Patrimonio urbano de la Ciudad de México: la herencia disputada. Víctor Delgadillo. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Víctor Delgadillo
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9786078692323
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transitado de la «urbanización sin fin, al fin de la urbanización».14 Es decir, que arribamos a una fase en donde la expansión de nuestras ciudades ya no sería necesaria, como en el pasado, porque la inmigración del campo a la ciudad prácticamente culminó; mientras que el incremento de la población actual de las urbes es por crecimiento demográfico natural. Sin embargo, a pesar de la desaceleración del crecimiento demográfico, aún persiste una lógica de crecimiento urbano expansivo, promovido por el mercado inmobiliario, como se comentará adelante, en esta fase de capitalismo neoliberal.

      En este contexto, la agenda pública, los problemas sociales, la pobreza y las políticas públicas se han urbanizado. Además de ello, un tema que contribuye a colocar a las ciudades y a su futuro como un tema central es la Cumbre de la Organización de las Naciones Unidas sobre los Asentamientos Humanos, Hábitat III, que se realizará en Quito, Ecuador, en octubre de 2016.

       ¿Sirve de algo la Cumbre Mundial de la ONU sobre los Asentamientos Humanos?

      La tercera Cumbre Mundial sobre los Asentamientos Humanos, Hábitat III, a realizarse en 2016, tendrá lugar en un momento en que más de la mitad de la población del mundo vive en ciudades; las desigualdades socioeconómicas se han exacerbado y crece la pobreza social, y las formas de urbanización neoliberales muestran de manera brutal sus consecuencias. Así, por ejemplo, en México alrededor de cinco millones de viviendas (en su mayoría nuevas) se encuentran vacías. Se trata de conjuntos de «artefactos» urbanos con miles de viviendas de dimensiones miserables que fueron construidos desde el año 2000 en lugares distantes de las ciudades y, en ocasiones, prácticamente en medio de la nada, condenando a la población «beneficiada» a invertir mucho tiempo y recursos en sus traslados diarios. Esta urbanización salvaje implicó un enorme crecimiento urbano en escala metropolitana, que a nombre del déficit habitacional promovió enormes ganancias para las empresas constructoras, llamadas en México vivienderas.15

      Otro de los peores ejemplos de la urbanización capitalista neoliberal es España, país que tienen alrededor de 3.4 millones de nuevas viviendas vacías, a las cuales se suma una enorme cantidad de megaproyectos inconclusos (aeropuertos, centros vacacionales, complejos turísticos de playa o montaña, etcétera) y alrededor de 800 000 desahuciados de su vivienda por el no pago de los créditos hipotecarios contraídos. Algunas muestras de los excesos de la «economía del ladrillo» y de la «burbuja inmobiliaria» han sido recogidos en publicaciones con diversos enfoques. Así, por ejemplo:

      • Ruinas modernas, una topografía de lucro16 es el catálogo de una exposición fotográfica y planimétrica del mismo nombre que muestra los absurdos del lucro y la especula ción, permitidos por una generalizada corrupción: la construcción inconclusa, que semeja ruinas, de megaproyectos habitacionales, turísticos y de diverso tipo en medio prácticamente de la nada.

      • Por su parte, Fin de ciclo17 es un libro que, desde la perspectiva de la economía política, pretende explicar, en un enfoque de largo plazo, la estupidez de la lógica de lucro —financiada por las poderosas economías de la Unión Europea— que exprimió los ahorros a las clases medias y medias bajas de España mediante créditos hipotecarios para la compra de vivienda.

      En otros países las consecuencias son similares. A ello podemos sumar la reproducción de la pobreza ahora urbana, los miles de asentamientos humanos irregulares en América Latina y en México (de los que casi nadie habla), así como un desarrollo urbano exclusivo y excluyente que se conduce con políticas que mejoran de manera selectiva el espacio urbano y/o rehabilitan un selectivo patrimonio urbano, constituido por partes de centros y barrios históricos.

      Volviendo a Hábitat III, en sí mismas las cumbres de la ONU constituyen actos diplomáticos a los que asisten jefes de Estado y ministros encargados del desarrollo urbano y del ordenamiento territorial de los diferentes países, quienes firman protocolos y compromisos políticos (en apariencia neutros y despolitizados, que a menudo se incumplen) para atender rezagos, problemas y desafíos sociales urbanos. Sin embargo, las cumbres de la ONU imponen una agenda internacional que coloca esos temas en el escenario y en el debate público nacional y local. Así, por ejemplo:

      • En México, en 1975 grupos feministas de las llamadas Organizaciones No Gubernamentales (ONG) pudieron colocar temas fundamentales en la agenda nacional durante el Año Internacional de la Mujer.

      • En 1976, en el marco de la Cumbre de la ONU sobre los Asentamientos Humanos, Hábitat I, el gobierno federal decretó en escala nacional la Ley General de Asentamientos Humanos (primera en el ámbito nacional en México), y en escala internacional se creó la Coalición Internacional para el Hábitat, integrada por ONG y organizaciones y movimientos sociales defensores de los derechos a la vivienda y a la ciudad, de muchos países, que en un trabajo articulado han podido evitar varios desalojos forzosos en algunas ciudades y fortalecer su lucha en escala local mediante campañas políticas y múltiples intercambios.

      El Centro Hábitat de la ONU, entidad responsable de la realización de Hábitat III, promueve una agenda urbana internacional en apariencia despolitizada y neutra que es legitimada por su carácter internacional. Esta institución promueve un desarrollo urbano «sustentable», que aminore la pobreza, los problemas urbanos y el cambio climático, pero también un desarrollo urbano «competitivo» capaz de retener o de atraer inversiones privadas que generen riqueza económica y empleos. En este discurso, al parecer neutro, la ONU premia las «mejores prácticas» para demostrar que, en el mundo hegemónicamente neoliberal, los pobres —con ayuda de ONG, organizaciones filantrópicas y curas comprometidos— cuentan con las suficientes capacidades para mejorar su entorno construido (vivienda y barrio) así como la calidad de su vida, incluso en condiciones adversas.

      Las críticas a las cumbres de la ONU son muchas, pero las oportunidades que Hábitat III abre para discutir la agenda urbana de los gobiernos y las políticas públicas de cara a los medios de comunicación y la sociedad son innegables. Por ello estas páginas pretenden sumarse a los debates en torno a las políticas urbanas que se impulsan en distintas ciudades y, en general, a la necesaria reflexión en torno al futuro urbano y las ciudades del mañana.

       La urbanización de África, Asia y América Latina. ¿Un atentado para el medio ambiente mundial y la gobernabilidad local?

      La urbanización de Asia, África y América Latina alarma a nuestros colegas anglosajones y europeos. Atónitos, ellos observan la emergencia de nuevas megaciudades, lo que según ellos pondrá en riesgo la «sustentabilidad» del planeta. Así, por ejemplo, Richard Rogers denuncia en Ciudades para un pequeño planeta que «las ciudades» consumen «tres cuartas partes de la energía global y generan tres cuartas partes de la contaminación total».18 Se trata de una versión naif o extremadamente sospechosa que omite cualquier referencia a, por ejemplo, cuánto consumo energético y de barriles de petróleo per cápita hay en Londres, Nueva York o Calcuta, como para poder valorar si todas «las ciudades se han convertido en parásitos dentro del paisaje, […] consumidoras incansables, contaminantes incansables», y si el crecimiento urbano mundial provocará un «crecimiento exponencial del volumen de recursos consumidos y de la contaminación».19 Este arquitecto inglés, cuyo libro en comento se ha traducido a varios idiomas, afirma que la Ciudad de México es la ciudad que ejemplifica «la doble amenaza al planeta», pues nuestra ciudad tiene una capa de esmog cuatro veces más espesa que la de Los Ángeles y seis veces más tóxica que los estándares de la Organización Mundial de la Salud. A este arquitecto se le olvida mencionar que la mayor contaminación del planeta proviene de Estados Unidos, Europa y Japón, y que hay otras ciudades (Los Ángeles y San Diego) que producen más contaminación per cápita y mayores gases de efecto invernadero, que reducen la capa de ozono del planeta, que la capital mexicana. Aquí, la enorme diferencia es la situación geográfica del valle de México, que impide la disolución de la contaminación, a diferencia de ciudades planas como Los Ángeles, la cual permite que la enorme polución se disperse en un área geográfica muy extensa. No queremos eludir aquí la responsabilidad en cuanto a los problemas medioambientales que los ciudadanos tenemos en la Ciudad de México, pero tampoco