– He oído demasiado, – dijo Thiago, su voz teñida de asombro.
El pez, cuyo nombre era Steve, continuó suplicando misericordia.
– Te prometo que significa que usted ningún daño, – dijo seriamente.
– Sólo quiero hablar.
Adán, todavía recuperándose de la conmoción de lo que se habla de pescado, con cuidado se acercó a Steve.
– ¿Qué quieres hablar? – él preguntó, su curiosidad se despertó.
Steve explicó que había sido concedido el don de la voz por un hechizo mágico y había pasado sus días nadando en el río, la observación de las criaturas que han vivido por encima de la superficie. Él siempre había deseado para conversar con ellos, pero nunca había tenido la oportunidad hasta ahora.
Intrigado por la historia de Steve, Adam decidió prescindir de él desde el cubo y en su lugar colocó suavemente de nuevo en el agua. – Eres bienvenido a nadar junto a nosotros y chat, – dijo Adam con una sonrisa amable.
Steve ojos se iluminaron con gratitud como él nadando en las profundidades del río, sus nuevos amigos, siguiéndole de cerca. Y como continuaron su expedición de pesca, Adán, Thiago, Matilda, y Steve compartieron historias y risas, agradecido por la inesperada amistad que había florecido en ese día soleado por el río.
Capítulo 4: la Comunicación con un Hablar de los Peces
Después de la sorprendente encuentro con Steve, el hablar de los peces, Adán, Thiago, Matilda, y Steve decidió pasar algún tiempo para llegar a conocerse mejor. Con el sol brillando sobre ellos y el suave sonido del río cercano, que se asentaron en la orilla del río para una tarde de relax.
Steve, todavía eufórico por haber encontrado compañeros que podía entender él, con impaciencia comenzó a compartir los cuentos de sus aventuras bajo el agua. Relató emocionantes aventuras que implican atrevido escapa de los depredadores y conmovedores encuentros con compañeros de pescado.
Adán, Thiago, y Matilda escuchó atentamente, sus ojos con asombro como Steve pintado cuadros vivos de la vida debajo de la superficie del río. Se rieron de sus anécdotas humorísticas y se maravilló de la belleza del mundo submarino, describió.
Como la tarde avanzaba, los amigos comenzaron a bond por intereses compartidos y experiencias. Descubrieron común aficiones y pasiones, de explorar el bosque para disfrutar de un buen juego de esconder y buscar. Encontraron alegría en compañía de los demás, valorar el simple placer de estar juntos.
Steve, encantado de haber encontrado amigos que lo aceptan por quien era, sonrió con felicidad cuando vio que Adán, Thiago, y Matilda reír y jugar junto a él. Por primera vez en su vida, sintió realmente entendido y apreciado.
Cuando el sol empezó a sumergir debajo del horizonte, lanzando un cálido resplandor dorado sobre el río, los amigos de mala gana de despedida para su idílico día de descanso y de camaradería. Con la promesa de volver a reunirse pronto, se separaron, sus corazones llenos de gratitud por la nueva amistad que se había establecido en esa tarde de sol en el río.
Capítulo 5: el Juego de Cartas de Deseos
El sol empezó a ponerse en su deliciosa tarde por el río, Steve, el hablar de los peces, había un brillo travieso en sus ojos. – ¿Jugamos a un juego? – dijo, su voz llena de emoción.
Adán, Thiago, y Matilda se animó a la idea, con ganas de seguir su día lleno de diversión. – ¿Qué clase de juego? – preguntó Adam, su curiosidad se despertó.
Steve sonrió, revelando hileras de relucientes dientes.
– Vamos a jugar a las cartas de deseos! – exclamó.
– Quien pierde cada ronda tendrá a conceder un deseo para el ganador.
Los amigos intercambiaron miradas de diversiones, intrigado por la posibilidad de conceder deseos.
– Suena divertido! – Thiago intervino, su meneando la cola con entusiasmo.
Matilda, asintió con la cabeza, sus ojos brillando con anticipación.
– Lo hago! – ella declaró, con ganas de ver lo que desea ser concedida.
Con acuerdo unánime, los amigos se reunieron en un círculo en la orilla del río, cada uno con ganas de probar su suerte en el juego de los deseos. Steve producido una baraja de cartas de las profundidades del río, sus aletas brillantes en el desvanecimiento de la luz.
El juego comenzó, con el reparto de las cartas y las apuestas realizadas. La risa y la burla amistosa llenó el aire como los amigos compitieron el uno contra el otro, en la competitividad de los espíritus que les conduce hacia adelante.
Ronda tras ronda pasado, con fortunas cambiantes y deseos de ganar y concedido. Adán, Thiago, Matilda, y Steve se encontraron atrapados en la emoción del juego, su corazón de las carreras con anticipación.
Como la ronda final se acercaba al final, quedó claro que Thiago fue el vencedor final, su habilidad y suerte, inigualable por sus amigos. Con una triunfal sonrisa, miró a sus compañeros, listo para hacer su deseo.
Pero antes de Thiago pudiera pronunciar una palabra, Steve tenía un brillo travieso en sus ojos. – Ah, pero Thiago, – dijo con una sonrisa maliciosa, – hay una última vuelta de tuerca al juego.-
Los amigos se inclinó, sus picó la curiosidad.
– ¿Qué twist? – preguntó Adam, sus plumas alborotaba con anticipación.
Steve se rió entre dientes, su voz haciendo eco con la diversión.
– El perdedor de la ronda final debe tomar una zambullida en el río y ser sorprendido con una caña de pescar! – él declaró, sus aletas contracciones con emoción.
Con un coro de risas y de buen carácter protestas, Thiago accedió a regañadientes a los términos del juego. Con un dramático florecer, que se zambulló en el río con un chapoteo, de sus amigos, animándolo a partir de la orilla del río.
Capítulo 6: El Perdedor del Juego de cartas
El sol se sumerge por debajo del horizonte, lanzando un cálido resplandor sobre el río, Adán, Thiago, Matilda, y Steve se reunieron alrededor de una mesa improvisada en la orilla del río. La baraja de cartas se hallan esparcidos por toda la superficie, a la espera de su próximo juego.
Con gran expectativa, los amigos barajan las cartas y se preparó para otra ronda de su juego de los deseos. Adam, sus coloridas plumas erizadas con emoción, barajan las cartas con precisión, sus ojos se iluminan con determinación.
Ronda tras ronda pasado, con cada amigo tomando turnos y el trato de apuestas, sus risas y burlas amistosas llenando el aire. A medida que el juego avanzaba, fortunas cambiado y los deseos se ganó y se concede, añadiendo una capa extra de emoción a sus ya de por sí agradable día.
Pero como la suerte lo tendría, Adán se encontró en el perdedor de la ronda final. Con una afable sonrisa, admitió la derrota y están preparados para cumplir su parte del trato.
Con un brillo juguetón en sus ojos, Steve hizo un gesto hacia el río, una sonrisa pícara, extendiéndose a través de su rostro. – Parece que es tiempo para un chapuzón, Adam! – él exclamó, su voz llena de diversiones.
Adam se rió entre dientes bondadosamente,