Dividí la enseñanza de Lacan en cuatro momentos. Llamé al primer momento “Los antecedentes de la enseñanza de Lacan” (1932 a 1953) y denominé “Pasión de amor” a la forma de amar que predomina en este periodo. El amor imaginario es un tipo de amor idealizado en el que se destaca el espejismo de la imagen y la ilusión de complementariedad. Allí desplegué, fundamentalmente, la agresividad propia de los lazos especulares y las modalidades de elección de objeto de amor narcisista y anaclítica. Pero también, la teoría del estadio del espejo y los efectos formativos de la imagen en la constitución del yo, el cuerpo y la realidad; la función de lo imaginario en el dispositivo psicoanalítico; la concepción del aparato psíquico según modo en el que se juega lo imaginario; y el amor pasión en un historial freudiano.
Llamé al segundo momento “El inicio propiamente dicho de la enseñanza de Lacan” (1953-1959) y denominé “Don de amor” al modo característico del amor durante esta etapa. El mismo queda ordenado en torno a la lógica fálica que rige el encadenamiento significante, lógica del Nombre del Padre, y la falta se hace presente en el corazón de la relación amorosa. Situé, principalmente, el enlace entre el amor y el padre, la relación entre el amor y la asunción de la castración y la definición de amor como “dar lo que no se tiene”. Pero también, las características de la estructura del lenguaje en el inconsciente; la relación entre simbólico e imaginario en un análisis; las primeras nociones de lo real; el padre y la constitución subjetiva; la significación fálica y el falo significante; el estatuto del objeto; las posiciones sexuales “hombre” y “mujer”; el amor y el deseo; y el amor en “Juanito”, “La joven homosexual” y “Dora”.
Llamé al tercer momento “La etapa intermedia de la enseñanza de Lacan” (1959-1969) y denominé “El amor en torno a un vacío” al estilo de amar en el que se hace evidente su articulación con el objeto a, causa del deseo. El traslado neurótico de dicho objeto al Otro da cuenta de una forma de amar que no toma en cuenta la diferencia sexual. En este momento analicé, detenidamente, el amor cortés, el fenómeno de la transferencia y el amor como medio entre el goce del Uno y el deseo. Pero también, la introducción del registro real por medio de “la Cosa”, la ética del psicoanálisis, el concepto de sublimación, la metáfora del amor, el mito del nacimiento del amor, el concepto de ágalma, el deseo del analista, los conceptos de automaton y tyché, la estructura del deseo y de la angustia, la relación de cada sexo con el objeto y el objeto a en los discursos.
Llamé al cuarto momento “La última enseñanza de Lacan” (desde 1970) y denominé “Hay el amor” a la dimensión real del amor que sabe hacer con la ausencia de relación sexual. Desarrollé, esencialmente, el amor como suplencia, el amor como anudamiento según el registro que hace de medio y el amor como síntoma o sinthome. Pero, también, consideré las características generales del nudo borromeo; la père-versión paterna; el concepto de nominación; la interrogación sobre la práctica analítica a partir de la noción de real como imposible lógico; el inconsciente en su vertiente de elemento suelto; las fórmulas de la sexuación; el goce femenino; el amor como encuentro; lo imposible, lo posible, lo contingente y lo necesario en el amor; el amor apasionante; las vicisitudes del amor en la época actual; y el amor sinthome en Joyce.
El libro tiene al amor como centro y nudo de los desarrollos que se despliegan a continuación. No obstante, no todo está dicho. El trabajo invita, más bien, a seguir pensando. Varias cuestiones esbozadas siguen generándome a mí misma gran inquietud. Me pregunto cómo pensar el amor en la época actual cuando lo simbólico desfallece y ya no opera ordenando y regulando los lazos, cuáles son las formas de amar que se presentan y cómo abordarlas, ¿es el goce de los cuerpos y la ausencia de relación lo que queda en evidencia?, ¿es el espejismo de la imagen lo que impera? Ahora bien, haciendo cierta abstracción del tema principal, pienso que la investigación en sí misma puede considerarse como un trabajo introductorio a la enseñanza de Jacques Lacan, pues se encuentran nombrados y explicados los conceptos principales y su evolución a través del tiempo. Espero que la lectura resulte tan fascinante como me resultó a mí el estudio y la escritura de los temas.
CAPÍTULO I
Pasión de amor
El valor de la imagen
Lacan ingresa en el campo psicoanalítico casi dos décadas antes de lo que él ubica como el inicio de su enseñanza. Durante estos años se produce para él el encuentro entre la psiquiatría y el psicoanálisis, y el camino a Freud se presenta como una necesidad. Esta etapa empieza con su tesis de doctorado sobre el caso Aimée en 1932 y concluye a inicios de los ´50, cuando puede precisar la estructura del lenguaje funcionando en el inconsciente y es capaz de releer los escritos técnicos de Freud a partir de la herramienta conceptual que constituyen sus tres registros. Al recopilar sus escritos en 1966, Lacan junta en el apartado “Dos” del libro los artículos establecidos en dicho período. Comienza con un breve texto titulado “De nuestros antecedentes”. En relación a ellos dice “No es pues ceder a un efecto de perspectiva el ver aquí ese primer delineamiento de lo imaginario, cuyas letras, asociadas con las de lo simbólico y de lo real, vendrán a adornar mucho más tarde, justo antes del discurso de Roma, los potes, para siempre vacíos por ser todos tan simbólicos, con que haremos nuestra triaca para resolver los azoros de la cogitación psicoanalítica”. (1) En este apartado, ubicaremos los desarrollos que Lacan realiza inicialmente.
En la primera parte, nos serviremos del escrito “Más allá del principio de realidad” para ubicar la puesta en juego del registro imaginario en el dispositivo psicoanalítico. Examinaremos: el otro imaginario con el que el sujeto dialoga, el lugar desde el cual el analizante se expresa, el proceso de la identificación, la noción de “complejo” y la crítica de Lacan al principio de realidad freudiano. Indicaremos en el Seminario 1 y en el Seminario 2 el modo en el que Lacan retoma estos planteos.
En la segunda parte, nos detendremos en la teoría del estadio del espejo, comunicada por Lacan por primera vez en 1936. Para abordar este punto, tomaremos el escrito “Acerca de la causalidad psíquica” y el texto “El estadio del espejo como formador de la función del yo [je] tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica”. Estudiaremos: la introducción del narcisismo a la teoría libidinal, la nueva acción psíquica que constituye la identificación imaginaria, los efectos formativos de la Gestalt en los animales y el valor de anticipación funcional que toma la imagen en el hombre. Indagaremos alguna de estas articulaciones en el Seminario 1 y en el Seminario 3.
En la tercera parte, nos interesaremos en el escrito “Acerca de la causalidad psíquica”. Analizaremos: la concepción general del aparato psíquico según modo en el que se juega lo imaginario; la crítica que Lacan realiza a la teoría del órganodinamismo de Henry Ey; y la causación de la locura como resultado de una identificación sin mediación.
LO IMAGINARIO EN LA EXPERIENCIA PSICOANALÍTICA
Cuando la estructura del lenguaje y la palabra constituyan el eje de la experiencia y el análisis tome una dirección hacia el Otro con mayúscula, el orden imaginario será considerado el registro que obstaculiza el despliegue de lo simbólico, desde el que se espera la llegada de una palabra reveladora. (2) Sin embargo, muy tempranamente Lacan se percata de la presencia de lo imaginario en el dispositivo psicoanalítico y de la importancia en saber maniobrar con él. En el texto “Más allá del principio de realidad” Lacan explica que en el análisis el sujeto se dirige al oyente en condición de interlocutor. Convoca al analista a mantener la situación en los términos de una conversación, pero este último se rehúsa. Ahora bien, en los casos en los que el paciente continúa el relato, es posible percibir que el sujeto, lejos de dirigirse a quien está presente, se dirige “a algún otro, imaginario, pero más real: al fantasma del recuerdo, al testigo de la soledad, a la estatua del deber, al mensajero del destino”. (3)
El sujeto habitualmente