-¡Ah! Ya entiendo. Pero tú habÃas dicho que iba a ser en casa. Nosotros citamos aquà a Paul e Irene debido a eso en que habÃamos quedado âdijo Ricardo refiriéndose a SofÃa.
-Lo que yo te dije es que la harÃamos en la plaza y que si la policÃa nos desalojaba de allà que nos venÃamos con la queimada a la casa. Además, lo suyo es el aire libre âcontestó ella.
Mientras tiene lugar esta conversación yo he encontrado un disco de hace unos cuantos años, de RamoncÃn, ese que dice soy el rey del pollo frito y, asimismo, Teresa vuelve de la cocina con el vino y unos vasos:
-¡LÃate un canuto o dos, anda!
-Ya que somos cuatro es más práctico una trompeta ¿no?; hace tiempo que no hago una. Vamos a ver, un par de papelillos, la china, un cigarrillo y medio, y el filtro âenumera SofÃa mientras extendÃa las cosas encima de la mesa âahora, como yo hago los canutos con la izquierda tengo que poner el pegamento de uno de los papelillos por arriba y el otro cruzadoâ¦Â¡ya está!. Ponme un vaso de vino para inspirarme, gracias ây le pega un largo trago al Sangre de Toro âestá de puta madre, chachi que sÃ. La vamos a coger buena esta noche, me da la impresión.
-Como siempre por San Juan.
-Y yo el doble âdice SofÃa âporque aunque no quiera voy a inhalar todos los vahos que desprenda el aguardiente al quemarse, sumado a que no me voy a privar de beberâ¦
-Tú no te pases que luego acabas a cuatro patas.
-¡Mira quien fue a hablar! Yo por lo menos me acuerdo de lo que he hecho aunque esté borracha, no como otros, LuÃs, bonito. Tú tranqui que yo aguanto. Toma enciende la trompeta y no te duermas con ella en la mano que somos cuatro a fumar. Bueno, a por otro vasito. ¿Podemos tomar algo de comer, no? Si no va a sentarnos mal tanta priva, ¿qué te parece Teresa?
-Bien, vamos a la cocina; ahora venimos a por el canuto.
-¿Quieres escuchar algo en especial, SofÃa?
-Pon la cinta de Siniestro Total que hay en mi cazadora-contestan desde la habitación de al lado.
Le paso la trompeta a Ricardo y me voy a ver qué es lo que están haciendo de comer. Las encuentro frente a frente en la mesa partiendo espárragos trigueros:
-No tardamos ni una hora, ya verás: guiso de espárragos trigueros con costilla de cerdo. ¿Y el canuto? âdice Teresa.
-Ahora os lo doy, lo tiene Ricardo.
-¡Guau! ¡Mirar lo que he encontrado! ¡Dos tripis en la funda de âThe Wallâ envueltos en un papel con una dedicatoria!
-¡Ostras tÃo! No me acordaba de ellos, me los regaló el enrollado del Super en mi cumpleaños; ahora me viene a la memoria que no los tomamos porque estábamos tan pedos que meternos algo más era ya una pasada. ¡Putamadre! Hacemos cuatro partes y cuando acabemos con la queimada los comemos para continuar la marcha toda la noche o lo que cuadre. ¡Chachi que sÃ! Pásame el porro âdice Teresa.
-Esto hay que celebrarlo haciendo otra trompeta-dice SofÃa frotándose las manos mientras se dirige a la sala-además voy a ponerme un chupito de pacharán, ¿alguien quiere?
-Todos queremos.
Asà que nos ponemos a beber pacharán y a hablar de lo bien que nos lo vamos a pasar esa noche hasta que por fin se termina de hacer la comida. Cenamos rápido y en silencio; Ricardo y yo vamos a la cocina a preparar unos carajillos de ron. Llaman por el portero automático: son Paul e Irene que traen otras dos botellas de orujo, dejo la puerta entornada y oÃmos risas subiendo la escalera:
-¡Pero que torta más idiota, tronco! ¡ja, ja, ja, ja!
-Tengo el culo hecho puré âdice Paul â¡ay! ¡hostias, no voy a poder sentarme en toda la noche! ¡hola a todos!
-¿Qué, ya te has caÃdo como siempre? âinquiere Ricardo.
-¡Es de pelÃcula cómica el tipo este! âdice Irene â¡Estábamosâ¦ja ja jaâ¦bajando las escaleras del metro cuandoâ¦es que es de partirseâ¦va y se cae de culo yâ¦bajó asà todas las escaleras de Noviciado! ¡Es que lloraba de risa, chachi que sÃ!
-Anda, tómate una copa âdice Teresa.
-Un camión cisterna lleno de ron voy a tener que beberme para olvidar lo que me duele.
Esto sólo me ocurre a mÃ, soy como un imán para las tortas bobas.
-¡Pero siéntate hombre!-dice SofÃa.
-¡Muy graciosa la niña! ¡Bueno, vale ya; a ver si vais a estar cachondeándoos de mà toda la noche! ¡Ya está bien, joder, tÃos! âcontesta él empezando a enfadarse.
-No te mosquees tronco, es que eres el colmo de las desgracias. Tómate otro pacharán y pasa olÃmpicamente de la historia âdice SofÃa conciliadora âestábamos a punto de marcharnos a la Plaza de Lara para montar la queimada, nos habéis cogido por los pelos en casa.
-¿Es que no la vamos a hacer aquÃ? Es lo que nos habÃan dicho Teresa y Ricardo âdice Irene.
-¡Que va!
-Además, hemos quedado con una serie de colegas en la plaza a partir de las doce; los gitanos se tirarán agua para celebrar la entrada del verano y luego vendrán a la hoguera. Hace un par de años montamos una buena: bebieron hasta los municipales y los serenos que pasaban por allÃ, estuvimos cantando y tocando palmas hasta las seis de la madrugada. ¡Tope guay! âdice LuÃs.
-Vamos para allá âdice SofÃa impaciente âyo me encargo de llevar el aguardiente, Ricardo la cacerola y Teresa el azúcar, los limones y las manzanas.
-¿Llevamos el casete y algunas cintas? âpregunta Paul.
-Creo que no, acaban siendo un incordio âdice Irene.
-Esperad, tenemos que repartir los tripis. Ricardo, tráete la cuchilla y un espejo pequeño que hay encima del radiador en la cocina. Que cada uno se lo coma cuando le mole. Como sólo hay dos tengo que dividir cada uno de ellos en tres partes; espero que sean buenos y alucinemos cantidad, toma Irene, vete pasando el espejo y que cada uno coja su trozo. Yo voy a papearlo ahora asà cuando haga la queimada vacilaré un montón âdice SofÃa.
-Vámonos, Teresa cierra con llave âdice Ricardo.
LA POLICÃA SIN PISTAS EN EL CASO DE LOS JÃVENES DESAPARECIDOS EN EL BARRIO DE CHUECA.
Madrid, 2 de julio.- Han pasado dos semanas desde que los vecinos de Lavapiés y Malasaña vieron por última vez a Ricardo y Teresa GarcÃa Olavide, residentes en la calle de Lavapiés, sita en el barrio del mismo nombre, y a LuÃs Barros Sánchez y SofÃa Castro Souto, naturales de La Coruña y residentes en la calle Jesús del Valle, sita en el barrio de Malasaña.
Un conocido de los hermanos GarcÃa Olavide, J. R. M., dice haberlos visto salir alrededor de las doce de la noche portando una serie de bolsas. La policÃa sigue investigando la zona aunque el resultado de sus esfuerzos ha sido nulo hasta ahora. Las personas más allegadas a los cuatro jóvenes han declarado no saber nada de ellos desde el dÃa de la fiesta de San Juan.
El comisario Soler, encargado de