Figura 15
Francisco de Goya, “Madre infeliz!”, lámina nro. 50 de la serie Los desastres de la Guerra, Real Academia de Nobles Artes de San Fernando, Madrid, 1863
Fuente: The New York Public Library (Nueva York, EE. UU.).
Figura 16
Francisco de Goya, “Carretadas al cementerio”, lámina nro. 38 de la serie Los desastres de la Guerra, Real Academia de Nobles Artes de San Fernando, Madrid, 1863
Fuente: The New York Public Library (Nueva York, EE. UU.).
En tres de los grabados de este grupo se expresa además una crítica contra la falta de solidaridad de los pudientes para con sus conciudadanos hambrientos y miserables. Un ejemplo claro de ello es la estampa nro. 61, “Si son de otro linaje” (figura 17). El hambre no afecta por igual a todos: por un lado, hay víctimas muriéndose de hambre y, por el otro, privilegiados que por su posición no sufren penurias. Indudablemente, el epígrafe está cargado de ácida ironía. Parece como si fuera lo que piensan o dicen los del grupo de personas bien alimentadas y bien vestidas que aparece a la derecha del espectador, para quitar importancia al sufrimiento ajeno.
Figura 17
Francisco de Goya, “Si son de otro linaje”, lámina nro. 61 de la serie Los desastres de la Guerra, Real Academia de Nobles Artes de San Fernando, Madrid, 1863
Fuente: The New York Public Library (Nueva York, EE. UU.).
El año 1812 fue —aparte del periodo más agudo del hambre en Madrid— también un año en el que tuvieron lugar acontecimientos de gran importancia para España. En primer lugar, fue un año significativo porque en él se elaboró la primera Constitución española, lo cual fue obra de grupos liberales que formaban parte de la resistencia a la ocupación de España por Napoleón. Es la llamada Constitución de Cádiz. Cádiz fue una ciudad que los franceses no llegaron a ocupar nunca y donde estaba el parlamento español (las Cortes de Cádiz), instituido por las fuerzas de la resistencia a finales de 1810. Según la Constitución de Cádiz, proclamada el 19 de marzo de 1812, “la soberanía residía en la nación y no en el rey”; lo cual significaba, pues, la abolición del absolutismo. Además, suprimía la Inquisición y abolía los derechos feudales, al mismo tiempo que eliminaba las disposiciones que limitaban el comercio y la industria. Igualmente, determinaba la secularización de los bienes pertenecientes a la Iglesia. Así, la Constitución de Cádiz rompía completamente con la vieja sociedad feudal y España se alineaba de esta manera entre los estados europeos occidentales modernos.14
En segundo lugar, 1812 resultó un año decisivo para la evolución de la guerra: fue entonces cuando las tropas inglesas, al mando de Wellington, iniciaron su avance desde la frontera portuguesa (cerca de Ciudad Rodrigo) al encuentro de las tropas francesas, que se encontraban en ese momento ya muy agotadas y desmoralizadas a causa de las acciones de las guerrillas en España. El 22 de julio de 1812 tuvo lugar la batalla de los Arapiles, cerca de Salamanca, que supuso una gran derrota para los franceses.
Para seguir con la evolución de la guerra, es digno de mención el hecho de que desde 1813 Napoleón empezó a retirar las tropas de España, por necesitarlas para la campaña de Rusia. Tras las batallas de Vitoria y San Marcial, en el verano de 1813, las tropas francesas se concentraron en la parte norte de los Pirineos. Y a principios de 1814 los ejércitos franceses se habían retirado completamente de España.15 Después de la derrota de los franceses, en el tratado de Valençay (diciembre de 1813) se anuló la doble abdicación del trono español que Fernando y su padre Carlos habían hecho ante Napoleón, en Bayona, en 1808. Fernando regresa a España y, una vez en Madrid, lo primero que hace es —el 11 de mayo de 1814— promulgar un decreto por el que declaraba nula toda la legislación de las Cortes de Cádiz. Apoyándose en la Iglesia y otras fuerzas conservadoras abolió la Constitución de 1812 y restableció el absolutismo y la Inquisición.
Los “Caprichos enfáticos”
En lo que se refiere a la tercera parte de Los desastres, titulada “Caprichos enfáticos” (grabados 66-82), Goya hace referencia a asuntos que se enmarcan después del regreso del rey Fernando VII, en 1814. El régimen extremamente reaccionario instaurado por Fernando VII adoptó medidas represivas contra las fuerzas liberales que también habían tomado parte en la lucha contra los franceses. Y, además, claro está, bajo influencia de la Iglesia, persiguió a la masonería.
Fue en aquellas circunstancias cuando Goya empezó a trabajar en secreto en la continuación de la serie de Los desastres; esta tercera parte, que contiene —en términos velados— una reflexión crítica contra este régimen opresivo de Fernando VII. La fecha más verosímil de composición de los “Caprichos enfáticos” se sitúa entre 1814 y 1815. El significado del término “enfático” en este contexto ha de entenderse tal como aparece en la tercera acepción de la definición del Diccionario de la lengua española: “Expresión que da a entender más de lo que realmente se expresa”. Y es que estas láminas son, en general, representaciones alegóricas que contienen alusiones veladas a la política reaccionaria en la posguerra del rey y los “serviles”, tal como se denominaba a quienes la apoyaban. Muy probablemente esa fuera la razón por la que Goya nunca las hiciera públicas y las guardara junto con el resto de la serie en una caja.
Un grupo de estas láminas tienen un carácter anticlerical. Otro grupo (70-79), parece hacer referencia a la lucha entre liberales y absolutistas. Para estas imágenes, Goya se ha basado en la obra satírica de un poeta italiano que en aquel tiempo debió gozar de cierta fama en España, la fábula de animales Gli animali parlanti (Los animales hablantes), de Giovanni Battista Casti.16 Se trata de un poema muy extenso, publicado en 1802 y traducido al español en 1813, en el que los protagonistas son animales que pelean por hacerse con el poder en un reino ficticio. En él la leona es la reina; el lobo es partidario del absolutismo; el perro representa la facción más radical, partidaria de una revolución que lleve a la abolición de la monarquía; el caballo es de ideas moderadas y representa a los monárquicos constitucionales; el vampiro es el consejero de la reina; el búho es un eclesiástico hipócrita que apoya el fanatismo; el gato es el canciller, aliado del lobo cuando este se hace con el poder. La obra de Casti viene a ser una reflexión sobre el abuso del poder en los regímenes monárquicos. Las ideas y relatos de Casti inspiran a Goya, así se pone claramente de manifiesto en el grabado nro. 74, “Esto es lo peor” (figura 18). En él vemos a un lobo que está escribiendo en un papel: “Mísera humanidad, la culpa es tuya. Casti”17 (figura 19).
Figura 18
Francisco de Goya, “Esto es lo peor!”, lámina nro. 74 de la serie Los desastres de la Guerra, Real Academia de Nobles Artes de San Fernando, Madrid, 1863
Fuente: The New York Public Library (Nueva York, EE. UU.).
Figura 19
Detalle, lámina nro. 74 invertida