Nuestro país, por su posición geodésica, se encuentra expuesto en forma cada vez más recurrente y con mayor intensidad a las oscilaciones climáticas asociadas a la variabilidad y cambio climático, con amplias repercusiones en las poblaciones más vulnerables y con manifiesta incidencia en el sector productivo primario, como lo es el agropecuario.
La implementación de procesos productivos bajo condiciones tropicales presenta grandes ventajas competitivas por la amplia oferta ambiental. En el caso específico de la fruticultura, se ha podido evidenciar un aumento sostenido en la tasa de crecimiento anual del consumo per capita, estimado en 24 kilogramos por habitante; ante este escenario, y para satisfacer la creciente demanda, se ha hecho necesario importar especies y variedades que nuestro país está en capacidad de ofertar.
Como se refirió anteriormente, una de las limitaciones es la incidencia de los factores climáticos, la ausencia de programas eficientes de transferencia de tecnología, informalidad en la tenencia de la tierra y, por ende, desvinculación del sector financiero, entre muchos otros factores que limitan el establecimiento, desarrollo y producción de los cultivos, disminuyendo la renovación y área de siembra.
En la Orinoquía colombiana, investigadores de Corpoica La Libertad han reportado la disponibilidad de 200 000 hectáreas con condiciones edafoclimáticas óptimas para el establecimiento de especies citrícolas, con especial énfasis en la naranja var. Valencia (Citrus sinensis L. Osbeck), especie que ha demostrado amplia adaptabilidad a las condiciones del trópico bajo colombiano.
El presente trabajo aborda el análisis de la resiliencia a la variabilidad climática de agroecosistemas citrícolas ubicados en el departamento del Meta, evaluando inicialmente el concepto en evaluación de la estructura agroecológica principal (EAP), para finalmente proponer la metodología denominada índice de resiliencia agroecosistémico (IRAg).
El libro está dividido en cinco capítulos; en el primero se analizan los ejes conceptuales que sustentan la investigación, referidos específicamente al pensamiento ambiental y a la agroecología como ciencia. En el segundo se presenta la caracterización, tipificación y clasificación de los sistemas de producción citrícola. En el tercero se presenta la caracterización de la variabilidad climática. En el cuarto se determina la EAP de los sistemas productivos de naranja var. Valencia tipificados, relacionándolos con la productividad (t/ha-1) y con el número de controles fitosanitarios por unidad productiva (NCF/UP). Finalmente, en el quinto y último capítulo se evalúa la resiliencia (ecosistémica y cultural) de los sistemas productivos de naranja var. Valencia.
En los procesos de recopilación de la información en fuentes primarias y secundarias, se constató la ausencia de políticas públicas fehacientes, que condenan al abandono y al ostracismo los esfuerzos de los productores que, pese a tantas adversidades, suministran, con extremo heroísmo, productos para el beneficio de la población ubicada en los centros urbanos.
Los resultados validaron la hipótesis planteada, en el sentido en que los agroecosistemas que presentaban mayor agrobiodiversidad son más resilientes ante la ocurrencia de fenómenos asociados a la variabilidad y cambio climático, presentan en forma simultánea mejor estado fitosanitario y requieren menor número de controles fitosanitarios, pudiéndose obtener mayor volumen de producción y de óptima calidad.
Agradecimientos
Quiero expresar mis agradecimientos a los funcionarios administrativos e investigadores del Instituto de Estudios Ambientales (IDEA) de la Universidad Nacional de Colombia - Sede Bogotá, con especial reconocimiento a los profesores Tomás León Sicard y Javier Toro Calderón, igualmente al profesor Diego Miranda Lasprilla, adscrito a la Facultad de Ciencias Agrarias, y a la Vicerrectoría Académica de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC), por el apoyo logístico brindado para llevar a feliz término el presente producto académico.
Introducción
La agricultura es la interacción más significativa que el ser humano ha desarrollado con la naturaleza, actividad que está vinculada al comportamiento impredecible del sistema climático. A nivel mundial se constatan los efectos negativos del cambio climático (CC) y de la variabilidad climática (VC) sobre el rendimiento de los cultivos, convirtiéndose en una amenaza para la seguridad y soberanía alimentaria (Casanova, Martínez, López, Landeros y López, 2018; Food and Agriculture Organization of the United Nations [FAO], 2011; Van Asten et al., 2015).
En la actualidad, la VC es un tema relevante, debido a sus efectos en todas las escalas geográficas, e incide en aspectos sociales, económicos y ecosistémicos (Intergovernmental Panel on Climate Change [IPCC], 2007). Los eventos climáticos extremos como sequías, inundaciones y altas temperaturas también afectan las propiedades químicas, físicas y biológicas del suelo, alteran los parámetros hidrofísicos, predisponen al arrastre del suelo y modifican la ocurrencia e intensidad de los patógenos y su control (Sloat et al., 2020; Word Meteorological Organization [WMO], 2011).
Trabajos desarrollados en América Latina muestran los efectos de las variaciones climáticas, manifestados en pérdidas de la biodiversidad, incremento de la temperatura, sequías, precipitaciones fuertes, procesos de salinización, desertificación, disminución de tierras agrícolas y en general, reducción de la productividad del sector agropecuario hasta en un 50 % (Altieri y Nicholls, 2008; 2017; Nicholls y Altieri, 2011; 2012a; Rojas, 2011; Rosenzweig y Hillel, 2008).
Las fluctuaciones del clima, asociadas a teleconexiones, afectan significativamente los procesos fisiológicos de las plantas y la actividad humana, produciendo impactos socioeconómicos y ambientales de grandes proporciones, de ahí la importancia de analizar las fluctuaciones de la precipitación, al igual que la variabilidad de la temperatura del aire (Yang y Wang, 2019), relacionadas con las propiedades físicas del suelo, cobertura y pendiente (Liu et al., 2020).
Bajo condiciones tropicales las anomalías son cada vez más recurrentes e intensas y están asociadas a fenómenos de VC y CC (Montealegre y Pabón, 2000).
En Colombia, los efectos de las anomalías climáticas se expresan con mayor intensidad, comparativamente con otros países de la región, debido a su ubicación geográfica próxima al sector 3-4, donde se manifiesta el aumento de la temperatura superficial del mar (TSM) de las aguas del océano Pacífico. La tendencia del calentamiento se hace evidente al analizar las series de temperaturas mínimas, que concuerdan con las series de las temperaturas medias. La causa de este calentamiento se relaciona con la concentración en la atmósfera de los gases de efecto invernadero, como también con los procesos asociados a las actividades de los seres humanos, como por ejemplo procesos de urbanización, construcción de diferentes clases de infraestructuras, talas, quemas, deforestación y en resumen por cambio en el uso del suelo (Pérez, Poveda, Mesa, Carvajal y Ochoa, 1998; Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo [PNUD], 2011; Rodríguez, 2007).
Ante este panorama existen múltiples estrategias para interactuar con los cambios ambientales. En el caso de las ciencias agrícolas, se han propuesto diferentes enfoques. El tradicional se fundamenta en técnicas convencionales, caracterizadas por altos subsidios externos de materia y energía, disminuyendo la biodiversidad con algunas afectaciones medioambientales que se evidencian en procedimientos y protocolos productivos. Otros enfoques complementarios o alternativos como los que plantea la agroecología como ciencia, dimensionan la producción como un sistema complejo donde interactúan los agroecosistemas con la oferta ambiental, y se convierten en una estrategia efectiva, con capacidad de respuestas de largo plazo a este tipo de problemas.
Bajo el enfoque agroecológico se diseñan prácticas agrarias con base en conocimientos tradicionales o ancestrales, se promueve la agrobiodiversidad (intensificación ecológica y cultural), la autonomía de los productores y la conservación y manejo adecuado