Y mi rastro no alcanzó a la puerta o la ventana
Creí regresar y ya no había nadie
Abolidos todos por mi historia y sus fantasmas
Sus prisiones sus tatuajes
HE REGRESADO AL MAR
he regresado al mar
únicamente a descubrir que ya no dejo más huellas
en la arena
la misma playa insomne con su bosque entre las rocas
el combate secreto del viento del agua de los pájaros
y yo
caminando sin pies a esa parte
donde jamás llegan los bañistas
allí tendré que estar
tal vez dormido
enterrado hace mucho
(¿recuerdas?)
en la arena
Bogotá, 1975-1976
Las conversiones
(1983)
A qué sonará una voz
A QUÉ SONARÁ UNA VOZ
A qué sonará una voz que nadie oyó durante años.
A nada sonará.
Y es probable que ya no sea voz,
guarde palabras de un idioma que no existe
y multiplique
charcas, errores, mataduras.
Te atormentara.
Perdieras lo sabio
perfecto de escribir:
tu bosque,
tu pozo
al centro de la tierra.
Y trocaras un año entero por la voz:
los dedos por la mujer que gime en cañerías,
el pie por el que afila y afila implacable,
todo por la rueca, el cepo, el organillo.
Y eso fue la voz.
La seguiste dispuesto a sucumbir
si así estaba escrito:
el oído que se interna en la pared,
el ruido que sale de la boca
y todo lo hace trizas.
Y por un momento tú temblaste
porque al fin la alcanzabas
y torva,
sucia
era solo voz.
Voces articuladas al revés.
Voces en falso de centinelas
y de estacas.
Murmullos para el último vidente,
cráteres,
lenguas reventadas.
Y nada dicen porque tardan un segundo.
Y nada porque suenan miles de años.
CANCIÓN DE LA TAZA DE LECHE
En alguna parte queda algo que la leche me recuerda
Y nunca porque es limpia
o es blanca
Y nunca porque puede derramarse
Gotas y gotas litros un charco
Una taza anterior a toda boca
Una elegía incomprensible
De algo que no recuerdo estoy cantando:
de la leche
Y nunca pude ignorarla cuando hervía
Desayunar salir al fin
CANCIÓN DE LAS SÁBANAS SUCIAS
Solo un ojo para el mar
Solo un monte
una maleta
una cama
Una historia única de cíclope
Será perfecta cuando llegue a conmovernos
Cuando irrumpa a mediodía
con el mar
Y nos encierre
o imagine
Estoy desde ayer en mi cuarto de hotel
Desnudo
vencido de antemano
Y canto sobre el puro coincidir
Disloco
sustraigo
sacrifico
Con lo que aún poseo de vigilia
Lo que guardo de sabiduría
o asombro
Yo el inmóvil continuo de las aguas
Yo el visible a través
El hombre del cianuro
El huésped de la habitación
siempre contigua
Y la maleta prueba que es verdad
Y la cama prueba que mi cuerpo
está más sucio que las sábanas
Y todo es cíclope
y ojo
Y todo se encamina
Mar
a mediodía tú vendrás
Entonces cederé
Me cortarás en dos con la montaña
CANCIÓN DEL CARBÓN Y LOS SOLDADOS
Siete soldados en fila
y de plomo
Siete aunque los cuentes
siempre siete
Y ya estoy decidido
si me van a fusilar
Escuchen mi risa
de miles de carbones
Que ya tizna la luna
(Para Edgar O’Hara)
HUÉSPED DE LA HABITACIÓN SIEMPRE CONTIGUA
El huésped y a sus pies
vigila una lámpara de aceite.
Un piano suena en la otra habitación.
Un pájaro chilla.
Un tambor.
El mundo cruje, se deshace.
Fue ayer después del gallo,
después de quemar con leña verde
a la bruja en la plaza,
después del sacrificio inútil del cometa.
Y ahora
a quién decirle que tal vez me equivoqué
y perdido, falso, desollado
a quién decirle nada.
Mejor beban beban compañeros