Tomé su mano y ya no la quise soltar. Disfrutaba del tacto, de la suavidad de su piel, percibía cada pequeño gesto como un gran acontecimiento. Cuando movía la mano o respiraba más fuerte de lo normal, sentía una sensación de esperanza. Solo quería sentir cada latido, por pequeño que fuera. Le decía lo mucho que lo quería y le daba las gracias por toda una vida a su lado.
Pasaba el tiempo y su corazón seguía latiendo. Me quedé en un estado de calma tan profundo mientras tenía su mano tomada, que aún habiendo gente, todo lo que podía percibir en ese lugar era un silencio absoluto. No era consciente del estado de calma y de silencio interno en el que estaba entrando, ni siquiera sabía que hacían los demás. Era como si me hubiera aislado y separado de esa realidad para entrar en otra.
En un instante, algo maravilloso me pasó dentro de ese estado de silencio absoluto. Sentí un amor tan grande que invadió todo mi ser. Un amor puro, un amor infinito, un amor grandioso que me abrazó. Fue como si una honda expansiva penetrara en mi pecho llenándome de amor. Miré hacia mi padre porque no podía con tanto amor. Justo en ese momento él se estaba marchando.
¿Qué fue ese amor tan grande que sentí justo en el momento que se marchaba? Durante mucho tiempo me lo preguntaba.
¿Ese amor es lo que se siente cuando trascendemos? ¿Eso es lo que somos? ¿Es eso lo que nos espera, una plenitud absoluta?
¿Podía ser que fuera su regalo para mí? ¿Estaba tan conectada al momento presente, que por eso pude percibir ese amor que emanaba su alma al marcharse?
No se exactamente qué es lo que nos pasará al morir, pero si es eso lo que se siente, es tan hermoso que te puedo decir que no hay miedo, solo amor.
A partir de ese instante, mi percepción de la muerte cambió.
Desde entonces, ese amor lo pienso casi cada día.
El amor que sentí con su partida, fue un regalo que me dio la vida.
Dar a luz, ir hacia la luz
¡Qué paradigma de la vida! Antes de venir a este mundo, vivías una realidad totalmente diferente a la que estás percibiendo ahora, la cual no logras recordar.
En este preciso momento estás viviendo esta experiencia humana, sabiendo que un día estuviste en el vientre materno sin tener memoria de ello y, a su vez, pensando que todo el proceso de creación era en tiempo divino. Estando aquí, te dicen que irás hacia la luz sin saber exactamente qué encontrarás.
Parece sencillo, ¡dar a luz, ir hacia la luz!
Todo es luz y ¿Por qué? Porque has sido, eres y serás un ser de luz.
El vientre materno es nuestro primer hogar aquí en la tierra.
Durante ese periodo de gestación, somos esa intención creada a través del amor que están compartiendo dos seres humanos. Por eso es tan importante tener relaciones sexuales con personas que compartas un momento muy especial y único. Crear una vida desde el amor más puro y apasionado, es el primer paso para ayudar a que ese milagro de la vida ocurra con una energía mucho más poderosa.
Cuando estamos en el vientre materno, pasamos distintas fases de nuestro desarrollo como seres humanos sin preguntarnos si nos saldrá nariz, dedos, ojos... Simplemente dejamos que el proceso de la creación siga su curso, a la vez que la espiritualidad también se va desarrollando.
Al nacer no recordamos nada de esa etapa tan extraordinaria. Has salido de un lugar absolutamente tranquilo y pacífico, sin problemas, para llegar a un mundo hostil lleno de luces y de sombras, donde todo parecen ser inconvenientes. Según tu contrato de alma deberás pasar por una serie de situaciones para sanar y cerrar tus ciclos del karma, y en algunos casos, de tus ancestros también. Así que no te duermas porque tienes deberes que hacer aquí.
Nacer, vivir tu experiencia humana y morir, son las transiciones de tu ser combinado, el antes de tu cuerpo humano, tu vivencia en esta frecuencia vibracional llamada planeta tierra y la transmutación llamada muerte. Pero nunca puede morir algo que es eterno.
El nacer es lo más parecido a la muerte y en ninguno de los supuestos podemos tener testimonio.
¿A dónde quiero llegar con esto? Nunca hemos estado solos.
Dar a luz
Cuando estábamos en el vientre materno, había seres humanos esperando nuestra llegada con alegría y expectación. Ellos desde fuera, ya sabían que nos cuidarían, protegerían y nos guiarían sin nosotros saberlo. ¿Estábamos preocupados y asustados por no saber que nos encontraríamos ahí fuera? No lo puedo asegurar, porque no lo recuerdo.
Nuestros seres queridos, estaban tranquilos esperando nuestra llegada sin ninguna duda de que nos ayudarían a hacer más fácil y amena nuestra experiencia humana.
¿Por qué no va a ser lo mismo cuando vamos a lo que aquí llamamos “ir hacia la luz”?
Tenemos a nuestros ancestros, guías y ángeles que nos acompañan en este plano a lo largo de nuestra vida en la tierra, aunque no los veamos. Hay personas afortunadas que saben que no hay que ver para creer y que acaban conectando con una fuerza superior que les guía durante toda su vida. ¿Por qué no van a ser ellos los que nos estén esperando al final de la vida para ayudarnos, cuidarnos y guiarnos en nuestra nueva experiencia de esa luz a la que dicen que nos dirigimos?
¿Por qué le tenemos tanto miedo a la muerte?
Si quitamos la palabra muerte y la sustituimos por trasmutación o cambio, pierde la identidad a lo que entendemos por dejar de existir.
Lo cierto, es que nunca dejaremos de existir. Somos energía materializada en esta experiencia. Nuestro Yo, ese que es el todo, nunca deja de latir. Es eterno e infinito.
Tú eres un milagro. Vive cada momento de tu existencia con todo ese poderoso amor. Ahora estás aquí, así que juega, baila, ríe a carcajadas y da lo mejor de ti. Deja el camino libre de obstáculos para que los que vengan detrás puedan sentir ese amor que una vez experimentaste y dejaste eternamente en el tiempo. El planeta lo sabe y quiere que bailes sobre su tierra, que fluyas entre sus aguas y seas libre con el viento.
¿Estás en la honda?
La frecuencia de un estado vibracional, la podemos entender como una emisora de radio donde tú estás conectado. Cada emisora tiene una frecuencia. Pongamos el ejemplo de dos emisoras: una es de música clásica y la otra es de música heavy metal.
Si tu deseo es vibrar en la de música clásica, pero tus pensamientos y acciones están en sintonía con la música estridente del heavy metal, nunca llegarás a ese estado de armonía y paz interior.
Somos los pasajeros de un viaje cósmico. Somos polvo de estrellas danzando en la inmensidad del infinito.
La existencia es eterna, pero las expresiones de la vida son momentáneas y efímeras. Son pasajeras como las nubes llevadas por el viento.
Admirar el nacimiento y la muerte de las cosas, es como apreciar el regalo de la dualidad, del todo y el espacio infinito.
Una vida eterna es como un rayo de luz en el espacio del universo, es un instante, pero deja la información de su luz y su existencia en su forma más auténtica e irremplazable en ese preciso momento, donde el tiempo no tiene cavidad, porque la existencia o la vida es eterna ante los ojos del ser.
Debemos hacer una parada en este espacio de tiempo llamado vida para vivir, co-crear, experimentar el amor universal en la tierra y partir hacia otra experiencia de nuestro ser en otro plano.
Si llegamos a comprender que somos seres infinitos viviendo una experiencia humana, aprendiendo a compartir con alegría y amor incondicional, crearemos abundancia y plenitud para todos. En ese momento la vida en la Tierra habrá tenido sentido.
Consciencia y conciencia
Consciencia
Es el estado puro en ascensión de tu ser elevado.
Es