– ¿Dónde estamos? – Michel voz temblaba de miedo y miró a cabo en el infinito mar de arena.
Chuck sacudió su cabeza, sus pensamientos carreras como él trató de dar sentido a su situación. – No sé, – dijo, su voz apenas por encima de un susurro.
– Pero necesitamos estar juntos y encontrar una manera de salir de aquí.
Con un enérgico movimiento de cabeza, el trío a través de la abrasadoras arenas, sus patas se hunde en el que los granos blandos con cada laborioso paso. El calor apretaba sobre ellos como un sofocante manta, minando su fuerza y dejando drenar y cansado.
Pasaron las horas, el implacable sol caía sobre ellos, ya que caminaba hacia adelante, sus espíritus marcar con cada momento que pasa. Chuck garganta quemada con sed, su lengua se pegue a la azotea de su boca como él deseaba ni una gota de agua para saciar su garganta seca.
Justo cuando parecía que ya no pudo más, un rayo de esperanza apareció en el horizonte. Una tenue contorno de las imponentes estructuras se alzaba en la distancia, sus formas borrosa por la bruma de calor pero inequívocamente por el hombre.
Renovado por la perspectiva de refugio y tal vez incluso respuestas, Chuck instó a sus amigos en adelante, sus cansados cuerpos animados por la promesa de la salvación en el horizonte. Con cada paso, las estructuras se acercaba, hasta que por fin, estaban de pie delante de la imponente muralla de un extenso desierto de la ciudad.
Capítulo 4: el Gato con La Espada
Chuck, Michel, y Roni caminaba cansinamente a través de las abrasadoras arenas del desierto, sus corazones pesados con la incertidumbre de como se aventuró más en lo desconocido. El sol caía sobre ellos con implacable intensidad, proyectando largas sombras en el paisaje árido como el que presiona hacia adelante.
De repente, un movimiento capturado Chuck ojo, y él se congeló en sus pistas, sus carreras de corazón con aprensión. Más adelante, una figura emergió de los remolinos de arena, su forma oscurecida por la brillante bruma de calor. Como se acercaba, Chuck aliento atrapado en su garganta, para que ante ellos se encontraba un gato a diferencia de cualquiera de las que había visto jamás.
El gato era más grande que la vida, su elegante pelaje reluciente en el duro desierto de la luz solar como se avanzó hacia ellos con el propósito de pasos. Pero lo que realmente lo diferencia fue la reluciente espada apretada en su mano, su hoja resplandeciente amenazadoramente en el duro desierto de la luz.
Chuck pulso acelerado como el gato se acercó, su mirada nítida y firme como el tamaño de ellos con una mezcla de curiosidad y recelo. Michel y Roni desplazado nerviosamente junto a él, sus ojos lanzaban entre la imponente felino y sus alrededores, en busca de cualquier señal de peligro.
– ¿Quién va allá? – el gato se exigió, su voz aguda y de mando como que se detuvo delante de ellos, su espada en la mano.
Chuck se tragó duro, su garganta seca con el miedo como él luchó para encontrar su voz.
Estamos apenas a los viajeros, – logró balbucear, sus ojos se posaron en el gato de mirada penetrante. – Nos referimos a ningún daño.-
El gato miró con una mezcla de escepticismo y de la intriga, su cola contracciones con impaciencia ya que considera sus palabras. Después de un tenso momento de silencio, finalmente habló, su voz se suavizó ligeramente con curiosidad.
– Yo soy Felix, Guardián del Desierto, – el gato declarado, su tono solemne y serio.
– Y de haber tropezado en el territorio en el que no pertenecen.
Chuck corazón se hundió como la gravedad de su situación ocurrió con él. Eran intrusos en esta tierra extranjera, y las consecuencias podrían ser nefastas si no se tiene cuidado. Pero incluso como el miedo a la amenazaba con consumir él, Chuck se pusieron en pie, su determinación inquebrantable ante el formidable gato antes de él.
– Nos referimos a ningún daño – repitió, su voz firme a pesar de que el temblor de sus miembros. – Estamos tratando de encontrar nuestro camino a casa.-
Felix le miraron con un toque de simpatía en sus ojos, su actitud suavizando ligeramente a medida que se bajó su espada. – Muy bien, – se concedió, su voz teñida con resignación. – Pero se advirtió, los viajeros. El desierto es un lugar peligroso, y no todos los que vagan de aquí son tan indulgente como I.-
Con un último movimiento de cabeza, Félix se volvió y desapareció en el remolino de arena, dejando a Chuck, Michel, y Roni solo una vez más en la vasta extensión del desierto. Al ver a su retirada de forma, Chuck no podía dejar de preguntarse qué otros retos por delante en su camino a casa. Pero una cosa era cierta: con coraje y determinación, que tendría que enfrentar cualquier obstáculo que se presentara en su camino, juntos.
Capítulo 5: El Gato y los Perros
Chuck, Michel, y Roni visto con temor como el formidable gato Felix, desapareció en el remolino de arena, dejando una vez más en el vasto desierto de extensión. Su corazón golpeaba con la incertidumbre de como se intercambiaron nervioso por las miradas, preguntándose qué otros peligros se escondía en este desconocidos de la tierra.
Pero antes de que pudiera reunir a su ingenio, el sonido de pisadas que se aproximaban captado su atención, y se volteó a ver a Felix regresar, acompañado por un pequeño grupo de gatos vestidos de armadura y portando armas de todo tipo. Chuck corazón se hundió como se dio cuenta de que sus problemas estaban lejos de terminar.
A los gatos les rodeaban, con una mezcla de curiosidad y recelo, sus ojos se estrecharon como consideraban los tres perros con una mezcla de desconfianza y desdén. Chuck se tragó duro, su garganta seca con miedo mientras buscaba las palabras adecuadas para difundir la tensión que pesaba en el aire.
Antes de que pudiera hablar, Félix dio un paso adelante, su mirada nítida y firme como él se dirigió a ellos con autoridad. – Usted está bajo arresto, – él dijo, su voz firme e inquebrantable como señaló una pata en su dirección. – Por entrar ilegalmente en el Desierto de los Gatos sin permiso.-
Chuck corazón se hundió en la realización de su situación. Fueron detenidos en esta extraña e implacable de la tierra, a merced de sus felino captores. Pero incluso como el miedo a la amenazó con desbordar él, Chuck se pusieron en pie, su voluntad inquebrantable ante Félix y sus compañeros.
– Nosotros significaba ningún daño – suplicó, su voz firme a pesar de que el temblor de sus miembros.
Estamos apenas a los viajeros tratando de encontrar nuestro camino a casa.
Felix le miraron con una mezcla de escepticismo y de la intriga, sus ojos estrechamiento mientras pensaba en sus palabras. Después de un tenso momento de silencio, él finalmente habló, su voz se suavizó con la comprensión.
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