El comercio podrá dar un salto si entra en juego una liberalización comercial bilateral. Al momento, ambos países imponen al otro el régimen de Nación Más Favorecida (mfn) bajo la omc. Corea sale beneficiada por el diferencial promedio de aranceles: así, México enfrenta aranceles promedio de 37% en sus productos agropecuarios; sus exportaciones industriales pagan hasta 8% de arancel promedio, y sólo 16% reciben un gravamen de 0%. En contraste, 64% de las exportaciones coreanas a México entran con una tasa de 0% (De la Mora, 2019).
Conforme ingresen más productos agropecuarios a Corea que compiten con México con tasas que se van reduciendo a cero, de países que han suscrito acuerdos de libre comercio con dicho país, como plátano, aguacate o carne de res y cerdo, el riesgo de que desplacen a los productos mexicanos que gradualmente dejarán de ser competitivos por costosos es real. Veríamos entonces un retroceso en las exportaciones mexicanas a Corea y un incremento en el déficit comercial.
Las negociaciones comenzaron a mediados de 2019 en el marco de la Alianza del Pacífico, tras el mandato otorgado, en la XIV Cumbre de la Alianza del Pacífico (ap) en Lima (5 de julio de 2019), para definir, antes de finales del año, los términos de referencia que guiarán las negociaciones comerciales con Corea, candidato a Estado Asociado.
Convergencias políticas en un mundo convulsionado
La etapa actual de la relación política entre México y Corea nació con el establecimiento, en 2005, de la Asociación Estratégica para la Prosperidad Mutua, en reconocimiento de las múltiples similitudes entre ambos países, como el tamaño de su economía, su peso en el comercio internacional y el ser potencias medias emergentes en el ámbito de la región más dinámica del mundo, el Asia-Pacífico (Comisión México-Corea Siglo xxi, 2005). México y Corea son países de industrialización relativamente reciente y compañeros de ruta de la globalización (bancomext, 2019). También son países que han vivido —y padecido— bajo la sombra de grandes potencias, cuyos poderes han buscado restringir a través del derecho internacional y reglas multilaterales.
De la triada de países de Asia con los que México mantiene las relaciones más intensas —China, Japón y Corea—, ninguna es más cercana en términos políticos que con Corea, por las coincidencias y convergencias en la mayoría de los temas de la agenda internacional. Más válido hoy, que hace quince años, es la aspiración de ambos de buscar aumentar sus contribuciones a favor del mejoramiento de la gobernabilidad global (tanto económica como política); de la paz y la prosperidad internacional, y del desarrollo sostenible de los países en desarrollo (Comisión México-Corea Siglo xxi, 2005).
Estas convergencias se traducen en concertaciones periódicas en numerosos organismos internacionales: la onu y sus órganos subsidiarios, y el gran número de organismos que forman parte del Sistema; otras organizaciones, como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (ocde) o el Foro Económico de Asia Pacífico (apec), y mecanismos de diálogo como el G20 o el grupo mikta (México, Indonesia, Corea, Turquía y Australia). Al menos una vez al año, los cancilleres de ambos países se reúnen para intercambiar opiniones y buscar apoyos sobre una multitud de temas de interés mutuo. Viceministros (subsecretarios), representantes permanentes y embajadores lo hacen en numerosas ocasiones, tejiendo así un entramado de consensos y apoyos políticos permanentes. El nivel de coincidencias en votaciones de resoluciones en la Asamblea General (agonu) y el apoyo mutuo a candidaturas en organismos multilaterales son elevados.
Cuando México solicitó el apoyo de la comunidad internacional de donantes para el Plan de Desarrollo Integral para Guatemala, El Salvador y Honduras, a comienzos de 2019, Corea lo ofreció; incluso expresó su interés por medio de la Agencia de Cooperación Internacional de Corea (koica), su agencia de cooperación internacional, en elaborar un proyecto de cooperación con su homóloga mexicana, la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (amexcid). Las conversaciones seguían su curso a finales de 2019.
El grupo mikta (México, Indonesia, Corea, Turquía y Australia) es una expresión acabada de las afinidades políticas entre ambos. Constituido a iniciativa de México en 2013, es una agrupación plural de países de cuatro continentes (si consideramos que Turquía también es europeo), basada en el “interés común en fortalecer el multilateralismo, apoyar los esfuerzos globales dirigidos hacia la estabilidad y la prosperidad, facilitar soluciones pragmáticas y creativas para problemas regionales y globales, y hacer reformas muy necesarias en las estructuras de la gobernanza global” (sre, 2015).
Para subrayar su elevado compromiso con el mecanismo, Corea asumió la segunda coordinación anual en 2015, después de la mexicana de 2014, y ha sugerido, en varias ocasiones, que se llevará a cabo una cumbre para darle el mayor realce posible. Hasta el primer trimestre de 2020, el grupo había emitido 25 declaraciones sobre diversos temas. Las reuniones de cancilleres (una al año) permiten una “diplomacia de proximidad”, con intercambios directos de opiniones y posiciones sobre los temas de mayor relevancia para los cinco países. También contiene un componente de diplomacia parlamentaria que no debe soslayarse, al reunirse, una vez al año, los presidentes de los parlamentos respectivos en la capital de quien ostente la coordinación; éstos también comparten sus visiones y preocupaciones sobre los temas de común interés.
A pesar del entramado de encuentros y concertaciones señalado, el nivel de la relación requeriría más contactos de alto nivel, tanto en el marco de mecanismos institucionales como fuera de ellos. Asimismo, sería deseable que hubiera mayor simetría en los contactos, dado que son más frecuentes las visitas oficiales de Corea a México que viceversa. Por ejemplo, el último Jefe de Estado en viajar a Corea en visita oficial fue Vicente Fox en 2001 y en 2005, para participar en la Reunión de Líderes de apec en Busan. En tanto, la anterior presidenta de Corea, Park Geun-hye, viajó a nuestro país con una delegación de más de 45 personas, entre miembros de gabinete, altos funcionarios y empresarios, en abril de 2016.5 El último canciller mexicano en visitar Corea fue José Antonio Meade en 2015, fecha de la última reunión del Mecanismo de Consultas Políticas a nivel ministerial. La canciller coreana Kang Kyung-wha asistió a la toma de posesión del presidente Andrés Manuel López Obrador el 1 de diciembre de 2018.
En el ámbito de la cooperación, la Comisión Mixta de Cooperación Económica, Técnica y Científica sesionó por última ocasión en 2015; el Programa de Cooperación Educativa y Cultural vigente fue suscrito en 2012 y para finales de 2019 no había sido renovado. Si bien la cooperación es intensa en estos ámbitos, si existieran mecanismos de cooperación independientes de las comisiones señaladas, como el Programa de Intercambio de Conocimientos (ksp) del Ministerio de Economía y Finanzas, se ganarían nuevas oportunidades de cooperación en ámbitos como la Cuarta Revolución Industrial, inteligencia artificial, nueva movilidad o economía del hidrógeno, de reunirse las comisiones y autoridades de ambos países.
Existe una inercia diplomática con el llamado Viejo Mundo (Europa), con el cual el entramado institucional a nivel bilateral, cubriendo un amplio espectro temático, es más rico que el existente con la mayoría de países de Asia, a pesar de que la realidad de las relaciones económicas y muchos intereses políticos favorecen hoy, mucho más, a Asia como la región más dinámica del mundo. Esta situación debe corregirse.
La hora de los ciudadanos
El paisaje coreano se puebla poco a poco de mexicanos, algunos con itinerarios insólitos, como aquellos niños de 12 años que radicaron seis meses en Seúl para dominar el arte del Baduk (juego de tablero de estrategia, conocido también como Go en China). La presencia coreana es aún más visible en México, tanto en sitios turísticos como en las ciudades más importantes del país. Al margen de los gobiernos, aunque propiciados por ellos, flujos crecientes de mexicanos y de coreanos recorren los 12 500 kilómetros que separan los dos países para llevar a cabo actividades de turismo o de estudios. En el caso de los ciudadanos coreanos, la expansión de la inversión en México explica una presencia más importante de ejecutivos y trabajadores, y son cada vez más los empresarios independientes que buscan probar suerte en nuestro país. De esta forma, son más