Mamá lo tomó de la mano; lo miró y suave, tierna, le dijo:
—Tito, esperemos, por favor, ya veremos qué dice Pancho.
Pancho, Doctor Quarracino, era amigo de la infancia del abuelo Salvador, se criaron juntos. Este médico conocía a mis padres desde siempre. Cuando Tito trabajaba en el bar, le sirvió más de una copa.
—Sí mi amor, esperemos —asintió papá.
En ese momento alguien abrió la puerta del consultorio. De a uno, los profesionales salieron al pasillo. Pancho no aparecía. La puerta quedó entreabierta. Al rato se asomó el Doctor Quarracino. Isabel y Tito se levantaron de inmediato por respeto. Y por desesperación.
«Tranquilos», dijo con un gesto sin palabras y se sentó al lado de papá. El médico miró el suelo, apoyó la mano derecha sobre el muslo izquierdo de Tito, levantó la cabeza y lo miró a los ojos:
—¡Ay, Tito querido!
A papá un escalofrío le zigzagueó el cuerpo:
—No está bien, ¿no? —afirmó y a la vez preguntó.
El Doctor Quarracino, por arriba del hombro de papá, miró a Isabel y afirmó las palabras de Tito. Después dijo:
—Ahora está mejor, mi ayudante lo tiene entretenido. No puedo andarles con vueltas. La verdad es que no está nada bien.
Tito, resignado, miró a su amor. Ella, con los ojos humedecidos, le apretaba con ambas manos la de papá. Una lágrima se deslizó por su mejilla. Tito le preguntó a Pancho:
—¿Es grave?
El Doctor Quarracino bajó la cabeza; hubo un silencio largo, hasta que dijo:
—Sí. Tu papá tiene cáncer. Está complicado. Es grave. Me hubiese gustado, de corazón, darte otra noticia.
—¿Es grave? —repitió Tito perplejo.
—Sí, muy grave. Es cáncer de pulmón —agregó el médico.
Tito alzó las manos hasta la cabeza y bajó el torso, hasta chocar con los muslos. Isabel trataba de consolarlo. Le pasaba una mano sobre el hombro; le acariciaba la espalda y el pelo. Pancho observaba, en silencio, no había mucho por hacer. Ni por decir.
El abuelo Juan Pablo murió a finales de enero de 1964, a los cincuenta y dos años, semanas después de mi primer cumpleaños. El abuelo Juan soportó dolores que ni la morfina llegaba a calmar. El cáncer de pulmón lo consumió en dos meses. Papá, en ese tiempo, iba a ver a su padre todos los días en bicicleta. El abuelo estaba irreconocible.
Fue velado en su barrio. Los restos descansan en el cementerio de San Antonio de Areco, su ciudad natal.
El día que mi padre me llevó por primera vez al cementerio, en la lápida blanca de mármol leí:
«Aquí descansan los restos de Juan Pablo Loci».
… Saying it’s true, it’s not what it seems
Leave your broken windows open.
And then the light just streams.
And you get a head, a head full of dreams.
You can see the change you wanted.
Be what you want to be.
And you get a head, a head full of dreams.
Into life I’ve just been spoken.
With a head full, a head full of dreams…
… Diciendo que es cierto no es lo que parece
Deja abiertas tus ventanas rotas.
Y entonces la luz simplemente entrará.
Y tienes una cabeza, una cabeza llena de sueños.
Puedes ver el camino que querías.
Ser lo que quieres ser.
Y tienes una cabeza, una cabeza llena de sueños.
Hablándome, me han devuelto a la vida.
Con una cabeza, una cabeza llena de sueños…
« A head full of dreams».
«Una cabeza llena de sueños».
Chris Martin-Guy Berryman-Jonny Buckland.
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