes de que Nassar gritara. El meñique se inclinó hacia un lado. Había algo casi obsceno en el ángulo.
Luke puso su mano bajo la barbilla de Nassar y le levantó la cabeza. Los dientes de Nassar estaban apretados. Su cara estaba enrojecida y su respiración era entrecortada. Pero sus ojos eran implacables.
"Eso fue sólo el meñique", dijo Luke. "El siguiente es el dedo pulgar. Los pulgares duelen mucho más que los meñiques. Los pulgares además son más importantes".
"Animales. No te diré nada".
Luke miró a Ed. La cara de Ed estaba dura como una piedra. Se encogió de hombros y le rompió el pulgar. Esta vez hizo un fuerte sonido crujiente.
Luke se puso de pie y dejó que el hombre gritara por un momento. El ruido era ensordecedor. Podía escucharlo haciendo eco en el apartamento como algo de una película de terror. Quizás deberían buscar una toalla de mano en la cocina para usarla como mordaza.
Se paseó por la habitación. No le gustaban este tipo de cosas. Era tortura, comprendía eso. Pero los dedos del hombre se curarían. Si una bomba sucia explotaba en un tren subterráneo, muchas personas morirían. Los supervivientes se enfermarían. Nadie podría curarse jamás. En la balanza, entre los dedos del hombre y las personas muertas en un tren, la decisión era fácil.
Nassar lloraba ahora. Le chorreaba moco claro de una de sus fosas nasales. Respiraba alocadamente. Sonaba como eh-eh-eh-eh.
"Mírame", dijo Luke.
El hombre hizo lo que se le dijo. Sus ojos ya no eran implacables.
"Veo que el pulgar llamó tu atención. Así que el siguiente será el pulgar izquierdo. Después de eso, vamos a empezar con los dientes. ¿Ed?".
Ed se movió a la izquierda del hombre.
"Khalil Gibran", dijo Nassar con la voz entrecortada.
"¿Qué dijiste? No te escuché".
" Khalil guión bajo Gibran. Es la contraseña".
"¿Como el autor?", dijo Luke.
"Sí".
"¿Y qué es trabajar con amor?", dijo Ed, citando a Gibran.
Luke sonrió. "Es tejer la tela con hilos sacados de vuestro corazón, como si vuestro ser más amado tuviera que vestirse con esa tela. Tenemos eso en la pared de nuestra cocina en casa. Me encanta eso. Creo que somos simplemente tres románticos incurables aquí".
Luke fue a la computadora y pasó el dedo por el panel táctil. Apareció el cuadro de contraseña. Tipeó las palabras.
Khalil_Gibran
Apareció la pantalla del escritorio. El fondo de pantalla era una foto de montañas nevadas con praderas amarillas y verdes en primer plano.
"Parece que estamos en carrera. Gracias, Ali".
Luke sacó un disco duro externo que había recibido de Swann del bolsillo superior de sus pantalones cargo. Lo enchufó a un puerto USB. El disco externo tenía gran capacidad. Debería absorber con facilidad toda la computadora de este hombre. Podrían preocuparse después de descifrar cualquier tipo de encriptado.
La transferencia de archivos comenzó. En la pantalla, apareció una barra horizontal vacía. Desde la izquierda, la barra comenzó a llenarse con color verde. Tres por ciento verde, cuatro por ciento, cinco. Debajo de la barra, una ráfaga de nombres de archivos aparecía y desaparecía a medida que cada uno se iba copiando en la unidad de destino.
Ocho por ciento. Nueve por ciento.
Afuera, en la sala principal, hubo una conmoción repentina. Las puertas de entrada se abrieron de golpe. "¡Policía!", gritó alguien. "¡Tiren sus armas! ¡Al piso!".
Se movían por el apartamento derribando cosas, volando puertas. Parecía que eran un montón. Estarían aquí en cualquier momento.
"¡Policía! ¡Abajo! ¡Abajo! ¡Agáchense!".
Luke echó un vistazo a la barra horizontal. Parecía estar atascada en doce por ciento.
Nassar miraba fijamente a Luke. Sus ojos se veían pesados. Le corrían lágrimas. Sus labios temblaban. Su cara estaba roja y su cuerpo casi desnudo estaba completamente empapado en sudor. No se veía para nada vindicado o triunfal.
Capítulo 13
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