Saludando a Steven, Nick rápidamente tomó su teléfono e hizo malabares con él, y por poco se le cae. Finalmente lo cogió en la tercera vuelta y lo abrió.
âHablaâ, gruñó. Su expresión se transformó en una de profunda preocupación antes de pisar el acelerador hasta el fondo. Afortunadamente, él habÃa decidido conducir al Hummer para llevar a Steven y Jewel de nuevo al Night Light.
Hizo un rápido inventario mental y dio un pequeño suspiro de alivio cuando recordó que Warren todavÃa tenÃa algunos juegos de ropa adicionales en el vehÃculo desde su último viaje de campamento. Nadie se habÃa molestado en sacarlos de ahà y le evitó a Nick el viaje de vuelta a casa. Era algo bueno que Warren y Quinn fueran de la misma talla... no habÃa nada peor que intentar meterse en ropa que fuera demasiado pequeña.
Encendiendo el GPS en su teléfono, consiguió la ubicación exacta de Warren. Girando en la siguiente esquina sin frenar, Nick supo que no le iba a gustar lo que iba a ver una vez que llegara allÃ.
Por si acaso, Nick sacó su teléfono celular y llamó a Devon para informarle los nuevos acontecimientos. Devon pudo haber dejado la ciudad voluntariamente, pero habÃa hecho que Nick le prometiera que lo llamarÃa varias veces al dÃa para mantenerlo al tanto de todo.
*****
Steven consiguió que Jewel entrara en el club y la acompañó escaleras arriba. Cuando llegaron a su habitación, cerró la puerta pero no la puso llave. No querÃa que ella se sintiera atrapada.
Jewel parpadeó y observó detenidamente la habitación a la que la habÃan traÃdo. La cama era de tamaño king con un edredón de color verde profundo extendido sobre ella. Un par de almohadones estaban sobre la cama y, entre otras cosas, un animal de peluche... un puma. Ella no pudo evitar que le hiciera mucha gracia y una risita nerviosa escapó de su boca antes de que pudiera detenerla.
La cómoda tenÃa un acabado de laca negra con un gran espejo y en el centro habÃa una pequeña planta de bambú. En el otro lado de la habitación habÃa un par de sillones puff, una enorme televisión de pantalla plana montada en la pared y una consola de juegos con numerosos juegos esparcidos por ahÃ.
Jewel no podÃa entender por qué se sentÃa tan tranquila, pero lentamente su tranquilidad empezaba a ser reemplazada por temor. ¿Qué demonios estaba haciendo aquÃ?
â¿Por qué me trajiste aquÃ?â, preguntó Jewel, dándole la cara a Steven.
âPorque estarás a salvo aquÃâ, respondió Steven. âNo volverás donde tu prometido ni donde tu padreâ.
Lo que quedaba de esa sensación de calma en su ser desapareció inmediatamente y Jewel sacudió la cabeza con fuerza. â¡No, tengo que volver! Si no lo hago, Anthony me mataráâ.
âNo puede matarte si no te encuentraâ, dijo Steven con una voz tan frÃa que pareció como si se hubiera tragado algo del calor que habÃa en la habitación.
â¿Y qué hay del padre Gordon?â, preguntó Jewel, levantando la voz. âSi van donde él, descubrirán dónde estoyâ. Jewel empezó a caminar de un lado a otro. âPapá va a estar tan enojado y Anthony... No quiero ni pensar en lo que va a hacerâ.
Steven tuvo un flashback del enorme moretón en forma de mano que lucÃa ella antes. â¿Por qué diablos protegerÃas a tu papá cuando obviamente él no te protege a ti?â
â¿Quién te dio el derecho de que te importara un bledo?â gritó Jewel más a gusto, ahora que él le gritaba a ella.
â¿Sabes qué? Bienâ. Steven abrió la puerta del dormitorio. âAhà está la salida, vuelve a tu novio y a un matrimonio al que te están forzando gracias a la ineptitud de papi para cuidar de los negocios. Ningún padre de verdad sacrificarÃa a sus hijos para pagar una deuda de la que él es culpableâ.
Jewel miró la puerta y dio un tÃmido paso hacia adelante antes de retroceder y tirarse en la cama. Miró el reloj despertador y supo que ya era demasiado tarde para regresar a hurtadillas. Dos de la mañana... esa era la hora en que los guardias cambiaban de turno y la única en que podÃa volver sin ser atrapada.
â¿Qué hago ahora?â, preguntó Jewel y lo miró con lágrimas en los ojos. â¿Adónde podrÃa ir?
Steven cerró la puerta y se arrodilló frente a ella. â¿Qué tal si empiezas por contármelo todo?â
â¿Cómo qué?â preguntó Jewel.
Steven le dirigió una pequeña sonrisa: âPodemos comenzar con tu apellidoâ.
Jewel suspiró, âMi apellido es Scott y mi padre administra un resort en Palm Springs para mi... prometido. Dios esa palabra deja un mal sabor en mi bocaâ.
Steven sintió un enorme peso levantarse de sus hombros al corroborar lo mucho que ella odiaba el hecho de estar obligada a casarse con este tipo... no que él fuera a dejar que eso sucediera. âEstá bien, cálmate y retrocede un poco. Intente comenzar desde el principioâ, sugirió.
Respirando profundamente, Jewel comenzó a hablar calmadamente, dejando que todo saliera. âYo estaba en el internado cuando papá se metió en problemas en el resort. Un agente del gobierno encubierto se habÃa hospedado en secreto y estaba tratando de descubrir toda la actividad de la mafia dentro y fuera del lugar. Cuando papá se enteró quién era el hombre... le dieron órdenes de matarloâ.
Steven asintió, â¿Qué pasó?â
âPapá esperó demasiado tiempo para matarlo... y el agente ya habÃa dado a sus superiores toda la información. Cuando el agente no se reportó o lo que sea que ellos hacen, el FBI envió más agentes y papá fue arrestado. Anthony Valachi lo sacó de la cárcel después de que probablemente sobornó a uno de los altos funcionarios, y todos los cargos fueron retirados â.
âAhora papá está en deuda con su jefe. No sabiendo de qué otra forma pagarla, cuando volvà de la escuela, papá me dijo que estaba comprometido con Anthony y que estaba realmente contento con esoâ.
Jewel respiró profundo de nuevo y se pasó la mano por los ojos. âNo quiero casarme todavÃa... QuerÃa hacer algo conmigo misma, ir a la universidad y trabajar para ganarme la vida, tal vez viajar un poco. Este hombre tiene el doble de mi edad. Ahora soy una prisionera, una esclava de ese desgraciado y del error de mi padreâ.
Steven asintió con la cabeza y luchó contra el impulso de levantarse y caminar de un lado a otro de la habitación. Pero perdió la batalla, y empezó a caminar de un lado a otro. âPuedo arreglar estoâ, afirmó firmemente pero siguió caminando. Su mente iba a mil por hora.
âSÃ, claroâ, Jewel frunció el ceño, â¿tú y cuál ejército?â De pronto se acordó del ángel que habÃa visto en la iglesia y alzó la vista con esperanza.
Steven reconoció el nombre como el del mismo tipo con el que Micah habÃa peleado un par