Descubre todo el poder que hay en ti. Lucien Liroy

entre los elementos más simples de la naturaleza. Interviene en la biología, en la genética, en la fisiología, en la física y en la química. Las aplicaciones de esta ley son ilimitadas. Por ejemplo, por muy increíble que esto pueda parecer, todas las armas nucleares del planeta pueden convertirse en inoperantes en un momento si el conjunto de la humanidad abandona cualquier espíritu de hegemonía, de agresividad y de beligerancia. En la práctica, y gracias a la indeterminación de las masas, basta para que esto suceda que el pequeño grupo de gente de buena voluntad supere al de los malos y los inconsecuentes.

      Algunas filosofíasy religiones defienden esto, lo que no parece ser más que una utopía; su único error es creer que será un ser providencial, enviado por Dios, quien establecerá la paz y la edad de oro en la Tierra. Un enviado de este tipo no puede llegar si los hombres no están preparados para recibirlo. Se dice a menudo que tal pueblo está sometido a un dictador, pero cada grupo, cada pueblo tiene siempre al jefe que corresponde a su mentalidad colectiva. Si cambia la mentalidad, el dictador desaparece puesto que no tiene ningún poder por sí mismo. Esto puede parecernos imposible, pero el universo es lo que es debido a los millones de entidades que lo constituyen. De hecho, un ser vivo que participa en esta aventura colectiva no puede tener una influencia radical sobre el universo o sobre la colectividad de los hombres. En cambio, cada individuo tiene el poder de cambiar su propia existencia y también el de actuar en cierto punto sobre su mente, su cuerpo, sus asuntos y su entorno. Para ello, le basta utilizar los poderes de su propio espíritu superconsciente.

      El poder creador que está en usted

      El poder creador que rige el cosmos reside también en cada espíritu. Da vida sin parar a todo lo que nosotros pensamos, imaginamos y sentimos. Si esto no es evidente para nosotros es que la mayoría del tiempo nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestras emociones son, como hemos visto, incoherentes, de manera que lo que resulta de ello puede estar en el lado opuesto de lo que deseamos. Evidentemente, es difícil, por vivir en el mundo, controlar nuestros pensamientos de forma permanente. Tal como hemos visto anteriormente, todo lo que existe, todo lo que se hace, todo lo que se piensa, todo lo que se dice, tiene sobre nosotros una influencia de la que no somos conscientes, y por tanto, imparable. En realidad, además de nuestras propias incoherencias, adoptamos y propagamos sin saberlo las de los demás, que nos transmite el entendimiento colectivo. ¿Cómo mitigar estos inconvenientes y conseguir que sólo lo que deseamos, o mejor todavía, que lo que es deseable para nosotros se realice? Entregándose completamente al espíritu infinito que se encuentra en nosotros, uniéndonos conscientemente con el poder superior que reside en nuestro espíritu.

      ¿Génesis o epigénesis?

      Estamos tan acostumbrados a ver el mundo tal como es que nos creemos que ha aparecido tal cual, sea por azar o bajo el impulso de un poder supremo. Sin embargo, el estudio de la naturaleza nos muestra que preexiste un modelo en principio en cada cosa y que su manifestación tiene lugar según un proceso y dentro de unas formas preestablecidas y rigurosas. Se trata de la epigénesis. El marco de las leyes naturales y de los elementos en los que esta creación se produce – gravitación, radiación, energía molecular, etc. – no es más que pura casualidad o simple contingencia. Se desprende de elecciones previas y se orienta hacia un objetivo último.