Igualmente, para aclarar algunas dudas que suelen expresarse sobre el carácter industrial del cine, nos remitimos al hecho de que el Estado peruano lo reconoce oficialmente como una industria cultural, sobre la cual rige, en términos públicos, el Ministerio de Cultura. A esa consideración nos atenemos, y agregamos algunas definiciones del término industria: según el diccionario de la Real Academia Española, es el “conjunto de operaciones materiales ejecutadas para la obtención, transformación o transporte de uno o varios productos naturales” (Industria [Def. 2], s. f.). Igualmente, la definición de Wikipedia es explícita, racional y clara:
La industria es la actividad que tiene como finalidad transformar los materiales en productos elaborados o semielaborados utilizando una fuente de energía. Además de materiales para su desarrollo, la industria necesita maquinaria y recursos humanos organizados habitualmente en empresas por su especialización laboral. (Industria, s. f.)
Las definiciones no son distintas entre sí, ambas corresponden cabalmente a la actividad de manufacturar películas en el Perú. Hay opiniones que plantean que el término industria implica una cantidad mínima de producción o una magnitud determinada en su proceso. Sin embargo, en ninguna definición se plantean tales condiciones para que el uso de este término sea válido. En ocasiones se utiliza la palabra artesanal para designar un estado precedente al industrial —coincidentemente, algunos lo usan para describir al cine peruano—, pero la definición genérica de artesanía es la siguiente: “arte y técnica de fabricar o elaborar objetos o productos a mano, con aparatos sencillos y de manera tradicional” (Artesanía [Def. 1], s. f.). Asimismo, la Real Academia Española define artesano de esta manera: “persona que ejercita un arte u oficio meramente mecánico. Usado modernamente para referirse a quien hace por su cuenta objetos de uso doméstico imprimiéndoles un sello personal, a diferencia del obrero fabril” (Artesano [Def. 2], s. f.). Ninguna de las dos resulta aplicable a la elaboración de una película de exhibición pública, ni en el Perú ni en el mundo. En consecuencia, en este texto, al igual que en el resto del mundo, se asume que el cine es una actividad de la industria cultural.
El presente trabajo es una herramienta de consulta para el realizador peruano contemporáneo y para el historiador nacional o internacional interesado en el tema. No pretende ofrecer modelos, propuestas de mejoras o sustituciones a lo que actualmente rige en el mercado. Cualquier modificación de la situación actual implicaría un cambio en la legislación vigente, asunto que rebasa los alcances de la investigación hecha.
A pesar de ello, la información aquí recopilada y procesada podría contribuir a repensar y diseñar posibles modelos de legislación que resulten adecuados a la realidad descrita. Por eso se presenta una gran cantidad de información sobre la realidad cinematográfica de Iberoamérica y el resto del mundo, de modo que sea posible la comparación de la realidad peruana con las vigentes en el contexto internacional. Diseñar un modelo peruano de mercado cinematográfico implica necesariamente el conocimiento de lo que ha sucedido y sucede en el mundo de la producción y el mercado mundial de la cinematografía.
Es preciso enfatizar que, del mismo modo que en la casi totalidad de estudios semejantes hechos en el mundo, publicados por los observatorios audiovisuales internacionales, esta investigación no ha pretendido indagar en la producción cinematográfica ajena a la exhibición formal —controlada por el Estado mediante las leyes actuales—. Esa producción paralela (incluye todo largometraje producido tanto en el ámbito universitario como el que está fuera de la exhibición formal) es sumamente interesante y merece que se realicen estudios específicos sobre su realidad financiera, de distribución y de marketing, pero hasta los investigadores más concienzudamente dedicados a su estudio no han podido aún recopilar datos fehacientes que posibiliten extraer de ellos tendencias o patrones analizables.
Finalmente, se agradece a la Asociación de Productores Cinematográficos del Perú (APCP), a las empresas de distribución Amazonas y New Century, así como a las asociaciones de productores de la región iberoamericana reunidas en la FIPCA, por la información proporcionada y por su apoyo para la realización de esta investigación.
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